Capítulo 4
La guerra siguió abundando en el mundo, el equipo poco a poco empezaba a desmoronosarse, la peligrosa ambición de Orochimaru iría aumentando cada vez que veía la cruda realidad del mundo ninja. Tsunade salía de su depresión gracias a la ayuda de Dan, su actual pareja, regalándole en el proceso aquel preciado collar que le pertenecía al Shodaime Hokage como muestra de amor a él. Jiraiya se perdía en el sendero de la vida, espiando a las mujeres como hobbie y a su vez, escribiendo un borrador para realizar su próximo libro.
Pero un día que todos temían desde su más profundo corazón había llegado, y…
Sin darse cuenta….
Fue su última misión… en conjunto…
- Cambio de escenario. –
Habían pasado 5 años y la guerra siguió continuando. En el medio de un ambiente putrefacto, aquel lugar que era tan hermoso, ahora no era más que un lugar sin vida, lleno de pilas de cuerpos sin vida.
En esas tierras, se encontraban 4 personas…
3 eran shinobis de la hoja, de pronto, una imagen alumbro por unos segundos al ninja de Konohagakure no Sato, en él se veía a un feliz Jiraiya, aquella sonrisa deslumbraba un brillo lleno de alegría e inocencia, una expresión estoica y curiosa en Orochimaru y, por último, una sonrisa leve de parte de Tsunade, la princesa babosa.
Inesperadamente esa imagen comenzó a desmoronarse, rompiéndose parte por parte, la sonrisa resplandeciente de Jiraiya, ya no existía, ahora era la expresión de un hombre hecho y derecho, su mirada irradiaba seriedad. Al igual que Orochimaru, su rostro era serio, pero siempre manteniendo su esencia tranquila. Tsunade ya no desprendía esa sonrisa leve y cariñosa. No, ya no era más que una expresión serena, y una media sonrisa seria.
Los jóvenes shinobis observaban fijamente a una figura. Era un hombre bastante musculoso de estatura media, con cabello largo y rubio que llega hasta la espalda y una cicatriz prominente en la mejilla derecha, sus ojos se retrataba con una normal y la esclerótica blanca y el iris de color marrón. En el lado izquierdo de su abdomen, llevaba una distintiva cicatriz en forma de cruz recibido de la implantación del saco de veneno de una Salamandra Negra en su cuerpo. Tenía un sombrero oscuro en la cabeza y la parte inferior de su cara se oculta en su mayoría por un respirador de casco, que se utiliza para mantener su propio veneno en la bahía y que difieren de las usadas por otros ninjas Amegakure, ya que era más grande y sobre todo ofrecido dos cartuchos de filtro en vez de la típica. La parte superior de esta máscara llevaba el símbolo de su pueblo y se reflejó en cuatro muescas en la parte que cubría su boca. Y esta figura, era el mismo Hanzo.
- ¿Eso es todos lo que tienen, mocosos? – Hablo Hanzo, su tono sonaba estoico y decepcionante, aunque no negaría que aquellos jóvenes lo divirtieron y le dieron una impresionante batalla.
No hubo respuestas algunas, solo el silencio pareció dominar el intranquilo y sangriento ambiente, las miradas brotaban una interminable tensión e seriedad, hasta un lento, pero tan lento y sereno suspiro se puedo escuchar, de repente, la brisa apareció rodeando por unos segundos aquella fértil tierra.
- Quien diría… que los shinobis con el pasar del tiempo, se vuelven cada vez más débiles que sus antepasados – sus pupilas observaban con un pequeño destello de respeto y curiosidad hacia sus oponentes –
Los alumnos del Sandaime Hokage, estaban en silencio, solo escuchando lo que su oponente decía, aun así, la guardia la mantenían, estaban en plena guerra, no podían perder la atención incluso si los demás shinobis fueran débiles, después de todo, el mundo shinobi funcionaba a través de la estrategia y fuerza por igual, la imponente figura de Hanzo y estando encima sobre una salamandra no ayudaba mucho que digamos, tomando en cuenta que era un hombre poderoso y temido por las naciones elementales
- Tal como predije… Konoha ganaría esta sanguinaria guerra. – sus ojos se cerraron por unos segundos y nuevamente los abrió, sin perder de vista a sus enemigos. – Por lo tanto, los dejare con vida. – termino de decir.
- ¡No digas tonterías! – Grito un enojado Jiraiya, quien estaba siendo sostenido por Tsunade.
- Detente, Jiraiya. – confronto Tsunade a su tonto compañero, mientras Orochimaru observaba a sus compañeros.
Hasta que, de repente, Hanzo hablo nuevamente, acompañado de su estoico y sereno tono de voz y sin olvidar esa fría mirada.
- No digo tonterías, Gaki. – observo con tranquilidad a Jiraoya, comprendiendo un poco su actitud, después de todo, ¿Por qué un Shinobi sanguinario perdonaría a 3 shinobis de la Hoja? – Miren a sus alrededores… este campo de batalla. – expreso, cruzándose de brazos, notando como los 3 jounin, veían a los alrededores por unos segundos. – Han sobrevivido en esto, incluso ahora mismo. – un suspiro leve salió de sus labios y lentamente sus parpados fueron cerrando – desde ahora, yo Hanzo, los nombrare….
- Densetsu no Sannin (Los tres ninjas legendarios). – termino de hablar con un tono imponente como sereno, seguidamente se dio la vuelta, dándole las espaldas a sus rivales, mientras una culta sonrisa se formó. – algún día, me lo agradecerán. – poco a poco su imponente ser, se desvaneció como si nunca hubiera estado allí.
