Capítulo veintidós
Quién creería qué, al final, Brian Dhall se terminaría convirtiendo en la mano derecha de la persona que en estos momentos estoy detestando.
Aunque admito que por una parte me siento contenta de lo que sucedió después con la loca de Arelis y en cómo no fue proclamada luna, pero por otra parte no deja de inquietarme por dentro el hecho de preguntarme por qué Maikel no lo hizo.
¿Por qué no la presentó como luna si él ya tenía las cosas claras?
Sacudo mi cabeza mientras que sigo revisando los papeles que se me han acumulado entre el día de ayer y hoy por no venir a la empres, me detengo un momento para observar el reloj en mi muñeca dandome cuenta de que ya casi es hora de que todo el mundo comience a llegar, ya que solo faltan quince minutos para la entrada oficial.
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