Concentración Perdida

1806 Palabras
Capítulo 2 Concentración Perdida Tras el golpe con el escritorio, la parte de atrás de mi cabeza quedo cálida al tacto, era obvio que me había golpeado, sin embargo no tenía el coraje de mostrarme adolorido ante mis compañeros de la oficina, Sara se retiró hacia su puesto de trabajo y fue inevitable darle una sutil mirada a esa figura que en traje de sastre se veía tan sensual y en ocasiones provocativa, sin lugar a dudas y fuera del aspecto físico la ternura de esa mujer tenía a más de uno loco y enamorado en la oficina, tal como pude observar pues no fui el único desesperado quizá que observo a la joven caminar, incluso algunas de mis compañeras miraban a la joven con cierta morbosidad, Lo note en un instante, me hubiera sentido avergonzado de ser el único que lo hacía “¿pero qué más da?” pensé para mí, nadie podía negar que Sara era realmente hermosa. Volví a la realidad al devolver mi mirada al monitor de mi escritorio que apenas había encendido esa mañana, tomo en mi mano la libreta de tareas que solía mantener a la vista y revise lo que había anotado en ella y que sería mi programa a seguir ese día, pues había varios diseños que no había completado y que incluso estaban atrasados por un día o más. Luego de organizar mi día y una vez comenzaba a trabajar, lograba alcanzar cierta concentración que me hacía rendir en mi trabajo, junto con mi tabla de dibujo digital y unas cuantas ideas en la mente, sacaba en pocas horas las órdenes o correcciones que mi jefe o el cliente tenía en ese momento presentes, podía decirse que incluso era un poco el motivo de envidia de algunos de mis compañeros que incluso se quedaban hasta tarde en la oficina con tal de cubrir sus metas del día, pero que podía decir con respecto a mi talento, era lo único con lo que no solía ser modesto, pues si estaba en ese lugar desde antes de ser profesional, era porque reconocían mi trabajo. La concentración era total y siquiera el ruido de los teléfonos, la emisora popular que escuchaba mi compañero, podía entonces alejarme de mis tareas, pero había algo que lograba empujarme de mi silla y volver al mundo cruel que había vivido, pues en ocasiones a mi mente llegaban de la nada recuerdos de alguien que siquiera tenía el gusto de mencionar, pues ella estaba tan lejos que incluso a esa hora del día en donde ella estaba era más de media noche, no había caso ni tampoco alternativa, recordar siquiera que ella no estaba más solía sacarme por completo de balance “Si la odiara sería más fácil…” pensé para mí, dejando a un lado mi lápiz y llevando mi mirada al techo, pero tan solo provocaba que más y más recuerdos de ella llegaran a mi cabeza para entrometerse con lo bien que iba mi día. Me tomé un segundo para revisar mi teléfono celular, fue imposible no ojear si siquiera su contacto en el chat de mensajes archivados, si tenía una foto nueva de perfil o si ya aparecía como un contacto borrado, me sentí ridículo desperdiciando mi tiempo y mi atención en alguien que quizá siquiera me recordaba, o quizá era precisamente esa probabilidad de que ella pasara por lo mismo que me mantenía con la esperanza de que algo… no sé, pudiera seguir vivo entre los dos, tome mi tiempo para respirar y dejar mi teléfono celular a un lado al tiempo que estiraba mis brazos, mi compañero de oficina Camilo, me miro confundido, más no dijo nada, solo devolvió su mirada a su monitor y continuo escribiendo en el teclado, pero yo ya estaba harto, no había trabajado más de una hora y un pensamiento inoportuno sobre Jessica, me había apartado por completo de mi concentración. —Necesito un café…—dije en voz baja. Me levante de mi lugar y tome de nuevo mi teléfono celular, Salí de la oficina y me acerque a la máquina de café, salude con amabilidad a una de mis compañeras que allí estaba también, no preste mucha atención a sus gestos y tan solo tome mi taza de café y Salí al balcón del edificio para divisar el panorama de la ciudad, me gustaba ver como todas las personas iban de un lugar a otro, parecía que todos tenían un destino, un lugar a donde ir, y tan solo yo estaba expectante, esperando ir a algún lugar como todos esos desconocidos lo hacían. —¿Por qué siempre tienes esa expresión tan seria? —me dijo una voz femenina a mi espalda. —El café de la máquina sabe horrible… no hay manera de hacer mejor cara—conteste sin pensarlo mucho. —Pues a mí me gusta… solo debes añadirle más azúcar…—respondió ella. Volteé con paciencia y allí estaba, tan bonita como siempre e inoportuna como le gustaba ser, Sara había seguido mis pasos y se acercó a mí en cuanto Salí al balcón a respirar un poco. —Me gusta el café con poca azúcar…—le dije en cuanto la vi que se acercaba junto a mí. —Lo tendré en cuenta si te llevo un café algún día…—respondió ella con