MASHA
Me doy los últimos retoques al maquillaje y examino cada detalle frente al espejo. Sonrío, complacida al ver lo perfecta que estoy. Mi cabello, oscuro como la noche y cuidadosamente ondulado, cae en cascada por mis hombros hasta la mitad de mis glúteos. Llevo un vestido rojo intenso, ajustado como una segunda piel, con detalles de pedrería que caen en patrones verticales y diagonales, destacando cada curva de mi cuerpo.
El diseño del vestido es de corte sirena, con una abertura alta en mi pierna izquierda, lo que le aporta elegancia y sensualidad. En los costados tiene una trasparencia que continúa el diseño de pedrería, dándole un aire moderno y audaz. El escote del vestido es pronunciado en forma de V, y tiene unos tirantes finos que resaltan la elegancia del vestido.
Escogí el color rojo porque es el color favorito de Eros. Y esta noche voy a llevar a cabo mi segunda etapa del plan. Le dije a mi hermano que les avisara a los integrantes del consejo que esta noche se haría una cena, porque tenía algo que anunciar, y quería que los mas allegados a la familia estuvieran presentes.
Hace una semana desde la última vez que lo vi. Una semana en la que Eros, el hombre que alguna vez me ignoró sin piedad, ha hecho todo para encontrarme. Ha aparecido en el campus de la universidad, donde estoy planeando hacer un doctorado, y ha acosado a Susan para que me convenza de hablar con él. Incluso ha mandado a sus hombres a seguir a Simón, mi mejor amigo, quien está abrumado, pero se ha tomado las cosas con calma. Eros está desesperado. Y no puedo evitar sonreír cada vez que pienso en eso.
Yo me he estado escabullendo, como sé cada movimiento logro escaparme cuando él piensa que tiene alguna posibilidad de atraparme. Es divertido verlo tan desesperado por hablar conmigo, cuando hace tres años solo se limitaba a ignorarme o tratarme mal.
Antes, yo era solo una sombra para él. Pero ahora... ahora soy el centro de su mundo. Es irónico y delicioso verlo en esta posición, atrapado en su propio juego de deseo y frustración.
La puerta de mi habitación se abre, dándole paso a mi madre. A pesar del tiempo sigue viéndose espectacular, trae un vestido n***o que se le ajusta a cada una de sus curvas, el cabello lo trae suelto, y tiene un maquillaje que hace que sus hermosos ojos azules resalten, la mujer no sabe lo que es la privacidad, dado que entra a mi habitación como si fuera la dueña del mundo.
Decidí alistarme en la casa de mis padres, ya que Simón y Susan tenían antes una cena con sus padres. No quería estar sola en el ático así que decidí venir aquí. Mi madre arquea una ceja y me mira de pies a cabeza.
Arquea una ceja, escaneándome de pies a cabeza con una sonrisa astuta.
—Voy a tener listo unas pastillas para prevenir los infartos —dice con tono divertido— a tu padre, a tu hermano y a... —se calla un luego continua— se van a volver locos cuando te vean.
Frunzo el ceño porque no terminó de nombrar a la ultima persona. Mi madre es como una bruja, todo lo sabe, por eso mi padre le dice Strega, que significa bruja en italiano.
Me encojo de hombros. Mi padre y mi hermano me tienen sin cuidado, sé que será difícil cuando todo esto me explote en la cara, tengo claro que mi hermano va a querer matar a Eros, cuando todo termine como lo tengo planeado, pero es un riesgo que estoy dispuesta a tomar, además, que primero le clavo un tiro en la frente antes de que pueda siquiera pensar que tiene alguna posibilidad de lastima a Eros.
—Procura controlar a mi padre, entonces —le digo, devolviéndole la sonrisa con un toque de desafío.
Ella suelta una carcajada profunda. Ambas sabemos que, aunque mi madre es una de las mujeres más letales de Londres, al final es mi padre quien la hace caer de rodillas... figurativamente y, a veces, literalmente.
—¿Y tú hermano? —pregunta con diversión.
—Eso también ya lo tengo cubierto —le cuento.
