La mañana había llegado y aunque el Jeque no se sentía mejor, al menos estaba más ligero, haber compartido su carga con su madre, le había hecho tanto bien como pensaba, hoy tenía nuevas fuerzas, más ánimos y más ahínco de encontrarla y esta vez no volvería sin ella. El desayuno se llevó a cabo casi con normalidad, si no hubiese sido por Zahra, que no perdía oportunidad de llamar su atención, a lo que Zahir bufaba divertido y enojado. Pensando en que aquella mujer podía ser muy fastidiosa. No entendía qué Zabdiel no la amaba y no la amaría nunca, porque solo tenía ojos para Isabella. Sus estúpidos intentos por llamar la atención no hacían más que irritar al Soberano. El desayuno había terminado, aunque Zabdiel, había ingerido muy poco. Se preparaban para marcharse nuevamente, cuando Nazi

