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1163 Palabras
Dos semanas después, Hannah no había recibido más regalos. Su vida se había vuelto algo "normal" de nuevo. Porque ella estaba al frente de este trabajo. La fatiga no fue solo la única causa. Hannah se sentía como si estuviera viviendo Gabe Sander, bebiendo Gabe Sander. Su vida diaria estuvo marcada por su jefe.14 Hasta hoy. - Te invito a cena esta tarde. Él había declarado esa misma mañana. Incrédula, acababa de decir que sí con un asentimiento mientras se sonrojaba como una peonía. Hace dos años, Hannah habría rechazado esta invitación. Pero esta noche quería conocer a Gabe Sander. Quizás era el misterioso remitente. Tal vez finalmente se había dado cuenta …dieciséis Cuidando su vestido, se puso un vestido de algodón. - Te haré un moño desordenado. Loanes decidió y se cepilló el pelo. Hannah se quitó las gafas y le sonrió tímidamente. - Gracias Loanes, susurró suavemente, sé que no te gusta mucho Gabe. - No dije que no me agradara, dije que sospechaba de él. Ella corrigió, levantándose el cabello. - No soy estúpido, sabes, no espero nada de él. Pero como todas las mujeres jóvenes, Hannah tenía sueños … Esta noche quería soñar. - Te pondré rímel. - Estás seguro ? No acostumbrada a usar maquillaje, Hannah lo soltó y cerró los ojos. - Me siento como una babosa. - No digas nada Hannah. Nerviosa, lo soltó y esperó a que le pusiera una última capa de lápiz labial. - Me aseguré de que te mantuvieras lo más natural posible, dijo Loanes, enderezándose, puedes abrir los ojos. Hannah los abrió y se tocó los pómulos. - Oh Loanes, tengo la impresión de no reconocerme. Se puso las gafas en contra del consejo de su amiga, que había insistido en que se las quitara. - Sin embargo, eres tú con un ligero maquillaje. Hannah se puso de pie cuando alguien llamó a la puerta. - Dios mío ! Es el ! Loanes simuló una técnica de relajación y fue a abrir la puerta. Su ritmo cardíaco se aceleró de repente. Sentía que no podía respirar. - Eres Loanes, ¿verdad? - Sí que soy yo. Cuando su jefe entró en su apartamento, Hannah reprimió un sonrojo. - Estoy encantado de conocerte. Con una mirada en su dirección, su amiga entrecerró los ojos y forzó una sonrisa. - Yo también, Sr. Sander. Estaba claro que Loanes estaba haciendo un esfuerzo por ser cortés. El ambiente estaba tan tenso que decidió ponerle fin. - Bien ! ¡Vamos! Hannah caminó hacia la salida y agarró su bolso de la consola de entrada. Gabe no necesitó que se lo pidieran y salió del apartamento seguido por Hannah. - No me voy a casa demasiado tarde, nos vemos luego. Le envió un beso a su amiga y cerró la puerta. - Estás hermosa esta noche Hannah. Dijo una vez que ella cerró la puerta. Hannah se sonrojó y buscó un candado imaginario detrás de la oreja. - No estás mal también. Él sonrió tan ampliamente que ella alcanzó a ver sus dientes blancos. - Ven, te llevaré a un lugar muy chic. Se detuvo al nivel de los escalones. - ¿Mi atuendo es adecuado? Preguntó con voz vacilante. - Eres perfecto. Afirmó, tendiéndole la mano. Hannah vaciló un buen rato antes de agarrarlo. Este contacto no fue apropiado, ver movido. Pero Hannah no pudo resistir la tentación de sentir su mano contra la de ella. Veinte minutos después llegaron frente a un fabuloso restaurante en un callejón muy tranquilo en Time Square. Una vez acomodada, Hannah tomó la tarjeta del menú, la pasó por encima una docena de veces antes de optar por un simple bistec con patatas. - Es totalmente diferente a lo que estoy acostumbrado a ver. Ella confió, cerrando el menú. - Por qué ? Preguntó con una pizca de curiosidad en su voz. - Es solo un bistec con papas, así que ¿por qué intentar ser complicado? Él se echó a reír y la miró fijamente. - Visto desde este ángulo … Se quitó la chaqueta y pasó la mano por la mesa para agarrar la de ella. Una corriente de electricidad no dejó de hacerla fallar. - Me ha impresionado mucho tu trabajo durante las últimas dos semanas, Hannah. - Esta es la primera vez que escucho un cumplido de su parte, Sr. Sander. Él se rió brevemente y deslizó su pulgar contra su palma. El mundo parecía haberse detenido. - Más vale tarde que nunca. - Es cierto, pero a veces es bueno escuchar un cumplido. - Por eso te hice uno. Hannah se alegró de oírle felicitarla, pero tampoco era estúpida. Lentamente retiró la mano. "Señor Calumnia", comenzó con una voz que quería ser firme. Debes mantener las distancias, soy tu secretaria. Su rostro se cerró lentamente. Ella podría haber jurado que vio una pizca de molestia en sus ojos. - ¿De dónde vienes? - Por si no lo has notado, no soy suficiente … No soy modelo y conozco tu reputación. Se enderezó y tomó un sorbo de champán. - Es solo una cena, Srta. Stewart. Él respondió bruscamente. Hannah permaneció impasible. No tenía ninguna intención de quedar impresionada. - Lo sé, pero en dos años esta es la primera vez que me notas así. - Esta no es la primera vez que me fijo en ti. Se apresuró a decir, soldando su mirada. Hannah se clavó las uñas en las palmas de las manos. ¿Se estaba riendo de ella? Durante dos años de leal servicio hacia él, Hannah se había sentido más como un fantasma deambulando por los pasillos que como alguien existente para ella. - No lo recuerdo. Dijo con la mayor calma. Apoyó los antebrazos en la mesa con actitud indiferente. - Soy el CEO de esta empresa de Hannah, me doy cuenta de todos mis empleados, excepto que no puedo hacer lo que quiero cuando quiero. Había asumido el mismo aire que cuando consultaba un expediente. Hannah tuvo que detenerse cuando llegó un camarero con sus entrantes. A solas con él de nuevo, Hannah alineó su cuchillo junto al tenedor con nerviosismo. Apenas podía creerlo. - ¿Y qué te hizo cambiar de opinión de repente? Preguntó después de tomar un sorbo de champán. A punto de responder, su teléfono lo cortó. Como de costumbre, se levantó, indicando que iba a volver muy rápido. Hannah suspiró en silencio. Miró alrededor del comedor y ya no estaba tan hermosa como cuando salió del apartamento. Una sensación de molestia se apoderó de ella cuando se fue a la entrada para continuar su conversación telefónica. Hannah sintió que la confusión se apoderaba de ella cuando él miró en su dirección. Luego se volvió para continuar su conversación. "Para usted, señorita", susurró un camarero, entregándole un sobre. Hannah lo tomó instintivamente mientras él se agachaba a su altura como para esconderse de la vista. - Buenas tardes señorita. - Pero que …
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