NARRA ALESSANDRO.
No dejo de pensar en la posibilidad de que alguien tal vez ya sepa el paradero de mi hija. La emoción crece en mi interior al darme cuenta de que cada día estaré más cerca de tener a mi hija aquí conmigo, si tan solo tuviera la información exacta iría a buscarla; si el desconocido dice la verdad no solo me probara su lealtad sino también le daré su lugar en la organización.
Tocan la puerta de mi habitación y de mala gana voy y abro la puerta.
-Señor, usted pidió que no lo molestaran, pero debe de ver esto- dice uno de los hackers que trabaja para mí.
Me extiende su notebook y lo agarro, dejo en una cómoda y termino de abotonar mi camisa.
- ¿Qué es lo que quieres que haga con eso? - digo señalando la notebook y el agarra y teclea algunas cosas.
-Es una grabación de una de las cámaras de la mansión, precisamente en el calabozo en el que se encuentra Azumi- reproduzco el video, sé que encerré a Azumi en el calabozo, pero jamás creí que se trataría de ella.
-Entonces terminaste encerrada maldita perra- dice una de ellas y por su voz sé que es Diana.
-Te mereces esto y más asiática de mierda- dice otra y es una de mis concubinas principales. Anastasia Willians.
-Después de todo no terminaste como querías, tenías que tener en cuenta nuestras palabras, eres solo un juguete para el- dice otra de mis concubinas, Chanel Smith.
-Eres una mosquita muerta, de nada te sirvió ser parte de la Yakuza- dice Cloe Briand, la cuarta concubina principal.
Puedo ver como Azumi se asusta ante la presencia de esas víboras.
-Yo si pude tener una hija, intenté protegerla y alejarla de este maldito lugar- se levanta con dificultad debido a las cadenas que tiene- hice muchas cosas y me arrepiento de todo, pero jamás me arrepentiré de proteger a mi única hija mujer.
Acto seguido veo como le tiran algo que no puedo ver, Azumi se retuerce de dolor.>
Cierro la notebook y miro a mi subordinado.
-Encárgate de que nadie entre en la celda de Azumi, y que nadie vuelva a mencionar a mi hija a menos que yo de permiso- digo con rabia mal contenida.
-Si, señor- dice eso y se retira.
Lo último que me faltaba, que ahora la persona que menos quiero ver sea la causa de un nuevo problema. Si realmente es cierto lo que me dice, Azumi, no tendré más opción que retirar el castigo por traición; eso es lo de menos en estos momentos.
Miro la hora 19:15pm, me queda tiempo para llegar. Me acomodo bien la camisa y me pongo la corbata y el saco, pareciera que voy a un funeral que a un centro de modelaje.
Me encamino hacia uno de mis tantos vehículos, me subo en una de mis camionetas y salgo de la mansión seguido de mis guardias.
Llego al dichoso lugar, no tengo intención de entrar, miro mi teléfono y encuentro un mensaje de un número desconocido.
Te espero dentro.
¡Maldita sea! lo que menos quería hacer ahora tengo que hacer. Al adentrarme noto algunos que otros lujos, paredes, suelos, hasta asientos del mismo color blanco. Veo que me llega otro mensaje.
Siéntate en primera fila.
¡Hijo de puta! sí me entero que ese idiota me hizo una broma, lo buscare y yo mismo lo mataré.
Me dirijo al salón que se estará haciendo el modelaje ¿Acaso todo este maldito lugar tiene que ser blanco? sí adquiero este lugar le cambiaria este aburrido color.
Me siento en el lugar que me indico, demasiadas personas se encuentran en este lugar, destacando a millonarios y algún que otro famoso.
El desfile comienza y modelo tras modelo salen y muestran su nueva colección de ropa interior, pongo poca atención a cada chica que pasa, no estoy para conquistar, solo vine para encontrar la ubicación exacta de mi hija.
Pasaron algunas horas y el desfile termino, me llega un mensaje del desconocido.
Espérame en la oficina central.
Ahora tengo que esperar a un imbécil, quisiera saber desde cuándo, yo el gran líder tiene que recibir órdenes de un punto desconocido.
Me dirijo a la oficina en la cual quiere que lo esperé. Llego a la puerta y noto que hay personas dentro.
Cuando voy a abrir la puerta se abre y sale una mujer de baja estatura con la cabeza agachada, ella me mira y baja la mirada rápidamente y se retira. Al ingresar veo que todo en este lugar está adornado con colores oscuros y destaca el color vino tinto de las cortinas.
-Te estaba esperando, viejo amigo- dice el parado mirando una de las ventanas.
Es alto, cabello oscuro, su físico es casi igual al mío. Espera, no puede ser.
-Maldito hijo de perra- digo con veneno en mis palabras. El odio que siento comienza a recorrer todo mi cuerpo y veo como el muy sínico me mira con una sonrisa.
-También es un gusto verte, hermano- dice con paz y tranquilidad.
Yo estoy que lo mato, lo mataré, y lo haré mierda. Le haré pagar lo que le hizo a mi hermana.
Alessandra...
SOFIA TORALES.
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