PVO Bastian. Esto debía ser su castigo, no el mío.¡No yo! Se supone que yo soy el ofendido, al que debería pedir disculpas por irse de fiesta con ese tipo al que juro voy a matar, en su momento por supuesto, ¿Pero porque tuve que aceptar esto? ¡¿Porque si somos marido y mujer?! El timbre sonó y me levanté como un idiota desesperado del asiento. Al abrir, era el chico del Uber que me entregó la bolsa con los medicamentos que pedí, pero lo que más me importaba y el porque me obligué a pedirlos; los benditos condones que Natalia me obligó a comprar o de lo contrario no haríamos nada esta noche. ¡Carajo! debía exigirle, obligarla a hacerlo sin estos malditos condones que detesto. _Natalia ya...-Abro la puerta, pero lo que encuentro, es lo que me temía, que mi infiel pero hermosa esposa se