Sé que mi hermano, por otro lado, será un problema, pero he tomado medidas para que Nikki mantenga a raya a esa bestia protectora en la que se convierte cada vez que estoy involucrada. No necesito que nadie interfiera esta noche.
Ella asiente con aprobación, como si ya hubiera anticipado cada uno de mis movimientos.
—Tienes el carácter de tu padre —dice, mirándome con un brillo orgulloso—, pero la mente retorcida de tu madre.
Con esas palabras se da la vuelta y sale de mi habitación. Me deja pensando en sus palabras. Siempre he sabido que tengo el carácter de mi padre, pero hay cosas que también he heredado de mi madre, como el poder ser una buena estratega, el como manipular a mi antojo, y el saber mover las fichas en el tablero a mi favor.
Sus palabras son un cumplido para mí. Soy hija de dos personas poderosas y peligrosas, pero esta noche, soy mucho más que eso. Esta noche, soy la mujer que tiene a Eros al borde de la locura, desesperado por una atención que alguna vez me negó. Y cuando me vea, cuando finalmente esté frente a mí... la desesperación en sus ojos será mi victoria silenciosa.
Sigo mi plan sin prisa, anticipando cada segundo de lo que viene, saboreando la expectativa y la tensión en el aire. Eros me verá como nunca antes y, por primera vez, él será el que sienta lo que yo sentí todos esos años: la incertidumbre, la impotencia, el deseo desenfrenado que no tiene a dónde ir más que hacia mí.
Y cuando lo haga... el juego finalmente habrá comenzado.
Una de las empleadas me anuncia que ya ha llegado la familia Darrend, algunos de los integrantes del consejo, como Darko y Koji, también que ha llegado mi hermano junto con Nikki y mis sobrinos. Kali vendrá con su hijo y su esposo, Simón me envió un mensaje que ya venia en camino, y ahora solo falta que llegue Eros. Kali me envió un mensaje informando que habían tenido una reunión todo el día, y que al acabar Eros se había largado para Dios sabe donde junto con Vladislau.
Están teniendo problemas con tema de una nueva modalidad de asesinos a sueldo. Se hacen llamar lolitas asesinas, creo que son mujeres jóvenes, que tienen un aspecto de muñeca, son hermosas, tiernas, casi angelicales, pero en realidad son unas entrenadas asesinas bastantes peligrosas.
Tomo aire por la boca y dejo de salga por la nariz. No voy a negar que me siento nerviosa, necesito que todo salga según lo planeado. La puerta de mi habitación se abre y Simón entra, rompiendo la tensión en un instante. Trae unos pantalones azul eléctrico que le quedan como guantes, una camisa blanca remangada hasta los codos, y el cabello bien peinado. Su sonrisa de oreja a oreja es todo lo que necesito para sentirme segura.
—Después de echar un buen polvo —anuncia sin vergüenza alguna—, estoy listo para el espectáculo.
Cruzo los brazos y arqueo una ceja, conteniendo la risa.
—¿No habías dicho que estabas en una cena con tus padres? —pregunto, fingiendo sospecha.
Simón se encoge de hombros y me lanza una sonrisa descarada.
—En un restaurante también se puede echar buenos polvos— sonríe con picardía— si consigues un buen mozo que esté rico y también le guste los hombres.
Parpadeo, impresionada y divertida.
—¿Te has follado a un mesero? — digo, a medio camino entre la sorpresa y la incredulidad.
—¿Por qué no viviría esa experiencia? — responde con una mirada traviesa, dejando que sus palabras queden flotando con un aire de provocación.
—Eres terrible —sacudo la cabeza— aun no nos hemos casados y ya me eres infiel.
Intento sonar triste y decepcionado, pero estoy que me parto de la risa. Simón se acerca a mi y me atrae a sus brazos, mi pecho choca contra sus duros pectorales. Me da un corto beso en los labios.
—Puede haber muchos —susurra contra mis labios, su tono bajando hasta volverse casi un ronroneo—, pero sabes que ninguno se compara contigo, mi pequeño saltamontes.
Le doy otro corto beso, siguiéndole la corriente al juego que tenemos. Simón me pega mas a su cuerpo, sus brazos rodean mi cintura y aleja un poco su rostro para que nuestras miradas se encuentren.
