EPÍLOGOLos días que siguieron se me hicieron extraños. No estar sujeto a un horario concreto para levantarme o para comer era algo a lo que no estaba acostumbrado. Carreras y Boira me habían llamado en varias ocasiones, pero no les había contestado. No quería saber nada de ellos. Había pasado página y no había vuelta atrás. Curto y Elvira también se habían desgañitado intentando convencerme de que recapacitara, pero tampoco les había hecho caso. No sabía qué sería de mi futuro, pero no era algo que me inquietara. Nunca había tenido grandes ambiciones. Me conformaba con tener un sitio donde dormir y poder comer lo necesario para sobrevivir. Poco más. Ni tenía familia, ni me gustaba viajar. Y gastaba en ropa menos que una monja de clausura. Con el tiempo había acumulado algunos ahorros que
Escanee el código QR para descargar y leer innumerables historias gratis y libros actualizados a diario


