El despertar para Marcos fue mejor de lo que pudo imaginar. Maybe, su mujer, dormía a su lado, se veía encantadora con su pelo revuelto y su maquillaje a medio salir, no lo tenía corrido, más bien, se le había esfumado. Se movió, al parecer estaba incómoda, Marcos le acomodó la sábana, pero ella la tiró hacia atrás; hacía calor. Su cuerpo desnudo quedó al descubierto y los instintos masculinos se despertaron más de lo que ya estaban. Con su mano acarició la mejilla de la mujer y la bajó poco a poco delineando la figura femenina. Ella abrió los ojos al tiempo que se movía como una gata desperezada. ―Buenos días ―la saludó él, sin dejar de acariciarla. ―Buenos días ―respondió ella con una sonrisa. ―¿Cómo amaneciste? ―Con sed y con sueño. Él sacó del minibar un agua mineral y se la

