El personal de cocina había llegado con la comida y estaba ocupado en la pequeña cocina preparando los últimos detalles del almuerzo. Su amo tomó una silla enorme y le indicó que se sentara a su lado, señalando un punto en el suelo. Ella hizo una mueca al sentarse y escuchó mientras él le hablaba en voz baja:
—Los hombres que vienen hoy son algunos de mis viejos amigos. Ellos también son amos y traerán a sus esclavos con ellos.
La observó mientras asimilaba sus palabras y continuó:
—Los obedecerás como me obedecerías a mí. No permitiré que te pase nada malo, pequeña Ellie.
Se mordió el labio, las marcas que decoraban su trasero y piernas aún palpitaban con la evidencia de lo que sucedería si lo desagradaba. Levantó la vista cuando él guardó silencio, y mirándolo a los ojos, sus
