—¿De... De que hablas Dan?
León se sintió nervioso solo escuchar aquello. Miró hacia atrás, como si intentará encontrar espías en la habitación.
—Yo lo dije. Quiero ser libre. No quiero estudiar, ni pasar mi vida en el palacio, lo odio demasiado, me aburro ahí.
León retrocedió. Después de mirar detenidamente a Dan, se dio cuenta de que no estaba mintiendo.
—¿Hablas en serio?
Dan asintió varias veces.
—Sí. —después de demostrar una felicidad espléndida, su mirada cayó hacia abajo. Retrocedió y se recostó en la cama. —Todavía no sé cómo hacerlo. No quiero dejar a Tlorean desprotegido.
León no sabía de qué hablaba Dan, León, al igual que todos los nobles, no tenía ni idea del comunismo. Incluso si Dan se lo explica con manzanas, León no lo entendería.
En ese momento, la puert
