Capítulo 5

2232 Palabras
Abrí mis ojos completamente asustada al escuchar el ruido del timbre de la puerta y a la espera de ver a quien fuera que me haya atacado. El televisor estaba encendido en un canal de variedades y mi blusa esmeralda que me llegaba a los muslos se encontraba un poco arrugada, trate de alisar los pliegues mientras me situaba en el presente, en un contexto totalmente diferente. Era la primera vez que me sentía perdida en mi propio hogar, mi propio tiempo. El timbre se escuchó de nuevo y me pregunté quién podría ser a las seis de la tarde. —La cita —susurré al recordar. —Oh, Dios —me restregué las manos por mi rostro y me levanté inmediatamente del sofá. Tomé mi bolso, el cual apenas recordaba haber dejado sobre la mesita al lado del sofá y corrí directo a la puerta, tropezando con un taburete en el camino. Al abrir la puerta encontré a Peter de pie frente a mí, con sus ojos azules fijos en mí.  —Ho… hola —saludé muy nerviosa y él me dio la más sexy sonrisa de medio lado que haya visto alguna vez. Oh, Jesús, no me dejes ser una chica tonta que se quede mirando con la boca abierta. —Hola, ¿estás lista? —me preguntó y asentí como cuatro veces —. Creo que… una chaqueta no te sentaría mal —dijo. Bajé mi mirada muy lentamente para chequear mi atuendo, la blusa tenía más escote de lo que esperaba y las mangas cortas no ayudaban con el frío. Rayos, olvidé por completo abrigarme más. Volví la vista a Peter, un poco avergonzada. —Volveré en un minuto —entre corriendo y tomé lo más abrigado que encontré, revisé mi teléfono y lo guardé en mi bolsillo —. Ya está —dije cuando regresé. —Entonces, vamos... Penélope —me sorprendió y me encantó que dijera mi nombre completo, me hizo sentir diferente por la forma en que lo dijo, como si me lo susurrara al oído. Y entonces tomó mi mano, cerré la puerta y lo seguí, me olvidé de Hiro y las muertes, el 2019 y la vida que desconocía, porque lo único que importaba era ese momento, el presente. Llegamos a la carretera que conectaba con el pueblo, hacía mucho frío; pero, mi mano derecha se sentía demasiado cálida. Le eché un vistazo a Peter, estábamos muy silenciosos. —¿Esta cita… fue realmente tu idea? —pregunté de la nada y él me miró confuso. —Lo que quiero decir es… ¿Quieres…? —me sentí tonta al realizar aquellas preguntas, así que me detuve. —No fui obligado, si a eso te refieres. No estoy aquí porque Ben o su novia Sara me hayan convencido después de rogarme o lo que sea que haya pasado por tu mente. En realidad, fui yo quien pregunto por ti —intentó explicarme, pero quería más información —. He estado pensando en invitarte a salir desde hace ya un tiempo, pero tenía miedo de que me rechazaras… —se me quedó mirando. Mi quijada cayó, estaba sorprendida ante tan sorprendente declaración. Peter, el genial y perfecto chico que jamás haya visto acababa de decir que le gustaba. Bueno, no lo dijo exactamente; pero, podría interpretarse de ese modo, ¿no? —Así que le pedí a Ben que le preguntara a Sara si existía la remota posibilidad de que tuviera la más mínima oportunidad… —traté de cerrar mi boca mientras lo escuchaba y cuando me di cuenta que no añadía nada más trague un poco de saliva e hice mis preguntas. —¿Y qué paso? —me acerqué más a él. —Bueno, este es el resultado. Nunca espere que nuestra relación comenzaría con una cita doble, pero no creo que sea algo malo —¿Relación? La palabra resonó en mi mente y me sentí como esas adolescentes tontas de la televisión o los libros o… Cierto, soy una adolescente, tengo derecho actuar así de vez en cuando e hiperventilar porque el chico por el que he tenido un flechazo por tanto tiempo está interesado en mi. ¡Oh, Dios mio! —¿Te… gusto? —pregunté como si me faltara el aire y él me sonrió, de una forma más dulce. —Si, me gustas desde aquella vez que llevaste dos trenzas y te pusiste aquel vestido rosa lleno de cerditos —confesó