—Lo lamento tanto señor Dylan Markle. No sabía que estas eran cosas de su hermana, si quiere voy inmediatamente a cambiarme.—le comenté saliendo un poco del salón.
—Cálmese señorita Fox, si le dije que se sentara es porque no me molesta en lo absoluto.—aclaró Markle con una tosca sonrisa en su rostro.— Y venga a sentarse que hay que hablar de una cosa— continuó hablando volviéndome a señalar mi puesto, camine toda apenada hasta mi asiento. Al llegar coloque mis manos en la mesa y él me agarro la derecha para expresarme mirándome a los ojos—Tranquila de verdad. No me molesta en lo absoluto—reclacó usando su más dulce voz.
¡Mi v****a lloro. Grito y se Derritió!
«Juro que al tocarme mi cuerpo tembló. Mis deseos sexuales hacia él van aumentando con rapidez» ¡Maldición! Y mi rostro formo una sonrisa cómo gesto de agradecimiento. Como gesto que me tiene a sus pies.
No le respondí. Me quede muda por su aclaración y el silencio sobresalio un poco hasta que despejo su voz.
—Bueno en fin. —trago saliva para aclarar su garganta— Necesito que preste atención a lo que le voy a contar—ordenó Markle retirando su mano de la mía. Asentí. Él comenzó a contarme uno de sus secretos.—Señorita Cristina, esto que le voy a decir sólo lo sabe una persona y esa soy yo... Bueno claro que en unos minutos usted también.—indicó inseguro, tal vez temia en contarme. ¿Qué tan grave puede ser, Dios? ¿Que esconde el Jefe?
—Entiendo a la perfección, no le voy a decir a nadie si eso insinúa usted señor —le aclaré, por si esa duda persiste en él.
—Cada vez su inteligencia me sorprende más —alajó con una tosca sonrisa. Es la segunda vez en la conversación que deja ver su sonrisa y por mí. «Dios, si supiera que mi inteligencia sólo sale cuando le da la gana porque mi estupidez brota siempre de mí.»—Me alaga señor, pero cuénteme que la intriga me mata—le confese.
—Señorita Cristina... Cómo ha de saber soy el joven multimillonario y mega empresario del momento, o al menos eso dice la revista Fors. Me temo que ese estatus se debe al fallecimiento de mi familia que fue causada por mi hermano adoptivo Liam, él creyó que matando a mis padres iba a heredar la empresa pero al morir ellos se leyó el testamento y el único heredero soy yo hasta mi muerte—suspiró—Mi hermano en busca de venganza quiere asesinarme para así quedarse con todo, por eso he contratado muchos guardaespaldas pero lamentablemente todos fueron asesinados el día de ayer. Por eso la contrate porque vi lo que es capaz de hacer y creo que estaré a salvo con usted. No quiero morir antes que mi hermano pague por todo lo que ha hecho. Ya sabe el peligro al que se enfrenta si decide quedarse ¡Y lo sé, le dije que al firmar el contrato no hay vuelta atrás pero haré una excepción con usted señorita Fox, sí así usted quiere! —confesó Markle.
Estaba totalmente impactada pensé que esto sólo pasa en las películas, ahora pienso que es mejor ser pobre que tener dinero, pero eso no me asusta yo estaba entrenada para enfrentarme a eso y más.
—No es necesario señor Markle aunque si me dejo impactada con lo contado, no me asusta. Le juro que mientras yo sea su guardaespaldas usted no tiene nada que temer, porque nada le pasara. Daría mi vida por la suya. Eso lo puede asegurar—Le dije sin quitarle la mirada a su rostro. Me mostre segura y él claro que confio enseguida en mí, pues su encantadora sonrisa lo reflejo al instante.
«¡Carajo! No podía creer que eso haya salido de mí, aunque si es verdad que no me asusta, no estoy segura qué daría mi vida por él.»
El señor Markle se sintió aliviado a oírme, se le podía notar en su perfecto y maldito rostro.
—Creo que tuvo un error señorita Fox, usted ya no es sólo mi guardaespaldas—rodo la silla para levantarse— Recuerde que también es mi sumisa—expreso puntualizando la palabra "sumisa" y luego se retiro de la mesa. —Salimos en diez minutos, la veo en la salida —indicó al llegar a la puerta del salón— Y... lamento decirle que no podrá usar ese vestido en las horas de trabajo.—finalizó diciendo para luego retirarse por completo.
Quedé inmóvil.
No dije nada en mi mente solo estaba "Guardaespaldas de día y sumisa de noche"
¿Cómo llegue a esto?
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Mierda.
