AMAYA
No podía con esto.
No podía con él.
Zayn me miraba con esos ojos grises azulados, tan intensos, tan jodidamente arrepentidos, tan llenos de una culpa que no alcanzaba para apagar el incendio dentro de mí. Y aún así… aún así, una parte de mí quería creerle. Quería correr a sus brazos. Pero otra, la más herida, la más rota, solo quería gritarle hasta que se callara para siempre.
—Aléjate —dije con la voz rota cuando intentó acercarse—. No quiero que me toques. No puedo con esto, Zayn… no puedo.
—Amaya…
—¡No! —grité, dando un paso atrás, sintiendo cómo todo se venía abajo—. ¡¿Qué carajos esperabas?! ¿Que te aplaudiera por decirme que no te la cogiste? ¿Que te dé un beso por haber sido un poco menos hijo de puta?
Su rostro se contrajo. Lo herí. Lo sabía. Pero yo también estaba san
