Capítulo 7;el arte de besar.

1921 Palabras
El firme contacto de sus labios me deja completamente inmóvil, no sé cómo reaccionar ante esta acción del Maestro, supongo que una seductora lo besaría y exigiría un beso más profundo, pero la verdad es que sé sabía cómo reaccionar. No sé cómo responder. Nunca antes me han besado. En el internado, algunas de las chicas más grandes se besaban a escondidas con los chicos en las habitaciones y los pasillos, pero la verdad es que yo siempre fui retraída, la niña rara de todo el internado, a la que golpeaban, el centro de la burla y los maltratos, más de un niño intentó besarme, pero yo lograba huir. Ahora que los labios del Maestro están sobre los míos, es imposible huir, sus manos están aferradas con fuerza a mi cintura, su cuerpo me oprime contra la puerta. No hay escapatoria alguna. Siento como introduce mi labio inferior en su boca, lo succiona suavemente y ésto genera un extraño calor en mi cuerpo, cómo una descarga de calor que nace en mis entrañas y me recorre todo el cuerpo, encendiendo mi piel, aún me encuentro inmóvil , estoy pasmada por la sorpresa. El Maestro se separa un poco, pega su frente a la mía, saca su lengua que recorre lentamente mi labio inferior y sin poder evitarlo, tiemblo. —¿Te han besado antes, Irina Roberts?— me pregunta con voz ronca. Mi corazón late desesperado como un ave que ansía escapar de la pequeña jaula en la que se encuentra. —N. . .No, Maestro, nunca— mi voz suena temblorosa. Quisiera que sonara firme, pero es imposible, no sintiendo todo lo que siento. Miro sus profundos ojos. —¿Una aspirante a seductora que no sabe besar?. . . de lo más curioso— responde mirándome firme y sonriendo. No puedo soportar su mirada y desvío la mía— No, Irina, mírame— obedezco— un beso puede marcar el principio o el final de todo. Besar es un arte Irina, un arte que como seductora debes dominar bien, no puedes intimidarte ante un beso ¿lo comprendes? —Si, Maestro— digo lo más firme que puedo. —Un buen beso puede despertar la enloquecedora pasión en un hombre, o simplemente puede ocasionar que se pierda todo el interés. No es difícil aprender la manera correcta de hacerlo— sentí como sus manos que habían suavizado su presión en mi cintura, volvían a ejercer su fuerza— los besos llevan intenciones ocultas— asiento atenta ante su clase, pero nerviosa— este es un beso tímido— se acercó y apenas rozó mis labios— demuestra inocencia, quizás una profunda timidez o miedo a ser rechazado. También puede ser usado como el principio de un gran beso— ¿comprendes? —Sí. . .si, Maestro— acercó su boca a mí, ahora me besó en la comisura de los labios. —Este es un beso coqueto, Irina, es un tanto juguetón. Ese beso acompañado de una hermosa mirada, puede lograr muchas cosas en un hombre. —Comprendo. . . —dije antes de que su pregunta llegara. Colocó una mano detrás de mí cuello y me acercó a su boca. —Éste es un beso que suelen darse los enamorados— su boca hizo presión sobre la mía, se movía tiernamente, suave, sin prisas, era realmente un beso que despertaba, las fibras de mi ser. No supe cuándo, pero intenté responde a su beso, mis labios comenzaron a moverse tímidamente. Se separó y me sonrío— me agrada que lo intentes, es lo mejor de ti, eres una excelente estudiante. —Yo. . . quiero hacerlo bien, Maestro— le dije sintiendo que mi cara ardía, seguramente estaba muy ruborizada. —Entonces, te mostraré el mejor beso de todos, es el más ardiente, es el beso que mejor debes manejar Irina, es el beso seductor— lo miro sin pestañar— tus manos deben posarse en mi cuello— las llevo allí rápidamente— No. No Irina, no es así, tus movimientos debes ser lentos, juguetones. —Lo siento— me disculpo y retiro mis manos. —Te mostraré como hacerlo, para algo soy tu Maestro. Lleva tus manos a mi cuello, pero sube acariciando mi pecho, lentamente, con cariño pero firme, debes sentir el roce de tu piel— le obedezco tímidamente— debes relajarte, cariño— me dice— estás demasiado tensa, así no resultará— intento alejar los nervios de mí, pero es imposible, siento cada musculo de su cuerpo pegado al mío, y aunque sé que sólo se tratan de clases, no puedo calmar a mi desbocado corazón. —Yo. . . solo estoy un poco nerviosa Maestro, no quiero defraudarle. —No lo harás— me dice— debes tomártelo con calma— te explicaré, tus manos deben acariciar el cuerpo de tu acompañante, tus labios deben moverse contra los míos firmemente, solo déjate guiar, imita lo que yo haga, te puedo dar técnicas previas, pero el beso en sí mismo, es cuestión de instinto. Temblorosa, pero decidida a cumplir con mi lección dejo que mis manos se deslicen por su pecho, acaricio su cuello, fijo mi mirada en sus labios, recuerdo las clases de Aura, bajo mi mirada, la vuelvo a posar en él, pero ahora en sus ojos, me acerco a mi Maestro, es mucho más alto que yo, así que me colocó en puntillas, me aferro a su cuello, la elevación de mi cuerpo genera que mis senos se opriman contra su pecho. Suspiré contra su boca, cuando sentí que su agarre a mi cintura se hacía más fuerte. —¿Lo hago bien, Maestro? —Comprobémoslo— me dice antes de que su boca tome nuevamente la mía. Su boca es firme, extrañamente suave, húmeda y muy caliente. Sus besos me queman los labios y aunque es una nueva experiencia para