Capítulo 7

1364 Palabras
—Ni de broma subiré ahí. —No juzgues un libro por la portada. —Eso no es un libro... —Losé, pero la expresión aplica de forma colectiva. Observé por quinta vez la entrada de la atracción. De todas las jodidas atracciones que existían en Sig Flags él tenía que escoger la jodida caída más alta. Joder, moriré en el proceso, no es que le tuviera pánico a las alturas o algo parecido pero a eso si le tenía miedo. —P... Puedes explicarme otra vez— pedí titubeante. Asthon me observó fijamente mientras esbozaba una sonrisa maquiavélica. —Bien, subiremos y nos pondrán la debida seguridad.—Elevó sus ojos hasta la atracción. —Seremos elevados a 415 píes de altura y luego caeremos a 90 millas por hora. Creó que mi quijada calló al suelo... otra vez. —Y eso es todo. —Se encogió de hombros restándole importancia a lo que acababa de decir. Maldito loco Estamos de acuerdo tú y yo. —¿ Eso es todo?.—Lo miré aún sorprendida. —No jodas, Asthon . —Ay, Fer—Colocó su brazo sobré mi hombro con total naturalidad— Se escucha peor de lo que es, vamos... Será divertido. —No— Respondí cruzándome de brazos, ni loca me subiré ahí aún deseo vivir. —Alisson lo hizo. — Habló con orgullo y un brillo que no logre descifrar apareció en su mirada,una pequeña sonrisa se mostró en su rostro. —Disculpa por no estar tan loca como tú y Alisson — Resople— No subiré y es mí última palabra. Se posicionó delante de mí, esbozó una pequeña sonrisa, de no estar tan nerviosa por las locuras que estaban saliendo de la boca de ese chico, prestaría más atención a lo bien que se veía así, en jeans rotos a juego con una camisa manga larga color n***o, el bad boy era jodidamente atractivo. Enarque las cejas esperando la próxima locura que saldría de su boca. —¿ Kingda Ka?.— Preguntó como un niño pidiendo dulces, ¡ cielos!, esté chico tiene cierto trastorno s*****a. Suspire frustrada, al menos era una atracción más normal. O menos alta. Y tú qué pensabas que salir con el bad boy sería aburrido... te divertirás tanto que posiblemente mueras. Oh Dios... Moriré de igual forma. Pero no hay que adelantar los planes del creador. Los ojos de Asthon estaban fijos en los míos, esperando una respuesta. —Kingda Ka.— Respondí no muy segura, nada segura. Mis manos sudaban, ni siquiera habíamos iniciado y ya estaba jodidamente nerviosa, asustada, a punto de morir... Okay, también algo dramática. Los seguros estaban puestos y listo sobre nosotros, empezamos a subir y luego de eso todo fue gritos, euforia y mucho pánico, claro, de mi parte. Jamás en mis diecisiete años de vida había sentido tanto miedo y adrenalina juntos... Después de todo no era tan malo, estar en lo alto y luego se lanzado hacia el fondo era alucinante. —Y ¿ qué tal?.—Preguntó Asthon mientras nos bajamos de la jodida Kingda ka. Me tomé unos segundos para responder —¡Genial!.— Sonreí y era la verdad, me sentía extremadamente bien, relajada, aunque aún me temblaban las piernas. —Te lo dije— sonrió con autosuficiencia. Entre risas, algo de suspenso, malas bromas y muchas atracciones las horas corrieron demasiado deprisa, admito que Ashton era un tanto extremista en cuanto a juegos se refería pero valía la pena, estar la limite era alucinante. Ya era casi de noche, por lo que debía de regresar a casa, el tiempo se fue y ni me había enterado, cuando quise ver había pasado prácticamente todo el día fuera de casa, —La pasé increíble. —Masculle mientras me bajaba de la moto. —Yo también.-—Me sonrió. —¿ Cuándo volvemos a salir?.—Preguntó directo, sonreí. —Cuando quieras— me encogí de hombros. —¿ Mañana?.—Preguntó sin ocultar su sonrisa. Joder, por mi amanecemos juntos. Calla perra. —Puede ser...