La noche había sido mágica. Había pasado horas en la compañía de Donovan, disfrutando de una cena llena de risas y miradas cargadas de significado. La química entre nosotros era innegable, como si nuestras almas estuvieran entrelazadas en un baile antiguo. Pero en el fondo de mi corazón, aún resonaban los ecos de mi encuentro con Lilith. La amargura de haberla conocido todavía nublaba mis pensamientos, y aunque Donovan había logrado hacerme sonreír, una parte de mí estaba inquieta. Cuando llegué a mi apartamento, el aire fresco de la noche me envolvió, pero no podía sacudirme la sensación de incomodidad que había arrastrado desde el restaurante. El sonido de la puerta cerrándose tras Donovan resonó en la habitación, llenándola de un silencio palpable. Sin embargo, antes de que pudiera pro

