Daniel no cabía de la felicidad que le brindaba el saber que su hermoso chico había quedado con él en una verdadera cita.
Ese día se había levantado muy feliz, su humor era uno envidiable y más aún la tonta sonrisa que salía de sus labios.
Pero se sentía aburrido de cierto modo y él sabía que para entretenerse debía ir de compras.
Tomó las llaves de su auto, un Audi color rojo óxido increíble.
Condujo hasta el centro comercial y se adentró en todos los almacenes tratando de encontrar nuevas prendas que hicieran resaltar su belleza.
Habían pasado dos horas y decidió descansar un poco, fue hacia el área de restaurantes para comer algo, pero alguien llamó su atención...Una chica de cabello oscuro y ojos a la par, vestía despampanantemente junto a un rubio apuesto y un pequeño pelinegro con lentes, pero en quien detuvo su atención fue en un chico cargando una cantidad algo exagerada de bolsas con ropa en ellas...De inmediato supo que lo conocía pues el muchacho parecía un vago o algo así, de inmediato supo que se trataba de Benjamin.
Le pareció graciosa la forma en que acomodaba sus brazos tratando de no dejar caer ningún bolso, le daba algo de pena pues ninguno de sus hermanos lo ayudaban pero sobre todo le pareció graciosa la escena, sus hermanos llamado la atención y él intentando no ser visto o notado por nadie.
Se levantó y caminó hacia él, claro que Benjamin no se percató de ello hasta que lo tuvo enfrente.
—No esperaba verte tan pronto cariño —Daniel se encontraba a la par suya y eso lo asustó un poco, no es que le molestara la presencia de Daniel sino que sabía que sus hermanos lo acosarían hasta que les dijera todo, y con todo se refería a TODO.
Quiso advertirle a Daniel sobre sus hermanos pero la voz de Lizzy lo interrumpió.
— ¡Ben! Apúrate, aún nos faltan muchas tiend...as —la despampanante pelinegra se había dado media vuelta y comenzado a gritarle a su hermano pero se sorprendió al ver que este estaba acompañado de otro chico de piel acanelada y ojos inusualmente parecidos al de un felino.
La chica se acercó rápidamente y en su mente no cabía la posibilidad de que su hermano estuviera con un chico aparentemente mayor que él, sabía que su hermano le tenía demasiado miedo a sus padres como para animarse a tener algún tipo de relación sentimental con alguien, nunca creyó posible que su hermano al fin se diera la oportunidad de vivir y conocer las maravillas del amor que tanto ella como Andy experimentaban con Diane y Steve respectivamente.
—Hola ¿se puede saber quién eres? —preguntó con voz protectora, porque no podía dejar que alguien lastimara a su hermano por más guapo que el pretendiente fuera.
–Hola, mi nombre es Daniel Sanders y debo asumir que eres la hermana de este precioso ángel que he tenido la oportunidad de conocer, déjame decirte querida que amo tu estilo —una hermosa sonrisa adornaba el rostro del moreno que aguardaba expectante la reacción de la muchacha al igual que Ben.
Junto a su hermana venían Andy y el pequeño Charles, ambos con expresión sorprendida y no era para menos el encontrar a su hermano en compañía de alguien ajeno a ellos.
—Entonces, ¿qué eres de mi hermano? —Elizabeth podía ser insufrible e irascible si no conseguía lo que quería, Steve era testigo de ello y por eso procuraba complacerla en todo, pero claro la pelinegra con él era diferente pues sólo buscaba su amor, en cambio con sus hermanos era en extremo sobreprotectora, no tanto como Benjamin con ella pero si llegaba incluso a fastidiar si se lo proponía y Daniel Sanders no era la excepción.
— ¡Elizabeth! —gritó/susurró el pelinegro para no llamar la atención de las personas que pasaban alrededor —Él es...Un...Es mi...Es... —Ben no lograba encontrar las palabras adecuadas para decirle que era Daniel para él, porque ni él mismo sabía que eran.
Amigos no, simplemente un amigo no te dice que le gustas en una cafetería, que era justamente lo que el ojiverde había hecho.
Antes de poder hablar y dar una respuesta convincente para escapar de aquella incómoda situación, escuchó la respuesta que Daniel les dio a sus hermanos.
—Soy el pretendiente de su hermano —despreocupado, seguro, sin indicios de burla, Daniel dijo eso como si estuviera hablando sobre el clima.
Ben se sonrojó de manera violenta al saber cuáles eran las intenciones del mayor, su cerebro no asimilaba que alguien como su hermoso asiático pudiera querer algo con él, que era prácticamente nada, sin valor, la decepción de los Peterson.
Reaccionó sólo para decir algo que lo delató aún más.
—D-Daniel ha-habíamos quedado el vi-viernes, ¿lo recuerdas? —eso término por sentenciarlo, Elizabeth le lanzó una mirada que solo anunciaba un acoso atroz hasta saber todo acerca de lo que sea que su hermano mantuviera con el otro.
