Capítulo 32. ¿Será que no es su hijo? No vi ningún parecido en Eliot. —Alis— —Feliz noche, hermana. —Me guiña un ojo y yo la ignoro; no voy a dejar que me arruine la felicidad. —¿Nos vamos? —Harry me mira extendiendo su mano para que la tome. Así lo hago y camino hasta el coche, donde Gustavo abre la puerta para mí, me ayuda a subir y él lo hace después de mí. —¿Nerviosa? —Un poco, la última vez que hice esto, las cosas no salieron muy bien. —Esa vez no estabas conmigo; ahora las cosas serán diferentes. —Sin duda, porque tengo la mejor compañía. Llegamos a la entrada; puedo ver a muchos de mis compañeros entrando al lugar. Harry baja del coche, llamando la atención de varias de mis compañeras, extiende la mano hacia mí y me ayuda a bajar. Ellas me miran, quedando boquiabiertas;

