Capítulo 3
- Eve… - siento una mano sobre mi hombro – Eve, despierta – abro los ojos – Eve…
- Ania…
Me enderezo, miro mi teléfono, son diez para las cuatro.
- Oh Eve… te has perdido una velada excelsa
Sonríe.
- ¿En serio?
- Sí, ha sido maravillosa – Anastasia no deja de sonreír – Alexander es mucho más guapo de lo que recordaba – sus ojos están iluminados – Y te lo juro, sentí mariposas y oí a las aves cantar, sé que es el indicado y creo que él también sintió lo mismo por mí
- ¿En serio?
- ¡Sí! – me toma de las manos – Creo que también le gusté – sonríe a más no poder – Sé que seré muy feliz con él y que me amará profundamente
- Genial, espero que así sea…
- Y tomaremos el té dentro de un rato, en el salón del palacio
- Genial
- Ahora no puedes faltar – me pide mi hermana – No puedes ofender las invitaciones de su majestad
- Está bien – contesto, sintiéndome ida – Lo haré…
- Genial, entonces ve alistándote
- Sí…
Miro mi reloj, ya son las cuatro.
- Estoy tan feliz – me abraza – Y me alegra ver que estás de mejor humor
- Sí…
La aparto, me levanto de mi cama y camino hacia mi maleta.
- Eve – es mamá – Apresúrate para que los estilistas te peinen – suelta un suspiro – No sé por qué te encanta llevar el cabello tan largo si nunca lo peinas
- Porque me gusta
Contesto, lanzando toda la ropa fuera de mi maleta.
- Usa el vestido que te compré la semana pasada
Tomo unos pantalones de equitación y una camiseta.
- Usaré esto
- ¿Estás loca? – mi madre me mira con las manos en las caderas – Vístete con algo más aparente para un té con la reina, dios… me pones de los nervios…
- Lo sé, pero después iré a cabalgar
- ¿Y quién le ha dado permiso para poder usar los caballos de su majestad?
- Por favor Eve, no lo hagas difícil – pide mi hermana – Coopera conmigo…
- Eso hago – me quito la ropa, mi mamá suelta una exclamación de indignación – Y esto es lo que usaré en el té
- Eres imposible Genevieve – mi mamá me toma del brazo – Ponte algo bonito y ve a peinarte
- No quiero madre
- Entonces no irás, ofende de nuevo a su majestad
- No me importa ofenderla, iré a montar a caballo y es lo único que quiero
- Eve… por favor…
Suplica mi hermana, la puerta es golpeada, las tres detenemos nuestra discusión. Tomo mis botas de montar y salgo de la habitación, seguida por mi madre y mi hermana. Uno de los asistentes abre la puerta, es el príncipe con otros tres jóvenes, todos sobre caballos.
- Alteza…
Mi hermana y mi madre hacen una reverencia, ruedo los ojos y hago una también.
- Señorita Eve… - alzo la mirada – Creí que habíamos acordado a las cuatro
- Eh… - mi madre y mi hermana me miran – Sí, lo siento, mi madre insistía en que use vestido y yo le decía que era imposible cabalgar con vestido
- En ese caso, y viendo que ya está lista, podemos irnos
- Pues vámonos
Me calzo las botas y camino fuera de la casa de huéspedes.
- Lamento no ofrecerle un puesto en este paseo, señorita Anastasia – se disculpa el príncipe – Pero usted confesó su aversión a cabalgar en la última vez que nos vimos – mi hermana asiente con la cabeza – Y lamento no poder asistir en el té de la tarde, sin embargo, mi madre las espera… - me mira - ¿Nos vamos?
- Ya dije que sí… - me subo a uno de los caballos – Hola
Saludo a los demás.
- Hola
Me saludan ellos.
- Señorita Eve, ellos son Ulrich Schneider, Mohamed Kan y Eleazar Gómez, mis amigos de la universidad que han venido a pasar el verano con nosotros
- Oh, encantada – río – A ustedes no les tengo que hablar de usted, entonces
- No, descuida
Dice Eleazar.
- Genial…
- Caballeros… - me mira – Dama – sonrío – Comencemos
Sigo a los chicos colina abajo hacia el lago y de nuevo montaña arriba hacia el territorio del mapache ladrón.
- ¿Es cierto que atacaste a Alex con un anzuelo?
