AMAYA
Salimos tarde del laboratorio. Nico y yo nos subimos al coche directo hacia las peleas. Él me dice que Lía y Vale ya llegaron y que seguro están con los demás. Pone música para aligerar el ambiente, algo de Arctic Monkeys que siempre nos pone de buenas.
Mientras conducimos, conversamos de cualquier tontería. Nico me hace reír con sus imitaciones absurdas de los profesores. Esa es una de las cosas que más me gusta de él: cómo logra quitarle peso al mundo.
Al llegar, las luces nos reciben como un escenario de película. Hay gritos, música, humo, el olor a sudor y emoción flotando en el aire. La gente se arremolina alrededor de los rings. La bodega convertida en arena clandestina vibra con cada combate, con cada apuesta que cambia de manos.
Ahí están mis amigos. Lía está hablando con