Los ahora renombrados Sannin se sorprendieron por la última acción de su tan temido y respetado enemigo, si bien no sobrevivieron porque si, habían estado enfrentándolo por casi 9hs incluso serian 19hs en total si contamos que también se enfrentaron a incontables shinobis enemigos y sus cuerpos estaban bastantes adoloridos, al ser, sobrellevado a sus límites y por no decir, estaban agotado con sus reservas de chackra, realmente era un milagro que estuvieran vivo.
Pasaron 30 minutos y finalmente, salieron de su trance. Se miraron entre ellos por unos segundos. Asintieron, y luego, procedieron a retirarte, ayudando a Jiraiya a pararse, seguidamente decidieron volver a Konoha. Este día, fue el que dio inicio a todo lo que conocemos, el día en el que destino decidió dar un empujón, y el día que los shinobis no olvidarían.
El tiempo como siempre indiferente e cruel antes lo sucesos, Los Sannin poco a poco fueron ganando reconocimientos en la Sanguinaria guerra, incluso ganándose el respeto de poderosos ninjas de cada aldea, pero como siempre no eran los únicos destacados. Pues otro ninja de Konohagakure no Sato había destacado, aquel que fue apodado “Konoha no Shiroi Kiba” (“El Colmillo Blanco de Konoha”) incluso se llegó a rumorear que era más poderosos que los Densetsu No Sannin.
Tambien hubo una kunoichi de Sunagakure no Sato, la cual fue apodada como la “Iryō-yō ningyōdzukai” (Titiritera medica). Una Kunoichi que atacaba junto a su hermano Ebizō, atacaba ferozmente a sus enemigos a bases del veneno, área donde era una experta, siendo solamente contrarrestada por las habilidades medicas de “Ano Namekuji-musume” (La princesa Babosa). Asi era como le decía a su rival en forma de burla y respeto, teniéndole un rencor a ella y años más tardes al colmillo blanco por matar a los padres de su nieto, Sasori.
Time skip: 3 años después.
La guerra pronto estaba llegando a su fin, en el monte estaban 3 shinobis, específicamente los tres legendarios ninjas, Jiraiya, Tsunade y Orochimaru, observaban el campo de batalla, apreciando la diferencia entre el monte lleno de vida y luz. Y la fértil y desolada tierra que fue usada como un campo de matanza.
- ¿Cuánto tiempo… seguirá esta batalla? – pregunto una cansada Tsunade, cruzada de brazos, observando la fértil tierra. - ¿Qué debemos hacer para detener la guerra? – confundida y en busca de repuesta siguió preguntando a la nada, mientras se escuchó un “hmp” de parte de Orochimaru y una mirada seria de Jiraiya.
- Como si hubiera una manera de detener esta guerra, el odio engredara más odio – expreso sabiamente con los ojos entre cerrados –
- ¡Pero! – Intento decir algunas palabras Tsunade, para que al fin y al cabo no pudiera decirlo, al no saber la repuesta.
Jiraiya, veía tranquilo la discusión de sus compañeros, su rostro giro y sus pupilas curiosas miraron con magnifencia y fulgor al incandescente Astro. Y susurro sin pensar aquellas palabras.
- No se la respuesta. - admitió el sabio de los sapos. – pero… sé que algún día llegara la añorada paz – el silencio permaneció en el lugar por unos instantes. –Mientras existan personas perseverantes y creyentes en la paz, la esperanza existirá para este mundo. – termino de proferir. Ganándose una esperanzadora sonrisa de Tsunade y un desvió de mirada de parte de Orochimaru.
Entre ellos, un sapo interrumpió al silencio, causando que jiraiya se le acercara y de paso puso su palma abierta debajo de su boca, ocasionando que el sapo abriera su boca y con su lengua la coloco en la palma de su invocador, acto seguido, desapareció en humos. Cuando Jiraiya leyó el pergamino, no puedo evitar desorientarse y asombrarse por lo que leyó, habitando en consecuencia, el arrepentimiento y la culpa.
Tsunade como la Medic-nin que era, noto como actuaba su compañero, así que para saber la situación este se le acerco y poso su mano en el hombro de su alto compañero, preguntándole que había sucedido.
- ¿Qué sucede, Jiraiya? – pregunto suavemente.
- E-eso tres han muertos…- hablo con dificultad, Jiraiya, entre el asombro y no creyendo tal cosa. – Intente tomar decisiones acertadas… - sus puños cerraron fuertemente. – creí que era lo que el destino me lo reservo…
- Jiraiya… - murmuro suavemente Tsunade, por el otro lado, Orochimaru veía un poco compasivo a su amigo, aunque no lo demostrase.
- Al final… creo que hice lo correcto, Pero… tal vez esté equivocado – lamento entre lágrimas, de las cuales caían sobre su rostro tranquilo y optimista. Y luego, sorpresivamente sintió unos brazos que rodeaban su cintura, dándose cuenta que Tsunade le habría abrazado, si fuera otro momento el estaría parloteando de alegría, desafortunadamente ahora no era el momento. Solo se quedó parado, limpiando sus lágrimas con sus manos.
- Lo lograras, siempre y cuando sigas creyendo. –expreso suavemente Tsunade, no importándole si su amigo no correspondió el intencional abrazo.
- Si… aún estoy en el medio del viaje – comento, tratando de controlar los sollozos que tantos años contuvo dentro de su ser, por las despreciable y odiada guerra. El ser un shinobi no era nada fácil, más si nacieron en plena guerras y lleguen a observar lo cruel que era ser un verdadero shinobi a una edad temprana, esperaba que las otras generaciones tuvieran que ver lo cruel y horrendo que podía ser una guerra.