En ese momento, Absalón miró directamente hacia su hija, con esos ojos azules que brillaban con la intensidad de un depredador que acababa de identificar su próximo movimiento estratégico. —Pues tienes dos opciones —declaró, con su voz resonando por todo el salón principal.―O te quedarás viviendo permanentemente en Europa y vendrás aquí solo una vez al año para establecer y supervisar las operaciones internacionales de la familia. En Mónaco te encargarás de expandir nuestras redes de lavado de dinero a través de los casinos de Monte Carlo y los bancos privados suizos. Coordinarás directamente con los oligarcas rusos que controlan el petróleo y el gas, los carteles sudamericanos que manejan la coca, y las familias sicilianas que dominan el Mediterráneo para crear una confederación crimi