Mientras caminaba por el oscuro pasillo hacia mi habitación en mi mente solo invadía esa pregunta, sin embargo al entrar a mi aposento se fue desvaneciendo poniéndome a pensar dónde rayos estaban mis cosas, las cuales busque con rapidez y cuando las vi tirada en el suelo junto a la cama me cambie y baje. Baje lo más pronto posible pero ya tenía 20 minutos de retraso. Dios, mi jefe me ha dejado claro que no le gusta la impuntualidad y por eso me vi obligada a correr.
Cuando llego a las escaleras, me paralice de los nervios al ver que el señor Markle me estaba esperando en la puerta con su cara arrugada y manos flexionadas en el pecho.
—¡Veo que para usted señorita Fox, es una costumbre llegar tarde!—Dijo molestó arrugando más su frente.—Escuche bien esto que sólo lo repetiré una vez—su mirada estaba fija en mí y odio transmitia—¡No vuelva a llegar tarde o sufrira las consecuencias!—amenazó. Me quedé en silencio, no sabía que decirle por eso sólo baje las escaleras con la mirada decaída y lo seguí.
A fuera estaba Alfred con el automovil listo esperandonos. Nos subimos y al estar ahí no me dirigió la palabra ni la mirada en ningún momento y estando allí sólo pensaba «En lo sexy que se veía molesto» Ya sé ¿como puedo pensar eso en este momento, no?. Llegamos a las 11 de la mañana a la empresa, él señor Markle fue directo a su oficina, yo me quede afuera con Amánda y trate de sacarle conversación pero ella ignoraba mi existencia. Creo que no le agrado mucho.
Pasaron horas y horas hasta que cayó la noche, en el edificio solamente quedábamos él señor Markle y yo «bueno Alfred también pero él estaba abajo en la entrada, esperándonos» Con la fría noche y la oscuridad del edificio el ambiente se volvió algo tenso ¡Lo que me asusto! A eso de la 9 de la noche, el señor Markle salió de la oficina lo que me alivio y todos mis miedos se fueron.
A penas salió me da unas carpetas las cuales cargo sin ningún problema, pero al subir en el ascensor para posteriormente subir al auto y emprender rumbo a la mansión. Mi jefe se pone enfrente de mí alterando todo mi cuerpo y luego detiene el ascensor en el piso seis, lo que hizo estremecer mis nervios haciendome tirar las carpetas.
Me agacho para recogerlas.
Y el señor Markle expresa suavemente—Déjelas ahí señorita Fox—Ordenó con autoridad hacia mí.—Y suba despacio.—indicó.
Sólo obedecí y mientras iba subiendo despacio, muy despacio, pude observar su perfecto m*****o lo que me entremecer aún más. Mis piernas temblaban, posteriormente mi jefe agarro mí hombro y me termino de subir para sorprenderme dándome un beso húmedo y profundo, tenía su mano derecha en mis nalgas y la izquierda incrustada en mi cabello. Despegue mis labios de su boca y los lleve por todo su cuello dejando salir mi deseo hacia él. Markle empezó abajar con suavidad el cierre de mi pantalón. —Te apuesto que es la primera vez que lo haces en un ascensor.—me susurro al oído el señor Markle. Mi jefe.
«Yo no quería hablar, sólo pensaba en que nunca se terminara esta sensación que causa él en mi cuerpo»
Mientras estaba a punto de encajar su m*****o en mi v****a, decidí responderle—Aunque desde el primer día he tenido deseos oscuros hacia usted señor. No sabré decirle porque es mi primera vez—al instante de terminar de decir la última palabra, él me soltó.
—Significa que usted es virgen señorita Fox—pregunto Markle sorprendido.
—Sí, ¿por qué hay algún problema señor? —Dije.
Markle se limitó a decirme que no y que me abrocharan el pantalón, puede notar que realmente le afecto que yo fuera virgen. Él se acomodó su vestimenta y con la mirada fija en mí, prendió de nuevo el ascensor el cual nos llevó a planta baja dónde Alfred nos esperaba con mucha ansias.
—Buenas noches señor Markle—expreso Alfred al verlo—Buenas noches señorita Fox —Siguió diciendo, abriendonos las puertas del auto.
El señor Markle, se sentó por su lado derecho como acostumbra hacer mientras le dio la orden a Alfred.
— A casa Alfred, por favor—
Mi cabeza estaba en total confusión, no sabía porque había reaccionada así ¡¿Será que no le gustan las vírgenes?! En todo el camino mire hacia la ventana y puede sentir su mirada acusadora en mí, pero al yo voltear me quitaba la mirada de encima, ¿Ha qué estara jugando?
¡Santo Dios!