-¿Me están tomando el pelo?- preguntó sentado en la isla de la cocina, con los cuatro frente a él.
El pelinegro lo miraba con cara de pocos amigos y tambien, sin ganas de estar en aquella situación. La mujer lo contemplaba con una sonrisa en los labios, más por lo satisfecha que había quedado por la ropa que le había colocado a la fuerza que por otra cosa. Zach, se había quedado contemplando fuera de los ventanales, la ciudad que se iluminaba del otro lado del gran rio y por ultimo Félix miraba a Zach con una mirada que Andrew no logró descifrar, pero tampoco se iba a tomar la molestia de hacerlo con el problema que ya tenía sobre él.
-¿Quieren que directamente me mate? Porque lo que me están preguntando es para un suicida en potencia- se quejó Andrew, dispuesto a levantarse e irse de aquella locura en el que lo habían metido.
Prefería perder su empleo antes que terminar muerto en cualquier callejón sin saber antes qué podrían hacerle.
-No te estoy obligando a nada Andrew Black- comenzó Luke con una mirada fría y calculadora- Pero te aseguro que tendrás protección las veinticuatro horas del día. Nunca dejaría que te sucediera nada. Sé que lo que te pido es una locura, pero… no tengo otra opción- terminó algo cansado.
Andrew lo pensó y tomó los papeles frente a él. Un contrato, donde decía que si él se hacía pasar por la pareja de Luke, él recibiría todo tipo de trato. Pagaría su universidad, los gastos en su casa, todo… pero a cambio, no solo tenía que fingir ser la pareja de Luke, sino que tambien debía de vivir con él para hacerlo “más convincente”.
-Yo no pienso vivir solo contigo- le dijo señalándolo y con los ojos entrecerrados.
-Y no lo harás. Elaine vive aquí, al igual que Zach, Félix y otros tres que no se encuentran ahora.
-Uno de ellos es mi hermano pequeño- comentó la rubia y le sonrió levemente.
-¿Bebé?- preguntó Andrew mirándola y ella soltó una risa, la cual Zach acompañó, volviendo a la conversación que se estaba llevando en la cocina.
-Sí, si- le contestó Elaine cuando logró calmarse un poco- Debe tener casi tu edad y se llama Alix- le dijo y le regaló una sonrisa.
-¿Cuántos…?- comenzó a preguntar, pero un carraspeo por parte de Luke lo interrumpió.
-¿Podemos enfocarnos en lo importante?- preguntó y clavó su mirada gris en los ojos de Andrew- Necesito saber si lo harás o no, porque si no, tendré que conseguir a alguien más.
-¿Por qué yo?- preguntó al fin.
-Necesitamos a alguien que se llame Andrew.
-Y ¿Por qué me piden esto?
-Ya te lo dijimos. El hijo de Luke corre peligro si la gente incorrecta se entera de él. Es por eso que tenemos a la mujer en un lugar donde no puedan encontrarla, pero… para que no sigan corriendo rumores de que Luke está esperando un hijo, creemos que lo mejor será que lo vinculen con un hombre. Después de todo, los hombres no pueden tener hijos- le contestó Elaine.
-Y ¿Por qué es tan importante ocultar al niño y a su madre?
Andrew había entendido todo aquello, pero lo que su cerebro no lograba asimilar era quien era capaz de tanto como para acabar con la vida de un niño pequeño. Si, alguien era capaz de tanto, era porque, estaba más que claro, ese tal Luke se juntaba con las personas incorrectas.
-Ya te lo dijimos, para que no caigan en manos incorrectas y que podrían utilizarlos para acabar con Luke- le contestó Félix algo exasperado ya.
-Pero… ¿por qué? Quiero saber el por qué. Porque si no mal lo recuerdo, ustedes me dijeron que mi vida correría peligro si aceptaba esto.
-Lo sé Andrew, pero escucha- comenzó Elaine y rodeó la mesa, colocándose a su lado y pasando una de sus manos por sus hombros- Solo necesitamos que hagas lo que te pedimos y nada saldrá mal. No podemos decirte más de lo que ya te dijimos, no por ahora, porque, estaríamos poniendo en peligro no solo tu vida, sino la de Luke tambien y eso… no lo puedo permitir, ni tampoco ellos.
