— Verá doctor Gray, todo esto está tornándose sumamente raro, sin embargo, aunque tengo una profunda curiosidad por saberlo, usted me mandó llamar por trabajo. Si yo no hubiese venido, no estuviéramos hablando de todas estas cosas raras. Así que será mejor que nos concentremos en el trabajo primero, y cuando termine el turno, entonces ya veremos.
Nathan esboza una sonrisa, mostrándome de nuevo sus inquietantes colmillos.
— Esa es la Amanda que quiero ver. Decidida, seria y segura.— Me dice sonriente
Dejamos de lado el asunto de la sanguijuela mutante y nos concentramos en procesar las muestras sanguíneas.
Así estuvimos alrededor de tres horas, solo concentrados en la centrífuga, y en las máquinas de biometría hemática y química sanguínea.
El silencio después de un tiempo, se tornó un tanto incómodo, pero entonces mi oído se agudizó y note que la sanguijuela se golpeaba contra la caja de petri queriendo salir. Parecía que estaba loca, apuntaba hacia mi y luego hacia Nathan.
Me acerqué lentamente a la caja de petri de nuevo, Nathan me miró y se acercó también.
— ¿Qué sucede?— preguntó él
— ¿No lo ve? Está actuando raro. Se está golpeando contra la caja y parece apuntar hacia nosotros, como si no pudiera decidirse a quién atacar.—
Conforme acercábamos nuestras caras a la caja de petri, el animal más violento se ponía. Daba miedo, jamas había visto una sanguijuela actuar así. Y entonces contra todo pronóstico ...¡explotó!
La caja era de cristal bastante resistente, así que todos los restos de ella quedaron contenidos por la caja, afortunadamente.
O de lo contrario tendríamos restos de sanguijuela en la cara y la ropa.
— ¡Jamás las había visto hacer eso! — dije sorprendida
—Esa ni siquiera era una sanguijuela normal Amanda. Pero debo admitir que tampoco las había visto hacer eso.—
—¿Se ha topado antes con estas cosas no es así?
— Más veces de las que quisiera.
— ¿Usted sabe qué sucedió con el chico del cibercafé?— Pregunté visiblemente asustada
Después de ver explotar a la sanguijuela de ese modo, comencé a preocuparme porque había visto lo que había causado en el chico y esa cosa también me había mordido a mi.
El dio un largo suspiro y se sostuvo el puente de la nariz quitándose los anteojos.
— El chico luchó por sobrevivir toda la semana, pero falleció esta mañana.
— !¿Qué?!....¿Fue a causa de esa cosa?— dije señalando los restos de la sanguijuela— Oh por dios. ¿Y si me muero?
— No te pasó nada. Lo detectaste a tiempo, no te succiono la médula, ese era su objetivo.
— ¿Fue modificado genéticamente para succionar la médula? Esto no tiene sentido— Dije sujetándome la cabeza, comienzo a entrar en un ataque de ansiedad.
— ¡Amanda cálmate!— Me habló en tono fuerte mientras me sujetaba por los hombros con un poco de presión.
Su voz es como un eco lejano. Mi visión se torna negra y siento como si cayera al vacío.
Se agolpan varias imágenes en mi mente. No se que es real y que no.
Me veo como casi siempre, corriendo. Pero mis pies son pequeños y mis zancadas cortas. Lo recuerdo, el día que mataron a mis tíos Lemuel y Ágata.
Mis recuerdos son muy vagos de ese día y de años anteriores, si no fuera por fotografías, ya me habría olvidado hasta de sus rostros.
Recuerdo correr y ver a mi lado a un chico, es un Nathan mas joven, su aspecto pareciera el de un chico de 18. Tira de mi brazo para apresurar mis pasos, pero mis piernas son cortas y tropiezo golpeando con una roca.
Entonces, escucho su voz.
— "Te dejaré aquí pequeña, no tengas miedo. Debo volver, quizá aún haya tiempo. Si al amanecer no regreso, huye".—
¿Qué había sido eso? ¿Nathan ya me conocía y conocía a mis tíos? ¿Fue real o es de nuevo una alucinación?
De pronto, la imagen cambia. Ahora parece ser el presente, pero si fuese así, realmente lo recordaría y esto parece no haber pasado.
Estoy corriendo, tengo sangre en mi ropa y Nathan va tirando de mi mano como en el recuerdo de mi infancia, pero está muy mal herido con la ropa hecha tirones.
Hay dos personas siguiéndonos y ninguna parece querer dejarnos con vida. Por un lado está la mujer blanca y por otro el chico de los ojos color cielo.
Parece una disputa por ver quién se queda con el trofeo...el que parece que soy yo.
