Capítulo 2 el hospital

1341 Palabras
La oscuridad empezó a desaparecer y ví a mí alrededor, aunque estaba algo borroso, pero pude darme cuenta que estaba en el hospital, mi muñeca estaba conectada a una de esas máquinas que miden tu pulso, mientras que la otra tenía una bolsa con un suero, tenía una pierna enyesada por causa de una fractura y unos puntos de sutura en el lugar donde el vidrio me había penetrado la pierna. Cuando pude visualizar todo a la perfección, recordé lo que me había pasado, como aquel auto se había volteado, dando giros en el aire, con todos los vidrios rotos volando por doquier y como terminamos mi hermano y yo de lastimados, una escena realmente traumática para cualquier persona. Ver a mi hermano sin poder moverse, sin siquiera pulso, me dejó sin ganas de volver a conducir en mi vida. En ese momento entró el doctor a la habitación – hola, que bueno que ya despertaste, me llamo Caleb y ¿tu cómo te llamas? - Sam – respondí de inmediato - ¿Dónde esta mí hermano? - ¿Hermano? Nadie me dijo que viniste con tu hermano, solo venías tu en la ambulancia – Me levanté rápido ante su respuesta, si yo era el único paciente en la ambulancia ¿Dónde demonios estaba mi hermano? ¿Lo habrían dejado atrás a morir? O mejor dicho ¿estaría muerto? - Por favor, nesecito saber de mí hermano – le supliqué al doctor - Bueno, trajeron a otros cuerpos después de ti y uno de ellos lo llevaron a emergencias, ya que estaba muy grave – Tenía que ser él, sabía que no me dejaría, mí esperanza volvió a florecer, sin embargo ¿Qué tan grave estaría? Esa pregunta la respondería después, ya que aún no era el momento. - Bueno pareces estar técnicamente bien a pesar de la fractura en tu pierna – dí un suspiro de alivio -Nesecito hablar con tus padres para que sepan que estas aquí, deben estar preocupados. Asentí y le dí su número de teléfono, después de llamarlos y decirles dónde estaba, llegó un enfermero respirando de forma frenética- Necesito hablar con usted ahora mismo, en privado – dijo viendo al doctor, el cual, al ver la seriedad en su rostro, se dio cuenta que yo no podía oírlo. Cuando se retiraron al pasillo me acomodé mas en la camilla. Volvieron y en sus rostros se les notaba lástima, como cuando ven un niño pequeño buscando a su madre. -Ya vienen tus padres, estarán aquí en menos de lo que canta un gallo – después se retiró de la habitación. Pasó un rato y llegaron mis padres, por las ventanas notaba su preocupación, pero la vi injustificada, hasta que mí madre corrió hacia mí para abrazarme. - ¿Estás bien? ¿No te pasó mas nada?- en sus ojos brotaban lágrimas y mi padre tomó asiento sobre una de las sillas que estaban en el lugar, con su mano sobre su frente y una expresión de sorpresa y tristeza sobresaliente. - ¿Qué pasó? ¿Qué dijo el doctor? – pregunté ante aquella escena. -Pues…- mi padre tomó aire antes de seguír – Tu hermano perdió mucha sangre, demasiada, antes de que llegara la ambulancia. - Sí, eso lo se, pero el está bien ¿No?- En eso sus rostros expresaron la respuesta que no quería saber, mí hermano mayor había muerto y no había solución, una triste realidad con la que tendría que vivir, pero no quería ¿Quién querría algo así? - No, eso no, por favor quiero verlo, por favor – Las lágrimas empezaron a brotar sin contenerse – Por favor, él no esta muerto, él dijo que no me dejaría, lo prometió. No, él no está muerto. Intenté levantarme, pero mis padres no me dejaron salir, de hecho cuando después de tanto luchar casi llegué a la puerta, mi padre me tomó y arrastrando, me llevó de regreso a la camilla. -No, suéltame, él me necesita, tengo que ir con él – Al darse cuenta de que no hiban a convencerme el doctor tomó una jeringa y me inyectó anestesia, no duró mucho tiempo para cuando perdí las fuerzas y el n***o de mis ojos volvió a aparecer. Una tarde fría y nublada mi hermano yacía dentro de una caja de madera, en un hoyo en el cementerio, la lluvia no dejaba de caer y el ambiente se hacía cada vez más triste, lo que ocurría era insólito algo que no debía suceder, teníamos mucho por lograr juntos, era la persona mas sabía que conocía. - ¿Quieres decir unas palabras? – Me pregunta mi padre. Sin pensarlo dí un paso al frente y me despedí de él - ¿Quién diría que la vida nos separaría? En un momento pasa la vida ante tus ojos y aunque tenías muchos planes que cumplir, como hacerte corredor profesional y estoy seguro que les abrias patiado el trasero a todos… - mi padre me gruñó - … Bueno, en pocas palabras, serías el mejor de todos, sin embargo, no te permitieron seguír tu carrera, cuanto lamento eso. Serías una persona especial, pero a los especiales así los trata el mundo cruel en el que vivimos. Regresé a mí lugar, antes de dejar salir mis lágrimas. Al terminar el funeral, todos mis amigos (A excepción de Jaden) se fueron de allí cada uno dándome palmadas en la espalda y diciéndome lo mucho que lamentaban lo sucedido, pero para mí no era suficiente, para mí eran simples palabras vacías que no valían nada, es como si solo sintieran lastima una vez y ya. Después de que todos se fueron de allí, ví a mí padre, quien con la mirada me quiso dirigir al auto, sin embargo, me negué a hacerlo, más él no quería escuchar ningúna de mis palabras, Así que solo le pedí unos minutos más y él aceptó con la condición de que Jaden viniera conmigo y yo acepté. Jaden y yo volvimos a donde se encontraba la tumba de mi hermano, yo me acerqué lo más posible al hoyo donde estaba enterrado, tomé un puñado de tierra y presionando la con la fuerza que me quedaba dije – No te preocupes Ricky, voy a averiguar quien nos hizo esto, voy a encontrar a la persona que nos causó tantas desgracias y por lo que estas ahora en este lugar, aunque sea lo último que haga – solté el puñado de tierra que tenía en las manos y volví al encuentro de Jaden, quien me esperaba a cierta distancia. - ¿Estás listo para irnos? – me preguntó con su mano sobre mí hombro. - Si claro, vámonos – Regresamos con mi padre y este nos llevó a la casa ( después de dejar a Jaden en la suya, claro) subí a mí habitación, me ví en el espejo del baño y mientras veía mi rostro mojado, recordé un momento en que Ricky y yo volvimos de la escuela en la que él me había ido a buscar y se nos accidentó el auto, tuvimos que regresar a casa caminando bajó la lluvia, al llegar a casa empapados completamente, mi madre nos esperaba en la puerta. -ustedes están locos niños, solo a ustedes se les ocurre correr en la lluvia a esta hora. - Mamá, si me hubiéra querido mojar no me habría llevado al enano aquí – me señaló. - Ey, no me digas eso. - Bueno, lo cierto es que tienen que verse al espejo, los dos parecen gemelos – dijo mi madre. - ¿Cómo así? Confunda pero no compare – respondí ante lo ya dicho. - Desiarias ser igual a mí, hermanito – - Primero muerto – Al volver de mi recuerdo ví que teníamos realmente un parecido innegable, pero ahora no era una maldición, como antes creía, ahora era un honor parecerme a él, estaba dispuesto hacer las cosas que él no pudo, en ese d ía tomé la decisión de volverme un corredor, costará lo que me costará.
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