-¿Por qué eres tan importante?- le preguntó a Luke, clavando su mirada en él.
Solo quería saber el porqué. ¿Era tan difícil contestar esa simple pregunta? ¿Qué tanto ocultaban? ¿Qué tan sucios trabajos tenían que no podían decírselos?
Lo entendía. No podían confiar en él si no lo conocían ni nada, pero… entonces, ¿por qué le pedían aquello?
Comenzó a sentirse mareado por tantas preguntas en su cabeza.
-¿Vas a firmar o no?
-¿Por qué tengo que firmar? ¿Mi palabra no sirve?
-Para esto no, porque… si lees bien la letra pequeña de debajo de todo… si abres la boca… yo mismo seré el que termine con tu miserable vida- los grises ojos de Luke lo miraban de una forma tan amenazante que Andrew sintió como si le clavaran un puñal en diferentes partes del cuerpo.
Decir que aquella mirada no lo había intimidado, ni darle miedo, era como decir que no le tenía miedo a las alturas.
¿Qué debía hacer? ¿Aceptar así no más y ver qué era lo que le deparaba el futuro corto que veía pasar frente a sus ojos?
Miró el bolígrafo que se encontraba unos centímetros alejado del borde de la isla, sin mucha confianza por todo aquello. Luego, levantó la vista y miró a los tres hombres frente a él y luego a Elaine.
Suspiró.
-De acuerdo- dijo tomando el bolígrafo y firmando al final de la hoja. Rezando porque nada malo le sucediera con todo aquello y tambien, que saliera ileso de todo ello.
***
Lo habían dejado en la puerta de su casa cuando Luke había decidido que era tiempo de volverse.
Elaine, le comunicó, antes de bajar de la limusina, que lo pasaría a buscar cuando terminara sus horarios en la universidad para que se instalara en la casa de Luke, a lo que Andrew preguntó cómo era posible que supieran tantas cosas de él. Y como ya lo había imaginado, no recibió ninguna respuesta.
Se tiró en la cama luego de sacarse el smoking que le habían hecho usar y que valía más que su propia vida.
Para tener todas esas prendas, ese pent-house, y todo lo que se imaginaba que debía de tener por todos los que habían estado en la fiesta, debía de ser alguien muy importante, pero ¿Quién? Él nunca había escuchado de nadie con el nombre de Luke Ivanov en su vida.
Se giró en la cama, intentando conciliar el sueño, lo que sabía, le iba a ser imposible. Esas miradas que le dirigían. Frías, algunas con celos, otras con envidia, otras con otros sentimientos, pero ningún positivo.
Se había sentido fuera de lugar en todo momento, y ¿Cómo no? Con toda esa gente que jugaban a ver quién era el que llevaba las prendas más caras del mundo o las joyas más pesadas.
Suspiró ante aquello y cerró los ojos, pero el sueño nunca llegó.
Rendido, seguro de que no conciliaría el sueño, se paró y se sentó frente al escritorio. Abrió su laptop y buscó en google el nombre del hombre del cual desde ese momento debía de fingir ser la pareja.
Se le abrieron los ojos a más no poder al ver todo lo que había escrito sobre aquel hombre.
Joven empresario de apenas treinta años. Ya era dueño de una cadena infinita de restaurantes, hoteles y casinos, repartidos por todas partes de mundo. Millonario le quedaba corto, pero, entonces ¿Quién era el que le quería hacer tanto daño como para asesinar a la mujer que espera a su hijo y a su propio hijo?
Miró varias fotos de Luke que se encontraban en diferentes revistas online y comenzó a sentir por todo su cuerpo una sensación extraña. Su estómago comenzó a ¿molestarle?
Cerró la laptop con algo de ira y se tiró nuevamente en la cama, con el deseo de por lo menos, lograr dormir las cuatro horas que le quedaban, y sin darse cuenta, cayó profundamente en los brazos de Morfeo.
Un leve golpe en su puerta lo sacó de su sueño y miró hacia aquella dirección, viendo claramente, la cabellera rubia de su pequeña hermana de tan solo seis años. Sonrió levemente y le hizo señas para que entrara.
