Capítulo 4

448 Palabras
Louis mordió el interior de su mejilla cuando entraron a una tienda de helados. No era de esas reconocidas ni nada parecido, pero era linda y se sentía bien. Las paredes eran color celeste y ni una mancha había en ellas. Todo estaba tan completamente limpio y pulcro que hasta Louis se sintió sucio a comparación del lugar. — Es muy lindo todo —murmuró sin soltar la mano de Frank, que mantenía una charla amena con Ed, el hermano de Harvey. — Yo trabajo aquí. — Eres un heladero ¿o algo así? —Louis rió. — Soy mesero y no te rías —sonrió Harvey—. Por lo menos tengo helado gratis cuando quiera. — Eso es lo mejor del trabajo, deberías ayudarme a entrar a trabajar aquí. — No puedes, eres muy... pequeño. — ¿Estas de broma? —Bufó Louis sentándose en uno de los muchos asientos. — No, en serio, aquí tienen una seria obsesión con las personas altas —masculló el rizado frente a él. Era una completa mentira y él sabía que Louis no le había creído absolutamente nada. Aquella había sido una excusa demasiado estúpida y lastimosamente, la única que se le había ocurrido. Cada uno tenía a su respectivo hermano al lado y se sentían bien. Bueno, sólo Harvey y los niños. Louis contaba los minutos para largarse de ese lugar y llegar a casa para ver un poco de televisión junto a su sagrada merienda. Una chica llegó y saludó de forma amistosa a su acompañante. Después de eso, todos los chicos pidieron helados de chocolate y rápidamente se los llevaron. Frank y Ed hablaban de los programas que estaban dando en CN y las figuras de acción que cada uno tenía. Habían quedado en que se encontrarían en alguna de las dos casas y Louis escondió su rostro resignado. — Ey, hieres mis sentimientos —soltó Harvey mirándolo atentamente. — Diría que lo siento, pero no. Así que... — Tienes una boca muy linda enano, ¿lo sabías? Harvey rió sabiendo que ese comentario le molestaría. Solamente le gustaba como sus ojos se arrugaban en sus esquinas y trataba de ser un idiota con él. — Ajá… —rodó los ojos Louis, esperando ahora algún comentario inadecuado. — Me pregunto cómo se sentiría tu boca alrededor de mí... — ¡Me largo! —Gritó Louis y tomó la mano de Frank, quien trataba de zafarse, pero no pudo—. Eres un completo idiota, no vuelvas a dirigirme la palabra. — Los niños tienen un partido el domingo, creo que igualmente nos veremos, pequeño. — Déjame en paz. Louis se volteó junto al niño y escuchó un silbido. Cerró los ojos contando hasta diez y trató de irse antes de que volviera a usar esa boca sucia que tenía Harvey. — ¡Tengo unos condones en mi bolsillo para cuando quieras! 
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