Parte dos. Mila No llego a acercarse mas de lo necesario cuando tome mi muslo y desenfunde mi glock 22, apuntando directamente en su pecho cuando vi en sus ojos que quería tomarme del brazo. Divertido por mi acción, levanto los brazos, devolviendo la sonrisa que tantas noches me robo el sueño, una donde estaba plagada de maldad y promesas. — No me provoques, Eros — pronuncie su nombre con asco — que si me tocas demasiado los ovarios, te puedo regalar una bala entre los ojos como obsequio de bodas. Su cara cambio con mis palabras e intento tomar el arma para apartarla de su pecho, lo que logro que solo quitara el seguro, convencida de partirle el cráneo en donde diera un paso en falso. Se retiro un par de pasos y apoyo sus manos en los bolsillos de su pantalón. — Tiene agallas, señora