una inocente sonrisa. Me quede en silencio, su sonrisa a pesar de todo lo que pasaba en mi mente, fue como un leve descanso, eso y el café me habían dado un breve respiro, un eclipse en medio de todo lo que necesitaba pensar. —He visto que llegas en una moto roja… ¿Te gustan las motos? —pregunto con curiosidad. —No soy un gran aficionado, pero me gusta mi moto…— —¿Y no te da miedo…?, yo soy muy nerviosa hasta en el autobús…—confeso, Sara algo nerviosa. —Me he caído un par de veces… pero nada grave…—Conté sin vergüenza alguna. Ella me miro desconfiada, pero no le di importancia, quería parecer frío y distante, pero mi sonrisa de idiota no me dejaba montar mi gran actuación de lobo solitario y ella claramente sabía que me tenía donde quería, aunque era un total misterio sus intenciones sabía que su interés no era en vano, aunque yo no fuera tampoco poco atractivo, una mujer como ella estaba un poco al límite de mi rango de conquistas. —A mí si me da mucho miedo… si me monto en una moto debe ser con alguien con quien confié demasiado…—dijo ella con presunción. Me quede en silencio, pero el lado de mi mente pensó en la efímera invitación a tan solo dar una vuelta, aunque sería muy comprometedor para ella, en el mejor de los casos mi boca se mantuvo cerrada y la proposición solo en mi mente. —¿Por qué haces esa cara? —me pregunto, —¿No me dejarías dar una vuelta contigo en esa bonita moto? —insistió ella con una sonrisa coqueta. —¿Cuál cara? —reclame, —Creo que es una proposición nada sutil…— —Pues si la respuesta es “no” … está bien…— Sentí en mi cabeza el duro golpe de la manipulación, ella sabía perfectamente como yo la miraba en cada momento, a pesar del poco tiempo que llevaba en la oficina ella tenía claro que podía atreverse de esa manera conmigo, pues yo no sería indiferente, además mi sonrisa de idiota me seguía delatando. —Podríamos ir a comer algo, de paso podemos dar una vuelta…—le propuse algo arriesgado. Ella rio con descaro frente a mí, pero pues sabía que me había manejado a su antojo, sin embargo, yo no tenía ninguna queja al respecto, una cita era una cita y más con una mujer como Sara, era un “ganar o ganar” pensé. —Acepto, podríamos ir el viernes al salir a dar una vuelta… yo invito la cena…—dijo ella con entusiasmo. —Ok, es un trato entonces—responde. De manera casi natural, extendí mi mano para estrechar la de ella, pero ella se motor confundida, sin embargo, un segundo después ella estrechó la mía, y aunque me sentí ridículo por un segundo, todo casualmente había resultado bien, nunca esperé ella se acercara de esa manera, aunque la ocasión se había hecho perfecta. Ella terminó su café y entro de nuevo a la oficina luego de despedirse con un amable gesto, yo me quede en el balcón tratando de volver a la realidad, terminar mi café que sabia mal y despejar mi mente para volver a concentrarme en lo que era en realidad más importante que una cita o que una dama que ya no me ama, pero me extrañaría en mañanas como esta. Recostado sobre la baranda espere un par de minutos, mire fijamente a la calle y seguí pensando en las personas que pasaban, ya había pasado media mañana y eran menos las personas que en la calle se hallaban en ese momento, finalmente tome mi taza de café y por en medio de otros compañeros de oficina volví a mi lugar, mi pensamiento se hizo ajeno a la memoria de Jessica, y con la ilusión momentánea de conocer de mejor manera a Sara, halle la motivación necesaria para seguir trabajando, pues a mi cabeza llego una idea que completaría mis trabajos pendientes con el banco. Llegado el medio día mis compañeros, incluido mi amigo Camilo, se levantaron de sus lugares, conversamos un poco sobre lo que estábamos haciendo, pero él no se quedó ahí, solo su teléfono celular sonó y él se apartó para recibir su llamada, yo me quede en mi lugar y seguí dibujando en la tabla de diseño, honestamente no tenía hambre, preferí permanecer ese tiempo trabajando así podría incluso terminara temprano ese día, así no tuviera realmente un propósito para hacerlo. En un segundo, Sara llamo mi atención tocando mi hombro en el momento que paso a mi lado, pero ella no se detuvo, tan solo fue un gesto amable, tampoco trate de darle mucha importancia, solo la observe por un segundo y seguí concentrado en mis asuntos, aunque los recuerdos de Jessica llegaran de la nada, cuando estaba concentrado lograba sobrellevarlos, pues sinceramente pensaba que era ya ridículo el seguirme preocupado por algo así, ya era hora de dar un paso al frente y afrontar las cosas tal cual se presentaban, no sentí que fuera prudente el seguir sintiéndome miserable y depender de lo que pensara alguien que a la distancia permanecía en silencio, y yo en mi lugar tenía tanto por decir.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR