Apreciada Cuando bajaron al llegar, Harris le informó a Lowles que el cochero tenía las manos lastimadas porque no tenía guantes para afirmar las riendas. Los que tenía se los había regalado su difunta esposa y se habían deteriorado mucho como para usarlos. La joven había visto más allá de la persona y había detectado que los necesitaba y la había cubierto. Lo mismo había hecho con Harris y el escolta al preguntarle por su experiencia usando los jabones. Tenía una mirada de negocios innata. Lowles miró a Harris y frunció el ceño. - ¿La dama es siempre así? - Siempre. - le dijo orgulloso - Trabaja para el dueño de la empresa de jabones. Lleva toda la administración... - La tratas como si fuera la duquesa. - le dijo burlón. - Es una dama que se ha preocupado por la gente del ducado