y mi rostro se puso completamente rojo mientras recordaba. Agh, ese horrible vestido me perseguiría por toda mi vida; pero, a mi madre le había encantado, así que me obligó a llevarlo a la fiesta de cumpleaños de Carol, cuando estaba en cuarto grado. Lo observé sorprendida al descubrir hace cuánto tiempo había sucedido aquello y cómo él lo recordaba con tanta claridad. Cuarto grado de primaria estaba demasiado lejos del último año de secundaria. —Eso fue en cuarto grado —dije en voz alta. —Si, lo recuerdo bien —concordó conmigo. —¿Por tanto tiempo y nunca dijiste nada? —mi voz subió un tono más alto.  —Sí, supongo que me ha tomado mucho tiempo —se rió con nerviosismo, mirando de una lado a otro. —Lo siento.  —Pero, has tenido… muchas novias —dije exaltada. —¿En verdad te gustaba? —pensé en Lucía, su novia de hace cinco años, Michele la de dos años atrás y Carol de hace unos meses, no es como si llevara la cuenta. —Lo sé —dijo avergonzado. —Que puedo decir, no soy un santo y mucho menos perfecto, fui un cobarde… —explicó, avergonzado. —¿Por qué? —lo miré un tanto herida. —A veces pareces inalcanzable para mi, eres tan hermosa y ni siquiera te das cuenta de ello, cuando me miras me destrozas, cuando escucho tu voz olvido mi propio nombre, tienes poder sobre mi y eso me asusta. Me gusta tener el control, pero… Maldición, no sé ni lo que estoy diciendo ahora. Espero no haberte espantado Penélope, porque estoy cansado de ser un cobarde y desearía conocerte mejor, ¿aún quieres tener esta cita… doble cita conmigo? —preguntó, nervioso. Me le quedé mirando sin saber qué decir, había pasado de actuar como una chica tonta a una mujer que trataba de ser racional para lograr decir algo con sentido, porque su declaración me había conmovido; pero, también me había asustado. Nunca en toda mi vida creí que alguien me diría algo así y me pregunté ¿no es así como empiezan todas las grandes historias de amor? Pero, incluso las más desastrosas tenían un comienzo mágico. ¿Qué clase de historia sería esta?  —Peter, también me gustas y mucho, de verdad quiero que tengamos esta cita aunque posiblemente Sara o Ben traten de hacer algo para avergonzarnos —le sonreí. —Tienes razón, tal vez esto de iniciar con una doble cita sea una mala idea —empezó a reír y yo hice lo mismo. Encontramos a Sara y Ben en los bolos, jugamos un poco y alrededor de las ocho de la noche nos marchamos a una hamburguesería no muy lejos de allí, donde me senté al lado de Peter. él siempre se aseguraba que estuviera cómoda, que no tuviera frío y no me aburriera; pero, estando con él, ¿cómo podría alguna vez llegar a aburrirme? Aunque mi mente seguía regresando a mis últimos minutos en el futuro. —Me gusta cuando las chicas no basan su vida en dietas extremas —dijo mientras me veía comer mi hamburguesa con doble porción de queso. Amo el queso. Y en ese momento me di cuenta que algo que ni siquiera había ocurrido en ese tiempo, me estaba estropeando el momento, así que me concentré en ello y dejé aquella molestia para más tarde. Poco después recibí algunos mensajes de mi madre con una foto de Peter, miré a mi alrededor y vi a Estela, la amiga de mi madre. Ella se encontraba a unas cuantas mesas no muy lejos de nosotros. Perfecto, estábamos siendo espiados y mi madre había sido informada. Al menos a mi madre le gustaba Peter, después de todo dijo muy literalmente, mis nietos tendrán buenos genes. —Ya es bastante tarde, deberíamos irnos —anunció Sarah. —Primero iré al baño —dije entre murmullos mientras me levantaba. Cuando llegue a la puerta del baño di una mirada atrás y vi a los tres allí sentados, entonces nos imagine en el futuro. No era una mala vista, estaba llena de todo tipo de promesas que deseaba se cumplieran y finalmente tome una decisión, lo arriesgaría todo para que fuera posible.  