mí, se sienten terriblemente delicioso. Me aferro a su cuello como si de un salvavidas se tratase, me sorprendo un poco cuando su lengua invade mi boca, no sé qué hacer, pero sigo el consejo del Maestro; debe tratarse exclusivamente de instinto. Muevo mi lengua contra la suya, las uno, la toco, y luego alejo la mía, la choco contra la de él. Atraigo su legua a mi boca y la succiono, me siento enloquecida y abrumada; no pensé que besar se sintiese tan bien. Le escucho gemir cuando muerdo suavemente su labio inferior, aquel gemido logró asustarme, pensé que le había lastimado. Pero no fue así, él no se detiene, sino que me toma de la parte trasera de mi cabeza y su lengua invade nuevamente mi boca. Siento que de pronto ha comenzado a hacer un calor insoportable, mi pecho se agita, mi cuerpo tiembla y no comprendo la razón puesto que no tengo frío, ni miedo. Su mano recorre mi espalda y la otra acaricia mi cabello. Sin poder evitarlo un pequeño gemido escapa de mi boca. El beso pareció durar una eternidad, el aire no circulaba hasta mis pulmones, y sentí que me desmayaría. Pero en ese preciso momento, el Maestro decidió que la lección había culminado. —Lo haces bastante bien— su voz sonaba tan serena que me sentí terriblemente avergonzada de que mi cuerpo estuviera sudoroso, mi respiración agitada y mi corazón a punto de salir por mi boca. Estaba avergonzada de mi falta de control, causada evidentemente por mi inexperiencia. —Gra. . . gracias, Maestro. —Mañana cenarán con nosotros algunos socios y su familia, enfócate en las clases con Aura y con Mercedes, y aplica lo que te ha enseñado Ellan, mañana será una especie de prueba, quiero ver cómo te desenvuelves y cómo aplicas todo lo que has aprendido. Quiero verte hermosa, elegante, segura de ti misma, coqueta y cariñosa. —Como usted diga, Maestro— asiento firmemente. —Sé que lo harás bien. Tú serás mi obra maestra, Irina Roberts— se inclina nuevamente contra mi boca, pero aquel beso fue a penas un roce— Buenas noches, cariño. Feliz cumpleaños. Y sin más se marchó caminando firmemente, y yo me quedé allí, viéndolo alejarse por el pasillo. Entré a mi habitación con el corazón latiendo terriblemente acelerado. Me recargo sobre la puerta y llevo mis dedos a mis hinchados labios. Pienso en sus besos, en el calor que emanaba de su cuerpo, en cómo me hizo sentir. No sé porque, pero las palabras que me dijo una mañana mientras desayunábamos volvieron a mi cabeza. “Esta es la regla más importante de todas Irina, cariño: Nunca, nunca debes enamorarte. Quién se enamora otorga un desmedido poder para ser lastimado, Irina, debes comprenderlo y aprender a dejar los sentimientos de lado. Las seductoras no aman, si quieres ser respetada, venerada y admirada, debes aprender a controlar tus sentimientos, el día que te permitas amar, puedes dar por terminada tu decisión de ser fuerte y una seductora libre. El día que te enamores habrás perdido todo Irina Roberts” El recuerdo de sus palabras genera locos pensamientos en mí. ¿Por qué pensar en esa regla; la más importante de todas? No. No estoy enamorada del Maestro, y nunca lo estaré, ni de él, ni de nadie. No sé amar, nunca he sido amada, no conozco esa sensación, lo único que he conocido es el desprecio, el maltrato, los golpes y la humillación. Me he jurado a mí misma que obtendría dignidad, respeto y mucho dinero, eso me daría poder para jamás volver a ser la niña miedosa, tonta y tímida de antes. Esa chica que lloraba por el maltrato, que sufría en silencio, que pasaba frío, que dormía en la calle, esa chica que comía de la basura, esa ya no existía había emergido una nueva mujer, no más Katia, Irina Roberts, esa soy ahora. Una chica dispuesta a conseguir lo que se propone, no me dejaré humillar más, no permitiré ninguna falta en mi contra, sin importar lo que tenga que hacer, mi meta en esta vida es sencilla; dinero y poder. Decido darme una ducha, necesito tranquilizar a mi cuerpo. El agua corre desde mi cabello hasta mis pies. Siento que poco a poco me calmo, los recuerdo de esos besos vuelven a mí y me siento enojada ¡no quiero pensar en los malditos besos!, pero no puedo evitarlo. Siento tanta tensión que quisiera llorar. Salgo de la ducha y prendó el secador, mi cabello se va secando y adquiriendo brillo. Ellan, dice que tengo un lindo y sano cabello, yo quisiera cortarlo un poco, quizás hasta mis hombros, pero el Maestro no lo aprueba, dice que largo se ve mejor y seguramente tiene razón. Salgo del cuarto de baño, cubro mi cuerpo de crema hidratante, me enfundo en unas cómodas bragas y un pijama sencillo y entró a la cama. La suavidad del colchón me recibe, me cubro con la colcha y sin evitarlo mis pensamientos vuelven al beso. Enfurecida conmigo misma, me giro boca abajo y sujeto las almohadas con fuerza. ¡Quiero dormir! Me digo, pero después de una hora de intentarlo compruebo que no puedo. Aunque mi cuerpo está tranquilo mi mente no para de trabajar y pensar en el Maestro. Esos besos me dejaron abrumada y confundida. Maldigo porque sé que será una perturbada noche, y por primera vez desde que llegara a esta casa, me pregunto: ¿Qué es lo que realmente quiere el Maestro de mí?, ¿Cuáles son las verdaderas intenciones de Dominik Von Fischer?
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