Bienvenidos a Quimera

3511 Palabras
{Mila} Con cada paso que daba, el cuerpo se iba llenando de adrenalina, lista para comenzar. Me situé detrás del telón cuando escuche a Nando indicar el inicio de la presentación. — ... y ahora caballeros lo mejor de la noche, démosle la bienvenida a la dueña, traída especialmente desde el cielo para cumplir los deseos mas retorcidos de ustedes pervertidos — se oyeron varias risas, divertidos por las palabras que Fernando les dedicaba — Con ustedes Afrodita. La música dio inicio a que el telón comience a subir. Había elegido una canción que estaba de moda, el ritmo sensual de Ariana grande con Dangerous Woman me serbia para iniciar a mover delicadamente las caderas mientras la tenue luz me iluminaba cuando comencé a caminar por el escenario. Varios hombres se quedaron embobados admirando mi cuerpo mientras me acercaba al tubo de pool dance que estaba a mi derecha. A lo largo de los años había perfeccionado mi técnica, tomando varias clases por las tardes por lo que, cuando me subí, hice mi mejor trabajo, tomando el coraje de ir mas arriba de lo que una vez había practicado. Caí lentamente, dedicándole miradas a todos aquellos que no la despegaban de mi, guiñando el ojo, sonriendo. La música calaba hondo en mi cuerpo, proporcionándome la mas deliciosa electricidad al momento de estar de pie, bailando como tanto me gustaba hacer en el pasado. Mi cuerpo no me paso factura en ningún momento, no estaba oxidada como creía estar, al contrario, mis movimientos eran fluidos, sintiendo cada nota, cada palabra cantada acariciar mi piel. «Algo de ti me hace sentir como una mujer peligrosa...» Reconocí a varios comensales observar con la boca abierta, disfrutando la bienvenida que les estaba dando cuando una luz demasiado brillante me cegó por un breve momento, imposibilitando terminar de ver a los hombres que restaban en la mesa, apartados de los demás. La canción llego al final cuando caí de rodillas y con una simple sonrisa agradecí la lluvia de aplausos cuando la iluminación subió apenas para ver el lugar lleno. Como era de costumbre los halagos y palabras libidinosas no faltaron, por lo que tragándome mi orgullo antes de mandarlos a comer mierda, me despedí para cambiarme y darles la bienvenida en persona a la gente que esta noche iban a gastar una considerable fortuna en mi lugar. — Me he quedado impactada — Florencia apareció en mi despacho cuando quite mi sostén y me enfunde en el vestido que no lo necesitaba. La mire sobre mi hombro cuando me palmeo brevemente el trasero y se acerco al mini bar a servir dos copas de champan que agradecí en el momento que hicimos el brindis — por el éxito de esta noche. Asentí chocando la copa con la suya — Salud, amiga. Me la bebí en dos largos tragos y le pedí ayuda para que me suba el cierre y ponerme los tacones a juego. No necesitaba perder tiempo, era fundamental que me presente ya que mi imagen era primordial, tanto para su comodidad como para que vean mi compromiso con el lugar. Salí apenas me termine de arreglar y con Flor pisándome los talones, llegue hacia el salón que ya estaba ambientado como discoteca. Camine decidida cuando los visualice conversando y me voltee confundida al ver que faltaban dos en la mesa. Florencia levanto los hombros tan confundida como yo pero al acercarnos cambiamos totalmente, sonriendo completamente. — Señores — entre a la zona vip en donde estaban y les tendí la mano a cada uno de ellos, que me las besaron, como si de una dama se tratara. Babosos. — Déjame decirte que nos hemos quedado impresionado con tu inauguración — Tenia de vista a Felipe García, uno de los hombres mas importantes en la exportación de café en Colombia. Había visto los rostros de cada uno al momento de verlos, reconociéndolos al instante por ser importantes en cada uno de los países que residían. No pude localizar los dos restantes que estaban en la lista. Personas que me dijeron que