—Sonreí como una estúpida, le entregue el cascó, me acerqué dejando un beso en su mejilla—. Adiós. Entré a casa aún sin ocultar mi sonrisa, la sala estaba desierta. Caminé hasta las escaleras pero la voz de mi padre me detuvo, casi pego un grito al escucharlo, ¿ de dónde había salido?. —¿ De dónde vienes?.—Preguntó, lo observé. Llevaba una especie de maqueta en las manos y sus lentes puestos... Ni los fines de semana descansa. —Salí con un amigo.—Bajé y lo abracé, correspondió mi abrazo dejando la maqueta sobre el suelo. —Me alegra que te diviertas.—Me sonrió. —Sí, gracias papá— le di un beso en las mejillas. Tomó sus cosas y caminó hacia su pequeño despacho en casa. Le seguí en silencio, cerré la puerta tras de mí m, llegué frente a su escrito y tomé asiento. Me gustaba hacer eso, verlo trabajar, era relajante para mí. Su concentración me encantaba, de hecho todo de mí padre me encantaba. —¿Fer?.— me llamó levante el rostro, estaba pérdida observando el reloj de arena que había en su escritorio. —¿Sí?. — He estado pensando, ¿quieres cambiar de psicólogo?. Su pregunta me tomó desprevenida, tanto que me dislocó por unos segundos. ¿ Cambiar de doctor?. Otro extraño al cual debía contarle toda mi vida. Otro idiota que sólo diría más incoherencias de la filosofía barata que ellos empleaban... No, gracias. —No entiendo.—Susurré algo confundida. Papá retiró sus lentes, mirándome fijamente. Tomo unos segundos para hablar, papá era muy metódico, sabía qué términos usar y cuando emplearlos, a veces odiaba que no fuera directo al grano y se tomara tantas molestias para todo. —Ethan me ha dicho que quizás necesitas tratar con otro doctor, es decir, no lo dijo directamente pero insinuó que quizás necesitaba " ver un nuevo rostro"— explicó. Claro, Ethan.. ¿ No tenía nada mejor que hacer, que meterse en mi puta vida?. Meterse en tu boca. —Es estúpido. —Me levanté.- Ethan es un entrometido... No tengo que cambiar de doctor.—Empecé a elevar el tono de voz. —Fer, escucha.— Me habló suavemente, entendí que estaba cuidando lo que diría y odie eso, ¿ tan débil me creía que no podía hablarme honestamente?. —¡No!— Le grité, exploté enojada, observé su rostro sorprendido y me maldije por mi estupidez — Lo siento, pero escucha papá, no necesito un jodido doctor... No estoy enferma, ya no.—Caminé hasta la puerta dispuesta a irme. — Fernanda.— Me llamó en tono severo sin levantar la voz, le ignoré y salí corriendo hasta mí habitación. Cerré la puerta tras de mí, me deslice sobré la puerta. Envolví mi cuerpo con mis brazos, contuve las lágrimas. No pensaba llorar, no después de tanto, las lágrimas no ayudan a solucionar los problemas, las lágrimas sólo me hacen débil... Como diría ella. Flashback —¡Fernanda come!—Ordenó a gritos La miré por el rabillo del ojo, asustada por sus gritos. —No... quiero... mamá.—Susurré entré lágrimas. Se acercó hasta mí, su hermoso y escultural cuerpo me atemorizaba... Su largo cabello, caía sobre su delgado y alineado rostro... Era hermosa en la misma proporción de arrogante, maliciosa y prepotente. —Escuchame bien niña estúpida. –Tomó mi pequeño y redondo rostro entré sus manos.—Te vas a comer toda la ensalada, en esté momento— me observó con asco.— Estoy cansada de tener a una gorda como hija, vas a adelgazar lo quieras o no. Las lágrimas aumentaban conforme sus gritos lo hacían. Estaba asustada, tenía pavor a que me encerrara en el cuarto oscuro otra vez. —¡¿ Entendiste¡?—Asentí.—Y deja de llorar, las lágrimas sólo te hacen más débil. Sino fueras tan glotona nada de esto estaría pasando. Empecé a comer la ensalada, está se ligaba con mis lágrimas. Estaba tan aterrada que empezaba a hipar. —No quiero una hija gorda.— Escupió con ascó. Fin Flashback.
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