En una esquina de la calle estaba Gia empapada, con sus ojos llenos de furia y sus dientes apretados. Había presenciado la romántica escena entre Rose y Máximo. Máximo se había atrevido a besarla y luego a cargarla amorosamente hacia su edificio. Con ella jamás había hecho algo así, se sentía celosa hasta los huesos. Y no culpó a nadie más que a Rose, en los pensamientos sesgados de Gia había sido ella quién se había puesto entre Máximo y su amor. “Yo lo conozco desde que era un niño, él me debe querer más a mí” Pensó Entonces si era Rose quien se había interpuesto, era ella la que debía desaparecer. Eso era lógico en la pequeña mente de Gia. Apretó sus manos y sonrió. Algo espeluznante se estaba gestando dentro de su cabeza. *** Cuando Máximo ingresó a su departamento cargando

