Nathan llego a su despacho, sabia que lo mejor que podía hacer era firmar, aceptar los términos de Clara.... Pero tendría un problema, Lana, cuando supiera que tenían que dejar esa casa se volvería loca, tendría que decírselo con tacto. — Raymond, ¿Puedes venir a mi despacho? Raymond se apresuró a llegar al despacho de Nathan, pues la voz de su jefe parecía seria. — Dime, ¿En qué puedo ayudarte? Nathan le tendió los documentos a Ray, y le pidió entregárselos a Clara. Raymond al tomarlos entre sus manos se asombró, él realmente pensó que quizá con el pasar de los días podrían llegar a algún acuerdo, Ray se sintió mal al ver que Nathan parecía darse por vencido. — Nathan, yo... Creí que quizá entre ustedes podría haber una especie de solución, lamento mucho que tengas que dejarla ir.

