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1127 Palabras
Hannah vio salir el amanecer de su cama, mirando perdida esa extraña rosa roja en su mesita de noche. Su primer pensamiento cuando abrió la caja fue Gabe Sander. No imposible. No era el tipo de persona que envía una rosa en medio de la noche, sin una tarjeta, sin una palabra. No era del tipo romántico … Sin embargo, Hannah quería creerlo en secreto. Una estupidez. Gabe Sander no era un hombre de confianza. Las palabras de Loanes regresaron para perseguirla. De repente se le hizo un nudo en el estómago. Se levantó de la cama y se paró en la ventana de su dormitorio para ver salir el sol. Fue la única vez que pudo respirar y poner orden en sus pensamientos. Suspiró contra el cristal, creando un vapor que lentamente comenzó a empañar la ventana. Con la frente pegada al azulejo, cerró los ojos y decidió olvidarse de esa rosa y olvidarse de ese deseo culpable por su jefe que no tenía sentido. Se acercó a la cocina un poco más tarde para prepararse un café. Loanes irrumpió en la sala de estar, agarrando su bata de baño, con los ojos apenas abiertos. - ¿Desde cuándo estás despierto? Preguntó con voz somnolienta. - Un poco más de seis horas o quizás antes. Con una mirada de desaprobación, su amiga se sirvió una taza. - Podrías dormir más. Comentó mientras se sentaba en el taburete. - Lo sé pero estaba demasiado estresado y perturbado, no podía dormir más. - ¿Es por esa rosa? - Sí, en parte. Confesó, untando con mantequilla su tostada. - Ya puedes eliminar a tu jefe de la lista. Comentó Loanes. No es del tipo romántico si sabes a qué me refiero.4 - Lo sé, suspiró con tristeza. Loanes, tranquilízame, no fuiste tú quien me envió esta rosa para … - ¿Parezco un amigo que da falsas esperanzas? Hannah hizo una mueca. - No, es verdad. Ella admitió, tomando un sorbo de café. - Ese no es mi tipo, Hannah. - Lo sé, lo siento, ya no sé lo que estoy diciendo. Hannah se disculpó mientras se levantaba. - Si es Gabe Sander, hazme el honor de no caer en la trampa. Loanes aconsejó y se levantó a su vez. Hannah abrió la boca pero la cerró de inmediato. ¿Qué responder a eso? Eso era exactamente lo que estaba a punto de hacer si alguna vez era él. - Tomo nota ! Dijo alegremente para no despertar la perturbación amenazante que la habitaba. Se dio la vuelta con una amplia sonrisa. Escéptico, Loanes entrecerró los ojos y la siguió con la mirada mientras ella se dirigía a su dormitorio. Cerró la puerta y se apoyó contra ella, cerrando los ojos. ¡Tenía que recuperarse a toda costa! Tras darse una ducha rápida y ponerse un traje aún tan discreto como los anteriores, Hannah salió de su habitación con todas sus cosas, dispuesta a afrontar el día que le esperaba. - ¡Bueno, me voy! Ella exclamó con una falsa alegría bien escondida detrás de una sonrisa. - ¡Digo buena suerte Hannah! Cuidado con cualquier otro comentario que pudiera desestabilizarla, salió del departamento y se dirigió a su auto. Durante el viaje a la empresa, Hannah reflexionó sobre los posibles puestos que la aguardaban. ¿Sería ella realmente su títere? ¿Mejor tratado? ¿Tendrá derecho a opinar sobre los contratos? Un montón de preguntas pasaron por su cabeza hasta que se encontró frente al negocio. Donde un Mercedes listo para partir aguardaba el motor ya en marcha. Cuando una explosión de pánico se apoderó de ella, Hannah no se acobardó y entró al coche con su bloc de notas y su bolso. - Hola Sr. Sander. Apartó los ojos de su teléfono celular para mirarla. Se subió las gafas sin saber realmente por qué y se aclaró la garganta con nerviosismo. - Hola Hannah. Asombrada de que él se dignara llamarla por su nombre de pila, Hannah reprimió un grito de sorpresa y se puso el cinturón. - Entonces, ¿a dónde vamos hoy? Preguntó, fingiendo mirar por la ventana. - ¿Almorzaste, supongo? - Sí, rápido. Ella respondió, mirando hacia otro lado en su dirección. - Debería haberte dicho que íbamos a almorzar con uno de mis asociados. Parecía desprovisto de toda culpa. Este tipo de comportamiento era exclusivo de él. Hannah prefirió repasarlo con una sonrisa. - No es gran cosa, Sr. Sander. Él arqueó una ceja y luego bajó una mirada a sus caderas. Roja de confusión, Hannah se puso la falda larga. Obviamente, se estaba refiriendo en silencio a su peso. - Está bien, entonces vámonos. Declaró el hombre en dirección a su conductor. Un tenso silencio se instaló entre ellos. Hannah observó el tráfico mientras él miraba la pantalla de su teléfono. Se mordió el labio con enojo mientras apretaba su bolígrafo. - ¿En qué consiste este almuerzo de empresa? Ella pidió romper el hielo. - Un contrato que no se me escapa. Explicó poniendo su teléfono en su bolsillo interior. Pero lo comprenderá rápidamente una vez en el suelo. - ¿Tengo que escribir toda su reunión? Él sonrió, sacudiendo la cabeza con esa expresión de suficiencia que más lo molestaba. - Solo lo que te parezca interesante. Dijo con voz firme. - Muy bien. Dijo volviendo su atención al tráfico. Cerró los ojos brevemente consumida por el impulso incontenible de preguntarle si él era el famoso remitente de esta misteriosa rosa. Pero la vocecita de Loanes seguía acechándola, incluso despertándola. - ¿Tiene novio, señorita Stewart? En estado de shock, Hannah parpadeó y volvió la cabeza violentamente en su dirección. ¿Escuchó bien? - No por qué ? El se encogió de hombros. - Así, solo quería saberlo.  - Tenga la seguridad del Sr. Sander, no hay ningún hombre en mi vida que pueda impedirme llevar a cabo mi misión. Dijo con un toque de irritación en su voz. - Me ve totalmente encantado, señorita Stewart. Este último respondió con una sonrisa arrogante. Hannah apretó los dientes para tragarse una línea mordaz y cerró de golpe su bloc de notas. - Eso está claro, Sr. Sander. - No del todo, replicó este último, me pareció que te había pedido que te prepararas con ropa más … moderna. Cada vez mejor ! - Bueno imagina que solo tengo eso en mi armario. Hannah respondió con voz molesta. Si mi ropa no le queda bien, puede buscar otra secretaria. "Qué fuego hay en usted, señorita Stewart …" susurró con un brillo incandescente en sus ojos. Ella fijó su mirada en la de él y ya se arrepintió de la pregunta de que … - ¿Me enviaste una rosa anoche?
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