Pregunta Eleazar de pronto.
- ¿Qué? ¡No! – miro al príncipe - ¿Qué les dijiste?
- Que una joven me pescó con un anzuelo
- Fue un accidente – aseguro, los demás solo ríen – Aunque fue divertido
- Lo mismo digo
- ¡Oh! – exclama Ulrich – Miren allá, unas crías de osos
- Será mejor alejarnos de este territorio – el príncipe cabalga en otra dirección, su amigo toma fotografías con una cámara – Los osos son temperamentales cuando se trata de sus bebés
- Yo también quiero tomar fotos, pero dejé el móvil… - me lamento – Aunque en casa he visto muchos de esos
- ¿De dónde eres, Eve?
Pregunta Mohamed.
- Colorado – contesto sonriente – Vivo en medio de las montañas
- ¿Entonces te gusta el alpinismo?
Pregunta Ulrich.
- ¿Con cuerdas y poleas? – pregunto, los demás asienten – Nunca lo he intentado, pero sí amo hacer senderismo
- Otro día podríamos hacer senderismo – propone el príncipe – Si usted lo desea
- Sería muy agradable – sonrío – Le gusta mucho la naturaleza, al perecer
- Sí, algo… - nos miramos, aparto con la mano una mariposa anaranjada – Aunque en casa no puedo disfrutar mucho de ella
- ¿A no?
- El Palacio Blanco no está ubicado en una zona donde haya mucha fauna silvestre y espacios abiertos – asiento con la cabeza – A lo mucho tendremos ardillas y conejos en los terrenos
- Qué lástima…
- Solo en vacaciones puedo disfrutar de esto… - me mira – Pero pronto se acabará…
- Mi padre siempre dice que la vida en el campo es más agradable que en la ciudad – acelero el paso – Que es mejor que un alce te envista a que un auto te atropelle, aunque no quisiera ninguna de las dos – río, él también – Aunque entiendo el punto
- Igualmente – sonríe – Es más agradable aquí que en DC
- Me imagino, aunque no tanto como en Colorado
- Algún día tengo que ir allá
- Debe de hacerlo, así le daré un paseo por los terrenos de mi casa y podrá conocer a mis hermanos menores
- Lo tendré presente
- ¿Le gusta la caza? – pregunto de pronto – Porque Caleb ama ir de caza con mi padre, yo a veces voy… - río – Pero siempre termino arruinándolo, es que no quiero que maten a los animales
- No es una práctica que realice con frecuencia, pero he derribado algunos patos – se encoge de hombros – Espero me perdone
- Le perdono, aunque no lo apruebo
- Intentaré, entonces, evitar ir de caza en las siguientes oportunidades
- Eso suena bien
Sonrío, extendiendo mi dedo índice hacia su rostro.
- Ya no se siente la estática – ríe – Debe de haber sido por la nuestra caminata sobre los senderos de tierra
- Supongo – esbozo un puchero – Aunque ya no es divertido tocarlo
- Oh… puedes intentar tocarlo de otras formas – bromea uno de sus amigos, el príncipe lo mira con los ojos bien abierto - ¿Qué? – se ríe – Me refería a que jamás habías dejado que una chica te toque y a ella le has dejado tocarte el rostro
- Me siento honrada
Bromeo.
- En la universidad las chicas se le lanzan encima a Alexander
Habla Ulrich, el príncipe sonríe con vergüenza.
- Sí, pero no crea usted que soy un coqueto – me explica – Jamás acepté algo de esas chicas, no me sentía capaz
- ¿Por qué?
Pregunto con curiosidad.
- Cuando se está en mi posición – comienza a decir – Es muy difícil el distinguir las intenciones de las personas
- Oh… que lástima… - miro a los tres chicos detrás de nosotros - ¿Y ellos?
