III

1678 Palabras
Matt tenía los ojos como platos. No podía creer que todos le estaban aplaudiendo a Ashton luego de la competencia de tiro libre. El co-capitán y el capitán debían mostrar sus habilidades, demostrar que merecían su puesto. Hasta el momento, Matt siempre había sido el vencedor, el mejor… y ahí estaba Ashton sonriendo porque todos le palmeaban la espalda y le daban sus felicitaciones, porque le había pateado el culo a Matt en la cancha. Matt estaba avergonzado y furioso. ¿Quién rayos se creía Ashton Rickson? -      ¡Tenemos nuevo capitán! – gritó el entrenador, entusiasmado por lo talentoso del chico nuevo. Todos siguieron aplaudiendo y los ojos de Ashton se encontraron con los de Matt. Matt sintió que le flaqueaban las piernas. La mirada de Ashton no era la de alguien que acababa de ganar algo importante. Ashton lucía asustado, como un cachorro intentando cruzar la autopista, de noche y en una tormenta. Aun así Matt no podía deshacer los puños de sus manos, se dio media vuelta en dirección a los vestidores. No soportaba ver como celebraban a alguien que no era él. -      Oye, Matt – su mejor amigo, Greg, lo alcanzó y lo detuvo – La práctica no ha terminado. -      Tengo clase – soltó Matt con dureza. Greg frunció el ceño. -      Vale, ¿Vamos por una cerveza esta tarde? Trina tiene una amiga que muere por conocerte, ¿Qué dices? -      No estoy de ánimos para chicas – rugió Matt. Greg lo quedó mirando como si no lo conociera. ¿Cuándo Matt, el rey de la cerveza, había rechazado una invitación donde incluían la palabra chicas? Matt llegó a los vestidores sin saber que había sido seguido por su competencia. Se quitó la playera y la lanzó contra su taquilla. Ashton, quien había corrido tras él mientras el equipo practicaba, se aclaró la garganta antes de hablar. Se desconcentraba un poco con el torso desnudo de Matt, pero intentó con todas sus fuerzas lucir tranquilo. -      Matt – se atrevió a decir. Matt lo miró a los ojos, tenía la mandíbula tensa y Ash podía ver perfectamente las venas de sus brazos sobresaliendo por la cólera. -      ¿Qué quieres Rickson? – gruñó Matt como respuesta. Ashton sintió que a pesar de que parecía peligroso estar cerca de Matt en ese estado, algo en su interior le rogaba por acercarse unos pasos. Y lo hizo. Dio dos pasos en su dirección y tragó saliva con dificultad. -      ¿Estás bien? – le tembló la voz. Sentía su respiración agitada y no sabía muy bien qué sucedía con él, o su cuerpo, que parecía reaccionar como loco tan cerca de Matt. “¿Qué rayos me está pasando?”, se preguntó. -      Sí – mintió Matt, relajando los puños. No quería ser un mal perdedor pero le era casi imposible no estar molesto con un chico que de la noche a la mañana le había quitado el puesto por el que tanto había luchado. -      No te creo – respondió Ashton. Era demasiado visible el enojo de Matt. -      Solo no me molestes – Matt desvió la mirada hasta su taquilla y se dejó caer en la banca. Ashton, sin pensarlo, se sentó a su lado. Muy cerca. -      Puedo decirle al entrenador que no quiero el puesto. Serás el capitán otra vez – ideó, invadido por la culpa. Matt gruñó. -      ¡No quiero tu lástima! -      Yo realmente no quiero el puesto – insistió. – Ni siquiera me gusta el soccer. -      ¿Y qué haces aquí entonces? – Matt arrugó la frente. Estaba confundido e iracundo. – ¿Te burlas de mí? ¿Es eso? -      No, Matt – abrió mucho los ojos e intentó tomar aire. – No haría eso… -      ¿Entonces…? -      Necesito los créditos. Realmente no me importa el equipo, ni el juego, ni ser capitán. -      Mala suerte, Rickson – sentenció Matt con voz fría. Ashton sintió un escalofrío recorrerle la espina dorsal. – Eres parte del equipo, vas a jugar y eres el capitán. -      Pero… -      Quédate el puesto, te lo has ganado – siseó Matt entre dientes. Ashton se quedó boquiabierto. Hacía un minuto Matt estaba haciendo toda una escena sobre el puesto y de pronto ya no lo quería. Algo dentro de Ashton explotó de rabia. -      Sí, me lo he ganado – fue todo lo que dijo antes de salir de ahí a paso rápido y con las manos hechas puños. “Malagradecido”, pensó. No podía creer que por un segundo se sintió culpable por patearle el trasero a Matt. No podía creer que por un segundo lo correcto parecía ceder el puesto que limpiamente se había ganado. […]   Dos semanas habían pasado del incidente en el campo de juego, donde Matt y Ashton habían demostrado sus habilidades y uno de ellos había salido victorioso. Matt le jugaba la ley del hielo a Ashton. Su orgullo era demasiado grande, le habían arrebatado su mayor logro. Y sí, el soccer lo significaba todo para él. Matt tenía una familia pequeña y desunida, siempre se sintió solo en casa y por las