Raymond condujo de regreso a la mansión, justo cuando estaba por estacionar el vehículo, miró a una jovencita rubia asomarse a un extremo de la casa, sonreía dichosamente. Le dio la impresión que salía de la mansión. Ray se bajó de prisa con la catadura pálida y temiendo que Farid supiera algo. Instantes antes, le había mandado una fotografía donde se mostraba que había llegado en taxi hasta el ingreso a la mansión. Al menos por ahora no había nadie y sí de eso estaba seguro. Karina sonreía ampliamente al verle la expresión hosca a Ray. —¡¿Qué estás haciendo aquí?! —Con rudeza la tomó del brazo llevándola de regreso al vehículo. —¡Sube por un demonio! A empujones la hizo subir. Ella no paraba de reír. Él al estar adentro la miró con furia. —¿Qué ocurre contigo? ¿Y cómo diablos llegas