—¿Estás lista para la segunda fase del plan? —pregunta con ternura.
Me muerdo el labio, devolviéndole una sonrisa confiada.
—Nací lista.
Asiente y me da otro corto besos. Realmente es un desperdicio de hombre. Simón es realmente guapo, con esa altura, ese cuerpo atlético, ese porte de chico popular, los hermosos ojos café, esa sonrisa tierna y un corazón enorme. Bueno, y también tiene enorme otra cosa.
—Deja de pensar en lo enorme que es mi polla —dice de repente, dándome una nalgada con una sonrisa descarada.
—¿Cómo sabias que estaba pensando en tu polla? —digo con las mejillas sonrojadas.
—Tienes ese brillo pervertido en esos ojazos grises —me responde burlón.
Nos separamos entre risas y nos tomamos de la mano.
—¿Susan? —le pregunto antes de que salgamos de la habitación.
—Abajo, con tu madre, botando la baba por tu padre y tu hermano —dice Simón, rodando los ojos con una mezcla de diversión y resignación.
Suelto una risa.
—Definitivamente a ella le aplica esa canción de "a mí me gustan mayores" —digo, entrelazando mis dedos con los de Simón mientras caminamos hacia la puerta.
—Oh, le gustan bastante mayores —responde Simón con complicidad—. Ella piensa que no me he dado cuenta de las miraditas que le lanza al padre de Eros.
Tomo aire, mi mejor amiga es como un torbellino. No le importa arrasar con todo con tal de conseguir lo que quiere, y también es bastante testaruda, cuando se encapricha con algo no hay poder humano que la haga cambiar de parecer.
—Como dicen, "el vino, entre más años, más exquisito" —le digo con un guiño.
Él solo sacude la cabeza divertido. Camina hacia las escaleras, trago con fuerza cuando llegamos a los primeros escalones. Mis ojos comienzan a escanear la sala de estar, están todos menos el que quiero que esté.
—¿Dónde está? —le susurro a Simón en voz baja, solo para que él escuche.
—No tengo ni idea —susurra él también— solo espero que venga, porque quería seguir follando, y me tocó detenerme solo por estar aquí.
Me esfuerzo por contener una sonrisa al imaginar a Simón interrumpiendo su "cena" para esta reunión.
Mi mirada recorre a los presentes. Mi madre está al lado de mi padre, que me mira con orgullo; Nikki sostiene a uno de mis sobrinos y me dedica una mirada cómplice. Mi hermano tiene en brazos a mi otro sobrino, pero sus ojos están fijos en Simón, y siento cómo mi mejor amigo se pone un poco tenso a mi lado.
Kali está junto a Call, que carga a su hijo, mientras sus padres y tíos la flanquean, observando con interés. Koji parece como si prefiriese estar en cualquier otro lugar menos aquí, con su típica expresión de indiferencia, mientras Darko está un poco más allá, con las manos en los bolsillos y un gesto de aburrimiento absoluto.
Simón y yo comenzamos a descender las escaleras, y mi mirada se cruza con la de mi mejor amiga, que está charlando animadamente con el padre de Eros. La veo lanzarle miradas discretas, y él le responde con un guiño. ¡Espero que no esté pasando nada entre ellos! Si sus padres se enteran, la matan; ¡le lleva al menos veinticinco años!
La inquietud crece en mi pecho. Eros sigue sin aparecer, y la ansiedad empieza a pesar en mi mente, haciendo que cada segundo se sienta más largo. De repente, las puertas de la entrada se abren de par en par, y cuatro hombres irrumpen en la sala con una algarabía que rompe la tensión acumulada.
Cruz viene riéndose juntos con Julián. Eros entra con el ceño fruncido y Vladislau mira a Kali, luego a Call, y hace una mueca de desagrado.
—¡Ya llegó por quien lloraba! —grita Julián con su típico acento.
—¡Eh, ave maría! —silba Cruz—. Cuide a esa mujer, Simón, que usted y yo no somos amigos.