- Son extranjeros – se encoge de hombros – Apenas sabían quién era yo, aunque no dudo que se hayan aprovechado un poco de mí después de que se enteraron de mi posición
- Que lástima… - le miro – No puedes saber si tus amigos son tus amigos o si las chicas quieren algo contigo porque de verdad le gustes
- Por eso agradable conversar con usted – me mira, sonríe – Sabe quién soy y, aun así, me sigues tratando como el chico desconocido al que le lanzó un anzuelo – no puedo evitar reír, él me imita – Es muy agradable
- Lo mismo digo – miro el pequeño riachuelo a nuestro lado – Pensé que sería un tipo serio y pomposo, pero he logrado sostener contigo conversaciones más agradables de las que tengo con mi madre
- Su madre es una persona muy agradable
- Lo sé – acepto – Pero no deja de ser un tanto desesperante en la intimidad de nuestra casa
- Ya veo…
- Aunque supongo que se debe al constante estrés de haber criado a diez hijos
- Ese es un número muy grande de hijos
- Lo sé – me río – Aunque, he de decir, a favor de ello, que crecer con tantos hermanos ha sido muy agradable, siempre he tenido compañía de alguno de ellos
- Ya veo – repite – Mi hermana y yo no somos tan unidos como usted y sus hermanos – me mira – Porque la señorita Anastasia comentó lo mucho que la aprecia
- Somos muy unidas
- Eso noté – miro hacia el horizonte, el paisaje es bellísimo – Señorita Eve, mire…
- Wow…
Es un águila posada sobre una roca.
- Ulrich, la cámara por favor
- Toma
- Ninguno haga un solo movimiento… - el príncipe dispara la cámara, no puedo dejar de ver a la gigantesca ave – Deseo esta fotografía para mi libro
- ¿Escribe?
Pregunto, el ave se va volando.
- No, pero tengo un libro de fotografías de animales que he visto a lo largo de mi vida – confiesa – Mi bisabuela, Sue I, hizo uno en sus años de juventud – asiento – A veces hacen exposiciones de sus fotografías
- Sí, una vez fui a uno
- Yo no soy tan buen fotógrafo, pero me defiendo
- Me imagino… - extiendo la mano - ¿Me permite?
- Claro
Me entrega la cámara, bajo de mi caballo.
- Venga…
El príncipe me mira con confusión y luego desciende de su caballo.
- ¿Necesita ayuda, señorita Eve?
- Primero que nada, deje de llamarme “Señorita”, solo soy Eve – el príncipe sonríe y asiente – Segundo – le tomo del brazo y lo acerco a mí – Sonría – alzo la cámara – Tercero, diga “Queso”
- ¡Queso!
- Oh… ese flash me ha dejado ciega…
Parpadeo, oigo al príncipe reír.
- A mí igual
- Bueno, creo que hay que regresar
Propone Mohamed.
- Sí – el príncipe me mira – No falte a la cena
- Eso intentaré
- Inténtelo con más fuerza
Sonrío, asiento con la cabeza y monto el caballo.
- Volvamos
El regreso a casas fue igual de ameno que la ida. El príncipe es muy agradable, tiene muchos temas de conversación entretenidos. Sin embargo, eso no quita el hecho de que este chico está a punto de comprometerse con mi hermana sin amarla y que, aparentemente, la idea no le hace ninguna ilusión ¿Esto en dónde me deja? Yo no apruebo que la quieran casar con el príncipe, pero tampoco quiero desilusionarla. Quizá él pueda llegar a amarla, Anastasia es refinada, bella y es muy inteligente. Él podría amarla, cualquiera podría enamorarse de ella, él igual. Ojalá que eso suceda, ojalá que él logre ver en mi hermana algo más que un rostro bello. Espero que él pueda ver la maravillosa persona que es ella y que pueden ser felices el uno al lado del otro.
- Nos vemos en la cena, Eve
Le entrego las riendas del caballo al príncipe.
- Sí… - acaricio el lomo del caballo y le entrego un par de terrones de azúcar – Espero no volver a discutir con mi mamá o también tendré que cenar en mi habitación
- Esperemos que no
El príncipe me sonríe, le devuelvo el gesto.
- Bueno, me voy adelantando – me alejo un par de pasos – Las mujeres necesitamos algo de tiempo extra para quedar listas – suelto un bufido – Tendré que soportar los nervios de mi madre, deséame suerte
- Suerte
Suelto una risita, corro fuera de los establos. De verdad que el príncipe es una persona muy agradable una vez que lo conoces. Aún sigo fiel a mi pensamiento de que son solo personas que por alguna razón ostentan un título nobiliario y que hablarles de “Usted” es una tontería, pero no puedo negar que el príncipe es agradable. No pensé que me divertiría tanto en este palacio y menos con el mismísimo príncipe heredero.