Capítulo 5 – Sociabilidad

837 Palabras
Los negocios de los hermanos no eran cien por ciento legales y no tenían problemas financieros, tenían más dinero del que realmente podían gastar. La academia era de alta calidad y sus clientes formaban parte de la élite texana. El club nocturno también generaba ganancias mensuales muy altas, les estaba yendo bien, en verdad muy bien financieramente. Belinda se despertó temprano, al salir por la puerta notó que los hermanos seguían durmiendo, el piso de la cocina estaba limpio y ella fue a encargarse del desayuno. Todo fue rápido y práctico, había cafetera, huevos y pan en la heladera, hasta encontró jugos congelados. Colocó a descongelar algunas botellas para que estuvieran listas para beber más tarde y, mientras la cafetera hacia su trabajo, fue a inspeccionar el resto de la casa. Más tarde, notó con sorpresa que Benjamín y Ezequiel salían de la misma habitación en bermudas, entendió que estaban durmiendo juntos y pensamientos erróneos cruzaron por su mente. Belinda se reprendió mentalmente, juzgando a dos hombres por los preceptos machistas que aprendió en casa. En los días que siguieron, Belinda se dio cuenta de que los hermanos eran cercanos y que ella no tenía mucho que hacer en la casa, el equipo de limpieza venía tres veces por semana, Ezequiel solía dejar la ropa tirada, pero Benjamín siempre guardaba sus cosas y las de su hermano. El baño de la habitación en la que dormían estaba impecablemente limpio, la ropa no se lavaba en casa, por lo que su tiempo estaba mayormente libre. Ella leía durante la mayor parte del tiempo y los hermanos siempre buscaban la manera de estar cerca, de hablar, incluso con ella huyendo constantemente de la presencia llamativa de cada uno de ellos. Belinda ya extrañaba el gimnasio y la natación, nunca se había aventurado en la piscina de la casa, ni siquiera había preguntado si podía usar la piscina, pero sus ojos brillaban cada vez que la miraba. Era el final de la tarde cuando Benjamín apareció por la puerta de la entrada. Como no solían volver hasta las seis de la tarde, ella se había puesto un biquini y estaba tomando el sol sobre una toalla extendida. No había notado su presencia hasta que sintió su mirada ardiendo en su dirección, se sentó y usó la toalla para cubrirse. Las manos en puños le hicieron pensar que Benjamín estaba enojado con ella por usar la piscina, trató de explicarse: – Pensé que no tenía problema en usar la piscina, ya terminé mi trabajo, no sabía que le molestaría. – No es rabia, pajarito. Es deseo, tu inocencia te pondrá en peligro. Entra y aléjate de mí. Belinda no podía explicarlo, pero se sentía más herida que asustada porque le había dicho que se mantuviera alejada de él y Benjamín se dio cuenta de esto, ella era tan transparente como el agua. Él la sostuvo del brazo cuando pasó junto a él. – Si quisiera llevarte a la cama ahora, ¿lo permitirás? Belinda se ofendió, él ni siquiera había mostrado interés y pensaba que podía arrastrarla a la cama. – Quítame las manos de encima, fui contratada para limpiar la casa, no para eso. Benjamín sabía que la había ofendido, no era bueno con las mujeres, ella se sentía dolida por mandarla a alejar, pero también la ofendía que la invitara a su cama, no entendía a las mujeres. – No quise ser grosero, pero verte así me hizo difícil controlarme. Su mano todavía estaba en su brazo y el agarre era fuerte, el tamaño la intimidaba, la expresión más que firme en su rostro también. – ¡Por favor! Ezequiel dijo que no tenía que tener miedo de ninguno de los dos. Déjame ir, me vestiré. Benjamín la soltó, desesperadamente necesitando de control, un chapuzón en la piscina ayudaría. Así que se quitó la camisa que llevaba puesta y los pantalones cortos, solo recordando que se había quedado sin ropa interior demasiado tarde. Vio la expresión de miedo en su rostro y supo que Ezequiel había omitido decirle el hecho de que esta mujer que parecía más un pájaro asustado, no tenía experiencia en el sexo. Saltó al agua, si se acercaba demasiado Belinda podría tocarla sin su permiso y eso era lo que menos deseaba. Tenía demasiados defectos, probablemente sus dedos de las manos y pies no serían capaces de enumerar los errores que ya había cometido, pero no era una persona enferma como el padre que él y Ezequiel tenían. Nunca forzaría a una mujer, incluso si la deseaba. La chica ni siquiera sabía el peligro que corría al pararse junto a él en bikini. Mientras Ezequiel mantenía sus aventuras, él se había distanciado de las mujeres por algún tiempo, ya que se había cansado de la vida promiscua. Aunque nacieron en el mismo año, el hermano tenía un espíritu más joven. Si bien Benjamín era más antisocial, no era un hombre de cortejo y no negaba a nadie que los moldes sociales vigentes no le agradaban.
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