Cuando Aurora recuperó la conciencia, sintió que dos pares de manos la sostenían de sus extremidades. Aún estaba con los ojos cerrados, pero consiguió escuchar la voz desesperada de Janoc diciéndole “¡Señorita!” Luego de eso, volvió a perder el conocimiento. Cuando despertó al fin, lo primero que vio fueron los ojos llorosos de Janoc, quien la estaba sosteniendo de su mano mientras la llamaba por ese molestoso mote. Pero, en esos instantes, fue lo que más le agradó escuchar. - ¡Señorita! ¡Oh, gracias a la Diosa! – dijo Janoc, abrazándola. - Lamentamos la tardanza – dijo una conocida voz que creyó que no volvería a escuchar nunca más. La muchacha giró la cabeza a su otro costado y se encontró con la pacífica Violeta quien, en esos momentos, la sostuvo de la cabeza

