21. Malos negocios. Pero Cielo no quiere vender el walkman que se está ganando por contarle a Dulce lo que desea saber de ella. No lo siente justo. Dulce se ha quedado dormida y tiene la oportunidad de buscar una vez más entre sus cosas, pero ¿dónde? Vuelve al placard. Ahí solo hay vestidos de todas las formas y colores. Toma dos, un rojo vivo que es de noche y un n***o algo sobrio pero elegante… y caro, muy caro… Los envuelve y los hace un bollo y se lo guarda dentro de su chompa decolorada. Es hora de irse y doña Luz no tiene por qué enterarse de nada. Tiene dos pesos, suficiente para el pasaje de ida y vuelta. Si todo le sale bien, estará de regreso en un abrir y cerrar de ojos. Con optimismo y sin precaver las fallas de su plan, sale por la ventana como la primera vez. No llueve,