eran sumamente importantes pero que para mis investigadores eran un par de fantasmas. Asentí agradecida y luego me voltee cuando los demás me alagaron con mi baile, argumentando que luego de esto, vendrían seguido a Brasil para hacer negocios. Me tome la delicadeza de sentarme con ellos para compartir la velada, presentando antes a Emma como mi mano derecha de la noche ya que su hermana no se encontraba y les dispuse todo el lugar a su pleno uso sin problemas. — Pensé que serian mas los que estarían esta noche — observe a los cuatro de la mesa, beber de sus copas y recordé nuevamente con plenitud que iban a ser seis. — Te pedimos disculpas en nombre de Eros — Martin Sandoval tomo mi mano y le dio un pequeño apretón. Conocía a su hermana y su sociedad vitivinícola por lo que le sonreí en respuesta. — Oh, no hay problema solo que al ver la reservación de esta noche, me preocupe que les haya ocurrido algo — acote tomando un trago de la copa de vino que me trajeron. — No te preocupes, querida — Darío, padre de Martin me dedico un gesto fraternal ya que lo tenia al lado y me palmeo la espalda delicadamente — Eros y su hermano tuvieron un percance de ultimo momento, dejándolos imposibilitados de seguir con la reunión, pero llegaron a verte bailar cariño y déjame decirte que los dejaste igual o mas impresionados que a nosotros. Reí cuando dijo aquello y seguimos conversando, comentándoles sobre el lugar y lo que podían hacer para divertirse. En ningún momento hablaron sobre mi doble vida ya que me reconocieron al instante. Era fundamental a la hora de entrar a Quimera firmar unos documentos de confidencialidad tanto para ellos como para nosotros. Este lugar había sido diseñado exclusivamente para venir a liberarse sin ser juzgados, sin intervenir en nuestras vidas cotidianas. Quimera era la joya de Brasil, único en el país, por lo que no importara quien lo dirigía, sino el jugo que le podían sacar al lugar. Entable conversación con todos en la mesa, menos con uno que solamente se tomo el trabajo de observarme como si intentara descubrir mi mas oscuro secreto. En ningún momento abrió la boca, pero yo sabia muy bien quien era. Valentino Almeida era uno de los empresarios con mayor prestigio en Rio de Janeiro. Era conocido por sus logros en la telecomunicación, exportación de caña de azúcar y petróleo. Para sus treinta y seis años era mundialmente reconocido al haber llevado nuevamente a la cima el imperio Almeida que su padre le había entregado a tan corta edad para que lo volviera a transportar a la cúspide. Cuando la música cambio radicalmente, tornándose mas erótica, los hombres decidieron pasar a divertirse, por lo que despidiéndose fueron a la pista de baile como leones en busca de comida. Bufe masajeando mi cuello al sentir lo tensionado que estaba y es cuando note por el rabillo del ojo que uno de ellos se había quedado conmigo. Valentino. Cuadre los hombros nuevamente y clave mi mirada en el, con la intención que abriera la boca mas no lo hizo. Su rostro había quedado medio iluminado, lo que le daba un toque aterrador a su rostro cincelado y me observaba como si no existiera nada mas a su alrededor. Moje mis labios con la intención de hablar y su mirada bajo hacia ese punto logrando que mi ego subiera dos rayitas mas. Tome de mi copa, esperando a que sea el primero en la conversación pero me aburrí cuando lo único que hacia era mirarme. Suspire fastidiada y me dispuse a levantarme cuando una voz ronca llamo mi atención. — È emocionante ver o procurador volkova com seu rosto real — voltee cuando comprendí lo que dijo y fruncí brevemente el ceño. -Es emocionante ver a la fiscal Volkova con su rostro real- — ¿Disculpa? — mi voz sonó mas molesta de lo que pretendía y pude corroborar que el hombre en frente mío no era un tempano de hielo sin emociones. Sonreí de lado, demostrando que me había llegado lo que intento ser un insulto que solo logro descolocarme por un