En mi camino de vuelta a la mesa me topé con un chico algo borracho, me miro de pies a cabeza de forma muy intimidante y lasciva, razón por la cual me hice a un lado, tratando de ignorarlo y pasar por su lado. Obviamente él siguió molestándome, moviéndose para quedar frente a mi. Entonces, me di cuenta por su olor que estaba muy borracho; pero, eso no era excusa. —Erreus linda —rodé los ojos ante su intento de coqueteo. —¿Estáaas soula? —sus palabras se alargaban o pronunciaba mal algunas veces —. Bae… mos —, uno de sus brazos me rodeó y grité un poco por la sorpresa, no entendía muy bien lo que había dicho, pero no me gustó que me tocara. —Oye —él se volvió a Peter, quién estaba detrás de él con mirada iracunda. —Suéltala ahora —le ordenó. —¿Qué? —logró decir correctamente —. ¡¿Acasho ereis su novio?! —se enderezo preparado para pelear —. Vamoss comparte ista linduraa, no basta solamte con mirarla —dio un vistazo a mis piernas —. Te verías biem con falda —, bajo la mano que tenía en mi espalda a mis piernas, tocándome el trasero de paso. —Estás muerto —dijo Peter y lo siguiente que supe es que el borracho caía sobre el suelo ante un movimiento rápido de derecha por parte de mi acompañante. Salté lejos de él, con las manos sobre mi corazón y mis ojos abiertos de par en par, fijos en Peter. Su espalda estaba recto y sus brazos lucían muy tensos de lado a lado, listo para atacar de nuevo. Pero, el chico estaba noqueado. Sus ojos claros se posaron en mi y vi algo peligroso en su brillo, por la cual en ese momento me asusté de él, pero sabía que me había defendido. No había nada malo en eso. —¡Nate! —, un grupo de chicos apareció —. Lo siento, hizo algo estúpido de nuevo, ¿cierto? —, uno de ellos se dirigió a nosotros. —Lo sabía, no debimos haberlo dejado beber tanto —escuché a otro murmurar mientras trataban de levantarlo. Nos dieron una mirada de disculpa y lo arrastraron lejos de nosotros. Peter se calmó finalmente y procedió a tomar mi mano con una sonrisa llena de vergüenza. —Espero no haberte asustado —pensé un momento en ello y finalmente sacudí mi cabeza, me había protegido y eso era lo único que me importaba. —Mejor nos vamos —, apareció Sarah de repente con Ben a su lado y señaló la puerta —. Ya pagamos la cuenta —asentí y nos fuimos. Al principio estuvimos muy silenciosos, hasta que Sarah empezó a bromear sobre Peter siendo una especie de Hulk al haber noqueado al pobre chico con un solo golpe. Todos reímos, sabíamos que ella trataba de romper el hielo y lo había logrado, porque todo tipo de conversaciones empezaron desde ahí, desde Marvel a DC, películas, teatro y más. Entonces, a mitad de camino, rumbo a casa de Sarah vi a nuestro profesor de inglés y me detuve pensando en cómo podría acercarme y… —Ah, el señor Stevenson —dijo Peter con cierta amargura —. Puedes creerlo, me reprobó en el examen solamente porque mis respuestas se parecían a las de Ben —sacó su labio inferior y me reí un poco de él. —No hagas puchero y dime la verdad, ¿te copiaste de Ben? —fingí acusarlo con severidad y a él pareció gustarle. —Por supuesto que no, simplemente compartía su misma opinión sobre las preguntas —jadeé indignada y luego lo empujé con suavidad —, Oye, no me golpees, soy muy sensible —fingió estar adolorido. Miré de nuevo hacia el profesor y noté que no estaba solo, Hiro se encontraba a su lado. Peter tomó mi mano y me empujó con él, señalando que nos estaban dejando atrás. Di un último vistazo atrás y noté que al profesor y su alumno los rodeaba una ambiente muy tenso; pero, no pude averiguar al respecto porque Peter me alejó de ellos. Y finalmente, seguimos hablando de mucho más e incluso de Marion y como sus padres habían decidido hacer el funeral en su ciudad natal, lejos de nosotros. Entonces, a la mañana siguiente, el señor Stevenson estaba muerto. Su garganta fue cortada como la de Marion y yo no había hecho nada para impedirlo.
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