Michael Melissa había estado ahí desde siempre. En las cenas familiares, en los eventos empresariales, en las fotos que nuestros padres se tomaban para mostrar alianzas estratégicas. Era parte de ese círculo selecto donde crecí, siempre protegida, siempre cuidada como si el mundo fuera demasiado cruel para ella. Era menor que yo por tres años, vivía en otro estado, pero nuestras familias estaban tan entrelazadas por los negocios que verla al menos dos o tres veces al año era inevitable, nunca me gustó, ni siquiera me interesaba. Para ser honesto, me caía mal, esa forma en la que se escondía detrás de sus padres, esa manera en que parecía no saber cuánto valía solo por no ser como las otras chicas de nuestra clase. Tenía un complejo de inseguridad tan evidente que solo podía verla

