El siguiente día a primera hora, Andrés Ferraresi llegaba a la oficina de Rodrigo De Aza totalmente exaltado. No le importó que este estuviera ocupado, o no. Él solamente deseaba hablar con Rodrigo cuánto antes. — ¿Andrés? ¿Pero que te pasó? ¿Porqué vienes de esa manera? — preguntó Rodrigo De Aza muy preocupado al ver a su ex gerente general de esa manera. — Necesitamos dar inicio al plan hoy mismo, de inmediato, ya — exigía Andrés gritando. — Solamente cálmate. Respira profundo, y cuéntame, ¿Qué te sucedió? — dijo Rodrigo haciendo que Andrés se sentara. — Otra vez me volvieron a hacer una canallada en un hotel. Me dejaron esposado por horas. Gracias al cielo que una de las empleadas entró a la habitación y me liberó, porque de no ser así, todavía estuviera atrapado — explicaba André