—Entonces el otro día que saliste te viste con él —no era una pregunta, era una afirmación, aunque ese día no fuera una verdadera cita, Benjamin se encontraba mudo, no podía negar que estaba comenzando a sentir algo por Daniel, pero tampoco quería asegurar que podría llegar a tener algo serio con él, no había experimentado con el amor, pero sabía de sobra que no todo es color de rosa, la vida es una paleta de colores, tiende a cambiar y con el amor sucede lo mismo, no se puede esperar que una relación sea feliz, porque siempre habrán problemas, preocupaciones, tristezas y todo forma parte de la experiencia, experiencia que Benjamin estaba dispuesto a vivir, con Daniel o con cualquier otro que quisiera intentarlo pero principalmente con Daniel.
—Bu-bueno, yo... ¡No los he presentado! —era una buena manera de cambiar el tema.
Todos se observaron entre sí, algo incómodos ante la situación en que la que se encontraban justo en ese momento.
—Daniel, ellos son mis hermanos: Andy, Elizabeth y Charles.
—Chicos él es Daniel Sanders... Mi...
—Pretendiente —aclaró Daniel.
Benjamin terminaría por explotar de lo avergonzado que se sentía si Daniel seguía diciendo eso.
—Muy bien, nosotros seguiremos comprando y te esperaremos en el estacionamiento, no te tardes y tú brillitos, cuida de mi hermano —Andy era incorregible, pero lo quería así y agradeció que al menos les brindara un poco de privacidad.
—Adiós Daniel y cuida de él, por cierto a mí también me encanta como vistes —Elizabeth se mostró más benévola al despedirse no sin antes advertirle a su hermano que su silencio tendría consecuencias.
Cuando se fueron, Ben se sentó en la mesa en que Daniel estaba.
—Tienes una linda familia cariño —el ojiverde lo decía de manera sincera, pues aunque no lo demostraba también extrañaba a su familia y sus amigos.
—Sí, soy muy afortunado de tenerlos conmigo, me aceptan tal y como soy, pero debo cuidarlos, aún son jóvenes —explicó el menor.
—Tú también eres joven, ¿por qué los cuidas si tienen a sus padres? —sin quererlo Daniel había tocado un punto demasiado sensible en la vida personal de su preciosos ángel, no era lindo hablar sobre esas dos personas que les habían dado la vida, tampoco de su amor ni de su cariño pero que por respeto y mera costumbre les llamaban padres.
—Algún día te lo diré, pero a todo esto, ¿qué estabas haciendo aquí? —preguntó tratando de evadir el tema de sus papás.
—Estaba aburrido y pues como no podía verte, decidí venir a pasear y comprar algo de ropa nueva, pero quise comer algo y te vi, no pude evitar hablarte, y perdóname si te incomodé con todo lo que le dije a tus hermanos —el moreno realmente estaba avergonzado aunque no lo demostró, sabía que para su chico no era fácil hablar de su vida, más cuando se percató de que su hermana iba a sacarle toda la verdad acerca de él con Daniel.
—No, no te disculpes, de alguna manera se iban a enterar, al menos podré salir a verte sin tener una excusa, no es que no quiera que sepan que salgo contigo, sino que me es difícil hablar de mi vida privada con ellos —el pobre Benjamin estaba muy rojo, todo lo que tenía que ver con el mayor lo aturdía de sobremanera en el buen sentido.
—No te preocupes, te entiendo, eres joven, es normal.
El menor se dio cuenta de que era tarde.
—Bueno... Yo debo irme... Mis hermanos, tú sabes... —Se levantó al mismo tiempo que Daniel.
Algo que Daniel deseaba era besar a su adorable niño, sus labios eran como dos alas de mariposa, suaves y delicadas a la vista, se preguntó el sabor de esos labios, y al levantarse pudo notar que las correas de los tenis del ojiazul se desataron, al estar de pie piso uno de ellos, tenía un plan para al menos disfrutar de un momento íntimo con su amado Ben.
—Adiós Daniel —Ben quería dar un paso lejos de ahí, pero una de sus correas se trabó con algo y estuvo a punto de darle un abrazo al suelo de no ser por el mayor quien lo sostuvo firmemente antes de que eso sucediera, al levantar la vista se puso nervioso y pudo sentir como sus mejillas ardían, estaba a escasos centímetros, sus bocas parecían imanes, buscando unir sus labios, Daniel se acercó y rozó sus labios levemente, pero se desvío y termino dándole un beso en la comisura de los labios a su chico.
El pelinegro se sintió morir por el simple roce antes propinado por el de ojos felinos.
Se separó aún sonrojado y agitado por el reciente contacto.
—Tus correas cariño, un paso en falso y hubieras arruinado la belleza de tu rostro —el moreno no lo dudó y se arrodilló a los pies del joven y con todo el amor del mundo le ayudo a atar sus correas.
Se levantó y le dedicó una sonrisa encantadora.
—Ad-adiós, nos vemos el viernes —acto seguido el pequeño salió rápidamente hacia el estacionamiento en busca de sus hermanos, temeroso de los métodos de Lizzy para que le confesara todo lo relacionado a Daniel.
En cambio el magnífico Sanders se encontraba maravillado al percibir algo diferente en el muchacho que acababa de huir hace unos segundos, en su inocencia, en su mirada tan profunda y su sinceridad, ese chico lo estaba volviendo loco.