tardes su padre lo dejaba ir a la calle a jugar con sus amigos. Cuando Matt recordaba su infancia, todo lo que veía era un balón, su cara sucia y su camiseta sudada. No veía a su madre y padre peleando, no veía a su hermana mayor descarrilándose hasta las oscura vida de las drogas… solo veía se veía a sí mismo, rodeado de niños, divirtiéndose, ignorando el correr de las horas. Jugando fútbol soccer. Con todo su esfuerzo había pasado de equipo en equipo, hasta obtener una beca para la universidad y poder seguir jugando. Los negocios no eran lo suyo, pero necesitaba un título. Aprobaba todo para poder mantener su beca y no perder su puesto equipo. No tenía nada más. Era todo por lo que luchaba. Le daba envidia ver a Ashton, tan seguro en el campo de juego. Hacía el trabajo de capitán casi el doble de bien y siempre era amable, no tenía ataques de ira, sabía explicarle a sus compañeros… y Matt seguía sintiendo envidia. Todos parecían adorar a Ashton. “No es nadie” Se repetía Matt constantemente, solo para poder sentirse mejor. “Si yo no hubiese sugerido que fuese co-capitán, jamás me habría quitado el puesto. Sin mí no habría logrado nada” Estaba sentado en la banca, por mal comportamiento. Le provocaba dolor de estómago ver a todos participar del primer partido amistoso del ciclo escolar, incluso Jack Carpenter estaba en el campo y lo peor de todo era que lo hacía bien. Los gritos de la audiencia le provocaban jaqueca. Todos parecían tan felices, excepto, claro, por él. Sentado. Mirando. Junto al chico que repartía botellas de agua al equipo. “Esto es patético” Al término del primer tiempo los chicos corrieron junto al entrenador. Estaban sudados, agitados y felices, ya habían anotado dos goles y el otro equipo tan solo uno. -      Buen trabajo – dijo Matt a su amigo Greg. – Fue un gran gol. -      Gracias, viejo – sonrió Greg, recibiendo la botella de agua que el asistente del entrenador estaba repartiendo. – Está complicado. -      Sí, eso parece – Matt se cruzó de brazos al momento en que todos se agrupaban alrededor del entrenador y Ashton. -      Chicos lo están haciendo bien, pero sé que pueden hacerlo mejor – habló el entrenador. -      Quiero entrar – Matt se abrió paso entre sus compañeros y se detuvo justo en el medio del círculo, frente a Ashton y el entrenador. Todos se quedaron en silencio. – Ahora. El entrenador le lanzó a Ashton una mirada, como si pidiera permiso o una opinión crucial. Ashton tragó saliva. -      No – dijo el nuevo capitán. -      ¡Maldita sea! ¿Me vas a tener en la banca toda la temporada? – gruñó dando dos pasos en dirección a Ashton.  Había demasiada tensión en el ambiente y Matt tenía los puños preparados para arremeter contra su compañero. -      Si sigues así… tenlo por seguro – contestó Ashton. -      ¡Entrenador! – reclamó Matt entre dientes. El entrenador miró a Ashton y luego a Matt, parecía indeciso. Se cruzó de brazos y suspiró. -      El capitán tiene la última palabra, Anderson. Vuelve a la banca. -      ¿¡Qué demonios pasa con ustedes!? -      Matt basta – Greg lo jaló del brazo. -      Te voy a suspender, Matt, te lo advierto – gruñó el entrenador. Ashton guardó silencio. Greg volvió a jalar del brazo de su amigo, pero Matt era mucho más fuerte. Preparó el puño y lo estrelló contra la mejilla de Greg. Éste cayó al piso por el impacto y el entrenador empujó a Matt lejos del cuerpo de Greg, quien se quejaba de dolor. Mientras todos socorrían al lesionado, Ashton decidió que estaba harto de la actitud de mierda de Matt desde el día en que había ganado el puesto de capitán. Matt no le hablaba, y si lo hacía siempre era de forma sarcástica u ofensiva. Ni siquiera lo miraba en los pasillos y eso le dolía. Le dolía el odio que Matt emanaba al verlo. -      ¿Cuál es tu maldito problema? – le gruñó a Matt. Ashton no solía explotar de ira pero Matt estaba poniendo su paciencia al límite, una cosa era su mal humor cuando estaban cerca pero algo muy diferente era dañar a su equipo solo para entrar al segundo tiempo de un partido sin importancia. Matt se quedó boquiabierto, como si no esperara que Ashton le hablara de ese modo. -      ¡Tú! – escupió, apretando los puños otra vez. – Desde que llegaste al equipo lo has arruinado todo. -      Es increíble que esto sea mi culpa – respondió Ashton. – Has conseguido lo que querías. Te quiero en el campo en cinco minutos, y más te vale meter un gol o te juro que te sacaré del equipo de una buena vez. Matt apretó la mandíbula con fuerza. Y se fue a sentar. A Greg lo llevaron a la enfermería con el labio sangrando e hinchado. Todo el equipo parecía inmensamente molesto con la actitud de Matt y razones tenían.    
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