Julián y Cruz se miran y sueltan a reír ¿Están borrachos? Mis ojos se posan en Eros, viene con unos vaqueros negros, una camisa azul, el cabello lo trae un poco despeinado. Lo veo tragar fuerte, y recorrer mi cuerpo con su mirada. Algo se refleja en esos hermosos ojos ámbar, pero rápidamente desaparece.
—Si no quieres perder un ojo —dice mi hermano en tono frío— te recomiendo que no desees a mi hermana.
—¡Mira, zarco! —Julián camina hacia mi hermano—. Tú puedes ser el hermano, pero ella es quien decide. Y si la hermosa dama decide probar este rico chocorramito, ¿Quién soy yo para impedírselo?
Todos observamos cómo Julián le habla a mi hermano, quien está a punto de sacar la pistola y pegarle un tiro.
—Mijo —Cruz toma a Julián por el brazo—, cálmate pues, ome, que no quiero tener que cargar tu cuerpo hasta Colombia. Sería un encarte.
—¡Nojoda! —grita Julián indignado— ¡Tu si eres bien malparido! ¡Mal amigo!
Cruz rueda los ojos.
—¡Que gonorrea tan fastidio! —dice Cruz con fastidio.
Mis ojos vuelven a Eros, quien no ha dejado de mirarme. Me observa a mí, luego a Simón, y sus ojos viajan a nuestras manos entrelazadas.
—Si no quieren que los eche a todos, partidas de bullosos, es mejor que se comporten —interviene mi madre, logrando que todos se callen.
Julián camina hacia mi madre, toma sus manos y la mira con una seriedad casi cómica.
—Mi señora —dice casi serio—, usted solo pida, que nada se le será negado por los méritos de mi infancia.
Todos intentamos contener la risa. El moreno es demasiado gracioso. También es guapo: alto, con bellos ojos verdes, un cuerpo atlético, una sonrisa de esas que mojan bragas y sabe cómo mantener la atención en él.
—Si no quieres morir, quita las manos de mi mujer —sisea mi padre, acercando a mi madre más hacia él.
—¡Eche! —bufa Julián—. Qué cule de aburridos. Los celos no son buenos; en la vida hay que aprender a compartir.
—¿Así como tú y Cruz se comparten a las mujeres? —dice Kali con burla.
—Eso se llama saber reforzar la amistad —Julián se encoge de hombros.
—Amor —Cruz le habla a Kali— es bobo lo sé —señala a Call— lo imaginé. Mi mente pensando cuando la podré tener a usted.
Call da un paso hacia adelante, y todos nos quedamos quietos. No es Call el que se acerca, sino su otra personalidad, la más posesiva y sádica: Death. Es interesante cómo dos personalidades pueden coexistir en un mismo cuerpo; mientras Call es educado, noble, casi como un príncipe, Death es todo lo contrario: siniestro, peligroso, letal, bastante celoso y posesivo.
—Mi hermano —Julián toma a Cruz por el hombro y lo pone detrás de él—, deja de tentar a la muerte.
—¿Quién dijo miedo, pues? —contesta Cruz, desafiante—. El que tenga miedo a morir, que no nazca.
Sacudo la cabeza y decido que es momento de comenzar el espectáculo. Simón se ha mantenido a mi lado, soltando nuestras manos para rodearme la cintura mientras todos hablaban. Él le ha estado echando miradas a Eros y, al notar que él nos observa, el muy hijo de puta de Simón me da besos en el cuello.
—¡Cállense todos! —grito— los he invitado a esta cena porque tengo algo que decir.
Miro a todos, que ahora están en silencio y con las miradas fijas en Simón y en mí. Levanto la mano derecha y dejo ver el anillo que rodea mi dedo anular. Mi padre se tensa, mi hermano lleva la mano a su arma, mi madre me observa con diversión, Nikki me guiña un ojo, y Kali lanza una mirada hacia Eros, quien se ha quedado petrificado.
—Simón me ha pedido que nos casemos —anuncio— y lo haremos a final de agosto.
Los aplausos estallan, y Simón me atrae hacia él, pegando sus labios a los míos. Me besa lento y suave, alargando el momento.
—Y una mierda —se escucha un grito.