Keira
El resto de la tarde fue bueno, ya no hubo más dramas de adolescentes como decía Jay. De hecho, los chicos terminaron jugando un mini partido de fútbol en el que Jay también participó. No estaba bromeando. Jay realmente sabía cómo jugar al fútbol y era muy bueno en ello.
De hecho, en un momento los chicos le suplicaron que fuera entrenador asistente del equipo. Jay rechazó la oferta, pero creo que realmente se sintió conmovido de que lo quisieran en su equipo.
Cuando Jamie y Jay me estaban ayudando a empacar, estaba poniendo la ropa que Laura me había comprado en la cama. Volví al armario y vi que mis camisetas grandes todavía estaban allí colgadas. Simplemente me quedé paralizada y las miré.
—Novia, ¿en qué estás pensando? ¿Acaso alguien sale del armario? —preguntó Jay.
—No sé
