Kevin Estaba en el trabajo al día siguiente cuando me llamaron a la oficina de Austin. Mientras me dirigía hacia allí, Kelly, su secretaria, me detuvo. —Hola, Kev, ¿todavía vas a ser mi acompañante para la boda este sábado, verdad? —Sí, no te preocupes. Estoy aquí para ti —le aseguré. —Gracias. Te debo un montón por esto —dijo con una sonrisa. —No hay problema. Para eso son los amigos. Créeme, lo entiendo. Con Keira casada, con un hijo y otro en camino, también me preguntan cuándo me voy a sentar cabeza —comenté. —Austin te está esperando, solo entra —indicó Kelly. Entré en la oficina. Austin estaba sentado en su escritorio. —¿Escuché que vas con Kelly a una boda? —preguntó, alzando una ceja. —¿Por eso me llamaste aquí? —repliqué, desconcertado. —No, en realidad siéntate. Necesit