segundo. — Você me entende — respondió cínico y llevo el vaso de whisky a sus labios, delineando el contorno con ellos — É um prazer falar contigo beleza. - Tu me entiendes. Es un placer hablar contigo - Voltee los ojos ante su descaro, observando sin poder hilar ninguna frase cuando se levanto con el mismo gesto desvergonzado, cerrando los botones de su traje. — Ha sido un gusto por fin conocerla, Afrodita — acaricio mi nombre con sus labios mientras dejaba a un lado su portugués nato y adquiría un perfecto Italiano. Me tense de inmediato — Espero verla pronto. Sin dejarme amedrentar, eleve la barbilla, regalándole una perfecta sonrisa de comercial ... fingida y me deslice como una dama por el asiento, hasta llegar frente a el. — Me halaga que quiera un nuevo encuentro, señor Almeida — sonrio complacido cuando lo llame por su apellido — pero déjeme decirle que no me van los juegos, me gustan las cosas de frente y que sean claras, por lo que si intenta algo es mejor que lo deje de lado. Não me interessa — formule en el mismo idioma. Si quería jugar, tenia que demostrarle que también sabia hacerlo. Antes de responder, dio un paso en mi dirección, pegando sus zapatos de vestir a los míos y golpeo mi hombro con su dedo índice. — Chica lista — murmuro, pero logre oírlo en medio del bullicio. Frunció el ceño de golpe y me dispuse a seguir mi camino, cuando lo vi sacar el móvil y machacar sus molares antes de atender y comenzar a caminar mientras observaba para todos lados, intentado localizar algo inmediatamente. — Eros, ¡por um demônio! como te vas a ir de esa manera — seducida por el nombre pronunciado, me escabullí sin que me viera, entre tanto el seguía maldiciendo al tipo que tenia del otro lado del móvil, amenazando con sus bolas por su falta de respeto hasta que una palabra en particular llamo mi atención. Olimpo ... Me detuve de golpe, con los recuerdos que ese nombre traía en mi y sin darme cuenta, me sostuve el pecho sintiendo la falta de oxigeno. Había decidido hace muchos años, enterrar parte de mi vida. No quería seguir viviendo de mis memorias, ni mucho menos empañar todo lo que me costo con tanto esfuerzo forjar en mi. Me había auto impuesto enterrar todo lo que un día fui, para no volver a cometer los mismos errores, ni tampoco brindarle una mala crianza a mi hija por ellos. Sacudí mi cabeza, apartando ese nombre que se repetía sin cesar en mi cabeza y me ergui para seguir con la noche, cuando sentí un golpe que me hizo trastabillar y toda mi espalda ser cubierta por un liquido que me heló los huesos. — Merde — alguien intento tomarme del brazo desde atrás para no terminar de boca al piso por el poco equilibrio que me permitieron mis kilométricos zapatos y le agradecí internamente a la vez que lo maldecía — sinto muito — segui caminando sin voltearme, reconociendo que su portugués era una mierda. Solté mi brazo de golpe, sin medir la fuerza y camine sin ver al responsable de estar cubierta con Caipirinha. Llegue al despacho, pisoteando enfurecida y me serví lo primero que tuviera a mano para calmar el fuego que amenazaba con quemarme la garganta. Me desnude cuando bebí el contenido del vaso y me relaje con solo la diminuta tanga en el sillón detrás de mi escritorio. Había sido una placentera noche, quitando la desastrosa y confusa conversación con aquel hombre que lo único que me inspiro fue curiosidad. Tome el móvil para llamar a mi amiga, entre tanto veía las cámaras de seguridad y hable cuando su chispeante voz me saco una sonrisa. — Hola aquí — murmuro y me dio a entender que mi niña ya estaba en los brazos de Morfeo. — Hola aquí también — reí cuando escuche que me dedicaba un saludo no apto para menores - ¿Cómo se porto la princesa? Bufo mientras me contó todo lo que Lexi le hizo hacer para mantenerla contenta y me carcajee al imaginarme a mi amiga sentada mirando Juego de Gemelas de principio a fin sin moverse del lugar. Mi hija había sacado