Reid no podía resistirse. Él salió a correr el sábado por la mañana, a pesar de que sus rodillas protestaron. Para su satisfacción, llegó al final del sendero del río y vio a Cassie corriendo hacia él. Ella se veía tan fresca y sana como recordaba, y la vista de su cola de caballo balanceándose envió una punzada de ardiente deseo a través de él que lo hizo olvidar por completo sus rodillas. Él podría haber corrido a Argentina con ella a su lado. “Justo al hombre que quiero ver”, dijo ella alegremente, luego se puso a caminar a su lado. Su corazón dio un vuelco a pesar de que sabía que no debería hacerlo. Él la miró y pensó que parecía estar tramando algo. O quería algo. “¿Por qué suena siniestro?” “No lo es.” Cassie le dedicó una sonrisa y él tuvo la sensación de que iba a estar

