Leví y Franko sacaron cámaras profesionales. Tomaron fotos desde múltiples ángulos, asegurándose de capturar cada detalle brutal. —Busquemos ahora al líder de las serpientes rojas —continuó Absalón mientras se limpiaba las manos con toalla que Franko le extendió—. Quiero hablar con él personalmente. Y luego, esas fotos se las mandaremos a Torretti. Quiero que vea exactamente lo que le pasa a cualquiera que ayude a atacar a mi familia. —Sí, señor —respondieron los gemelos al unísono. En ese momento, mientras Absalón observaba el resultado de su trabajo con satisfacción fría, su teléfono celular comenzó a vibrar en su bolsillo. Sacó el dispositivo con dedos todavía manchados con sangre, viendo el nombre en la pantalla: MI ENANA FEA. Su esposa. La madre de sus hijos. La única persona en e