La pequeña sonrió y corrió a los brazos de su hermano.
-Llegaste tarde ayer- comentó la niña e hizo un leve puchero- No me contaste mi cuento- dejó de abrazarlo, sentándose a su lado, y colocando sus brazos en jarra.
-Lo siento Gi- comenzó mientras le acariciaba la cabellera que era idéntica a la de su madre- Pero tenía que hacer un par de cosas.
-¿Hoy me leerás algo?- le preguntó entusiasmada, pero al ver a los ojos de su hermano, se percató, aun con la corta edad que tenía, que algo no iba bien, y que no podría leerle nada.
-Lo siento- se disculpó pasando su mano hacia una de las mejillas de la pequeña- Pero creo que ahora Ray tendrá que hacerse cargo de ello.
-¿Por qué?
-Porque… no viviré más aquí.
-¿Por qué?- le preguntó mientras veía que los ojos de su hermana se humedecían por las lágrimas que querían salir.
-Es… algo complicado- le contestó y le sonrió levemente- Pero no te preocupes. Te prometo que los fines de semana vendré a leerte.
-¿Lo prometes?
-Lo prometo- le dijo y acercó una de sus manos a la de su hermana con solo el dedo meñique levantado.
La hermana sonrió e hizo lo mismo que su hermano, juntando ambos dedos, en forma de la promesa que él le hizo.
-Te estaré esperando- le dijo finalmente y se bajó de la cama, dirigiéndose hacia la puerta- El desayuno ya está listo- y con aquellas palabras, desapareció de su vista.
Se duchó lo más rápido que pudo y se encaminó al a cocina, donde ya sus hermanos se encontraban desayunando, al igual que su madre, quien tenía en el rostro unas grande ojeras, lo que la hacía ver cómo un panda, pero enfermo.
-¿Fuiste al médico?- le preguntó Andrew mientras untaba un pan para su hermana pequeña.
Su madre lo miró, clavando sus ojos almendrados en los de él y negó con la cabeza.
-¿Cuántas veces te dije que debías de ir hace por lo menos una semana?- se enfadó, pero intentó controlar su tono de voz por sus hermanos.
-El dinero no nos alcanza como para que yo lo esté malgastando.
-¿Malgastando?- le preguntó sin poder creérselo y luego suspiró antes de continuar- Malgastar, lo malgasta Peter con las idioteces que compra- dijo señalando a su hermano de quince años.
-¡Oye!- se quejó este- Te escuché perfectamente.
-Lo dije para que lo escucharas- le contestó fulminándolo con la mirada, al igual que lo estaba haciendo su hermano.
Parecía una lucha para ver quién era el que terminaría “fulminado”.
-No tenemos dinero para que vaya a ver al doctor Drew- le dijo la madre con ese tono dulce que siempre utilizaba- Si tengo que hacerme todos los análisis de la última vez, no alcanzará para pagar el mes.
-Yo me ocupo de eso madre- le contestó llevándose la taza de café a los labios- Primero está tu salud antes que la hipoteca de la casa.
-Hijo…- quiso protestar, pero él la detuvo levantando una de las manos frente a su rostro.
-Conseguí un trabajo mejor del que he tenido nunca.
-¿En serio?
-Sí, pero…
-¿Pero?
-Tendré que irme por un tiempo.
-¿Irte? ¿Dónde vas a irte?
-Viviré con un amigo de la universidad, así me queda cerca del nuevo trabajo- mintió, pero aquello le habían dicho que dijera.
-¿Qué amigo?
-No tengo nueve años para decirte todo de mi vida madre, me voy esta misma tarde luego de que vuelva de la universidad- corrió la silla para poder levantarse- Espero que cuando vuelva hayas ido al médico.
-Hijo- lo llamó y Andrew se volteó para mirarla.
Odiaba mentirle, pero tampoco podía decirle la verdad.
-¿Qué sucede?- le preguntó al ver que su madre no decía nada.
-Cuídate ¿sí?
-Lo haré- le contestó con una leve sonrisa y tomando su mochila de uno de los sofá se encaminó hacia la puerta para poder irse a la universidad.