Vasili
Mi plan era hacer que ella se enamorara de mí. Seducirla, por así decirlo. Puedo obtener lo que quiero de ella por la fuerza, o puedo hacerlo con seducción.
Prefiero ambas.
Pero cuando Dimitri me llama, me explica la necesidad de que regrese a casa cuanto antes. Cuando el Pakhan da una orden, obedecemos. Él es nuestro líder. El padre de nuestro grupo. Un hombre que gobierna con puño de hierro pero que jura lealtad a los hombres bajo su mando. A cambio, nosotros juramos nuestra lealtad a él.
Él me rescató cuando era un niño pobre en las calles de Moscú. Me acogió. Me crió como si fuera suyo. Me enseñó los caminos de la Bratva.
A lo largo de los años, he ascendido en estatus y poder, convirtiéndome en el Brigadier. Soy el comandante de nuestro pequeño ejército, el que asigna trabajos, supervisa su ejecución y rinde tributo a nuestro Pakhan. Le aseguro a Dimitri nuestra lealtad con un cumplimiento meticuloso de sus expectativas. Cualquier hombre que se desvíe en su obediencia a Dimitri tendrá que responderme a mí.
Así que cuando Dimitri me dice que salte, pregunto qué tan alto.
—Prikhodite seychas— ordena, ven ahora, en el lenguaje familiar, áspero pero armonioso de mi tierra natal. No hay más tiempo para perder. Continúa explicándome que las circunstancias han cambiado y que me necesita aquí. Frunzo el ceño pero asiento, aunque él no pueda verme. Esta no era la forma en que quería orquestar su secuestro. Tenía un plan, y estaba funcionando a la perfección: ella estaba deslumbrada por mi atención y ansiosa por más. Mi plan era llevarla lentamente hacia la trampa que había preparado, pero ahora tendré que actuar de manera más agresiva.
Miro el reloj y noto que ella saldrá del trabajo en menos de media hora. Mi plan era llevarla a un restaurante elegante. Embriagarla con vino. Hablarle de las cosas que ocupan su mente. Hacerle preguntas sobre sí misma y fingir interés en lo que le interesa.
Ahora no tengo tiempo para la seducción lenta. Maldigo en voz baja mientras pienso en mis opciones.
Ella se ha quedado sin dinero para la semana y tendrá poco que comer hasta que le paguen el próximo jueves. En su casa tiene varios paquetes de fideos, un poco de pan y mantequilla de maní, pero nada más.
La pobreza es algo con lo que puedo trabajar. La obediencia será más difícil.
Pero conozco mi manera de tratar a una mujer como ella, y siempre obtengo lo que quiero.