el carácter de su madre, por lo que sabia que cuando algo se le metía a la cabeza, no paraba hasta conseguirlo y siempre que su madrina la cuidaba, la obligaba a mirar una y otra vez esa película que la podía hasta actuar de lo memorizada que la tenia. Camila la odiaba desde el momento cero, alegando que no entendía como unos padres pudieron haberse llevado cada uno una hija, sin remordimientos, viviendo separado de la otra por tantos años. Entendía lo que ella me decía, pero no le iba a decir a una niña de seis años sus argumentos, muchos menos refutar como la excelente abogada que era, ya que sabia como iba a terminar. A pesar de ser una mujer que se caracterizaba por ser renuente, su ahijada sabia como convencerla con un simple lloriqueo y ojitos de cordero degollado. — ... Sabes que la amo Mila, pero si esta niña vuelve a atormentarme con otra dosis de las gemelas demonio, iré a Hollywood a proponerles un remake y adicionar para la protagonista — limpie las lagrimas que salían por la risa que me provocaba y la escuche gimotear — no te burles, pequeña zorra. Tu hija me provoca pesadillas con esa película, ya hasta me traume al punto de temerle a los pelirrojos. Eso era cierto. Mi amiga se había dedicado a revolcarse con cualquier hombre que no llevara ese color de cabello, lo que hizo replantearme su salud mental. — Tranquila, Cami — mi voz había adquirido un pequeño tono ronco por la risa y me la aclare cuando soltó una de sus palabrotas Argentinas — sabes que si te escucha Aleksandra podría convertirse en Meredith y hacerte la vida imposible, relájate y toma un baño en mi tina, te lo mereces. Acepto la oferta sin rechistar y me corto después de decirle que posiblemente tardara mas de estipulado en llegar a casa. Me acomode en el sillón y peine mi cabello en una alta cola, despejando mi rostro para relajarme un rato mas y poder salir nuevamente a cerciorarme que todo este saliendo como lo habíamos planeado. Luego de unos minutos de soledad, donde mis pensamientos habían salido a relucir, enviándome imágenes que no necesitaba, masajee mis piernas adoloridas por las posturas en el escenario, concentrándome con los ojos cerrados en la fricción que mis manos hacían en mi piel hasta que me tope con las marcas que evitaba como si se tratara de la misma lepra. Levante la pierna en el apoya brazos y acaricie la huella que ese malnacido había dejado en mi con tanta satisfacción, satisfacción que en su momento también me beneficio a mi luego de probarlo por primera vez. Pase la yema de mis dedos por la pequeña estrella de David y me transporte al momento en que Sasha me la hacia. Sentí en mi cuerpo el mismo dolor como si me la estuvieran haciendo nuevamente. La navaja cortando mi carne, la respiración entrecortada de él en mi cuerpo, mis brazos atados en el barandal de la escalera de su despacho. Mordí mi labio inferior cuando lo sentí delante mío como aquella noche, tocando mi cuerpo, ultrajándolo con sus caricias indebidas. No me di cuenta en que momento mi mano de había alejado de mi muslo para subir hacia la pequeña y transparente tela que ocultaba mi feminidad. Roce mis labios por encima y cerré fuerte los ojos, liberando un fuerte jadeo por las sensaciones recibidas. Por mucho tiempo me había negado a darme placer, por el simple hecho de no poder. Lo intente en varias ocasiones cuando la necesidad me doblego en busca de algún tipo de liberación, pero no pude llegar mas allá de un imperceptible manoseo por encima de mis bragas. Había llegado a pensar en ocasiones que me había vuelto una maldita frígida, que mi cuerpo no toleraba mas placer y me olvide de mi vida s****l, apartándola lo mas lejos posible, por que un simple toque era torturar mi mente y corazón también. Mande todo a la mierda, cuando esta vez, impulsada por el repentino deseo corrí la tela a un lado al notarme húmeda y mime mi botón como tanto había deseado. Sabia que no era el mejor lugar para hacerlo, cualquier persona podía entrar sin permiso, mas no me importo. Apoye la otra pierna, abriéndome mas para recibir lo que por mucho tiempo no sentía y seguí frotando mi clítoris mientras las imágenes se agolpaban en mi mente como rayos, iluminando mi excitación. Gemí sin pudor en el momento que note mi cuerpo tensionarse por el placer que me estaba provocando, notando que mis dedos no eran los que me daban lo que quería, sino los de él. Consentí en ese momento dejar mi gozo en sus manos, sintiendo como en tantas veces me había hecho sentir. — Solo mis dedos pueden darte lo que quieres, muñequita — note como me susurraba al oído mientras intentaba acercarme mas a su toque — solo yo puedo hacerte sentir de esta manera, nadie mas. — No pares, Sasha — no quería que pare, necesitaba el orgasmo que se había empezado a formar en mis entrañas como el aire para respirar. A pesar de los años, aun seguía recordando a la perfección su voz, imaginándolo detrás mío, tocando lo que tanto le gustaba. — No lo haré, Mila — su voz sonaba tan afectada como lo estaba yo, oscuriendo esas perfectas pupilas como por tanto tiempo admire — dámelo, no te resistas mas. Solo necesite su voz en mi mente para explotar, enviando mi cuerpo al espacio, donde lo único que experimentaba era un completo éxtasis. Mi mente se apago, mi cuerpo se relajo y mis ojos se inundaron en lagrimas al comprobar cuando los abrí, que no había nadie, que mis manos habían hecho todo el trabajo. Mi cabeza había interferido con el vestigio de su rostro, su voz, su contacto. Había olvidado lo que era ser poseída por sus brazos, su aroma, su cuerpo e imaginarlo me había enloquecido como hace tanto tiempo no lo hacia. Mordí con fuerza mi labio al verme en completa soledad. Cerré mis piernas con vergüenza, dándome cuenta que aun con los años transcurridos, seguía necesitando de el para poder tener un puto orgasmo. Me enfurecí al verme aun tan dependiente, necesitando tanto de una maldita caricia. Me levante, tirando el sillón y estampe el vaso contra la pared, seguido de todo lo que tuviera a mano, desquiciada. — Hijo de puta — grite llorando y caí de rodillas al darme cuenta de lo mucho que aun dolía — me has dejado en la maldita oscuridad, me desechaste como un objeto cuando no me necesitaste mas. Me abrace al sentir un repentino frío agujerear mis huesos y grite mientras mas lagrimas caían por mi rostro. Me maldije una y otra vez por como dolía, como en un suspiro me convertía en nada. Era una mujer insignificante, viviendo aun en el pasado, predicando la superación como un robot, cuando no eran mas que mentiras. Había conseguido todo lo que me propuse en la vida, obteniendo el poder suficiente para ser totalmente independiente pero por dentro seguía podrida. Había dejado mi alma el día que me fui y lo deje tirado en aquel césped, pensando nunca mas volver a verlo y jamás pude recuperarla por completo, solo una pequeña parte el día que mi hija había nacido, aplacando el sufrimientos con un poco de luz, de esperanza ... de amor. Sentí como me cubrían mi cuerpo desnudo y luego era abrazada. Cerre los ojos al notar el perfume de mi amiga y me desmorone por completo. En los años que me conocían nunca me habían visto de esta manera y era momento de dejar salir todo el dolor para renacer nuevamente de las cenizas y seguir con mi vida como el lo hizo sin ningún remordimiento. — Lo odio — hipé cuando ya no quedaban lagrimas que derramar — necesito seguir adelante, ya no puedo mas. Flor beso mi cabello y asintió para luego elevar mi rostro y sonreírme. — Tengo una idea — limpio con sus pulgares mis ojos y me ayudo a levantarme — es momento de buscarlo Mila, ya no mas dolor — me dio un apretón en los hombros y respire profundo — es hora que pague por todo.  Le damos la bienvenida a las actualizaciones semanales de Eros -aplaude - Los veo la semana que viene. Los amo
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