Hay una lucha entre la mujer y el chico de ojos azules, Nathan y yo estamos acorralados. Él está muy herido y queda inconsciente. Estamos en un callejón sin salida.
Todo se vuelve n***o nuevamente y entonces despierto. Me siento de golpe y la cabeza me da vueltas.
Ya no sé hasta qué punto las cosas son reales, han comenzado a suceder cosas verdaderamente extrañas. El mismo doctor Gray parece conocer cosas sobre mi que yo misma desconozco.
Me levanto y sigo sosteniendo mi cabeza por el mareo. Estoy sentada sobre un sofá de cuero n***o. Parece ser la oficina de Nathan.
Escucho que habla por teléfono con alguien, pero no escucho bien, habla muy bajo. Trato de pegar mi oído a la puerta para escuchar.
— Tenemos que reunirnos. Las cosas se están saliendo de control. Ella está aquí. Si. He visto a dos de sus nightcrawlers. Uno atacó a Mandy pero no logró absorber su médula.
No, no Roy. Nuestro plan inicial falló.
Trae a tu protegida, a tu madre y a Estela.—
Estaba empezando a hiperventilar.
Necesitaba salir de allí. Sentí una punzada en el estómago y el dolor me dobló, pero intente acallar mi grito. Sentí una oleada de calor recorriendo mi cuerpo y sentí una inmensa sed. Eso era extraño, conocía la sensación pero tenía mucho tiempo sin sentirme así.
El tenía una pequeña nevera, decidí incorporarme con pesar y lo abrí.
Había paquetes de sangre para transfusión.
Lo cual era bastante extraño, sin embargo tenía unas inmensas ganas de probarla.
Porque si algo malo podía haber en la Amanda temerosa, tímida y retraída era eso.
Un extraño gusto por la sangre. Algo que trataba de reprimir pero que siempre salía a flote.
Nunca había probado sangre humana que no fuera la mía, solo había probado sangre animal. Desde que tengo memoria he tenido esta extraña fijación por la sangre, pero es un secreto que ni Jully sabe. Tengo miedo de que se aleje de mí si se entera.
Parezco animal salvaje tratando de romper la gruesa bolsa con los dientes, finalmente siento el líquido frío y de sabor metálico y lo paladeo en mi boca.
Siento como la piel de mi cuerpo se eriza por el inmenso placer que me produce probar la sangre. Sin pensarlo comienzo a succionar más y más la pequeña bolsa de 250 mililitros hasta acabarla como si de una caja de jugo se tratara.
Sonrió como tonta al acabarla, me siento realmente feliz, extasiada. Jamás me había sentido tan bien en mi vida, nunca he tenido sexo y no se lo que es un orgasmo, pero seguramente es una sensación muy parecida a eso.
Entonces la puerta de la oficina se abre y Nathan me encuentra con las manos en la masa. Aún sostengo la bolsa en mi mano y hay algo de sangre que sobresale de mis comisuras.
Estoy en shock al verlo y mi corazón está acelerado.
El se sorprende al principio, pero relaja su cara casi de inmediato y cierra la puerta tras de sí y me abraza.
Eso me tomó por sorpresa, pero le correspondo. Su abrazo es cálido y reconfortante, aunque no entiendo por qué. Debería sentirme incómoda porque en primera es mi jefe y lo acabo de conocer y en segunda porque acabo de allanar la nevera con transfusiones de su oficina.
— Despertaste pequeña.— Fue lo primero que me dijo, acariciando mi espalda como si fuera una niña.
No entendí cómo podía lucir tan tranquilo después de encontrarme con una bolsa de transfusión vacía y la boca llena de sangre. Cualquier otro en su lugar , estaría llamando a seguridad para sacarme de allí.
Se separó un poco de mi, acariciando mi rostro con el dorso de su mano. Su contacto era suave. Pero necesitaba respuestas.
Aparté delicadamente su mano de mi rostro.
— Nathan.— Por primera vez lo tuteo — Tú sabes cosas que yo ignoro y verdaderamente estoy volviéndome loca por entender todo esto.
Y te juro que yo no soy así. No se que me paso. Lo de la sangre no volverá a suceder— Hablé muy rápido y con voz entrecortada
El da un profundo suspiro
— ¿Recuerdas que hace rato te dije que tenía que decirte cosas sobre nosotros?
Asentí con la cabeza
— Bien, es una larga historia, y no puedo contarla aquí. Iremos a mi casa, allí estarán otras personas que te ayudarán a comprender muchas cosas. ¿De acuerdo?
Por ahora ve al baño a enjuagarte la cara y las manos, yo tiraré esto por ti.— Dijo quitándome la bolsa vacía de sangre.
Obedecí y fui al baño. Mi corazón parecía querer salirse de mi pecho. El actuaba tan normal mientras yo estaba en shock por lo que acababa de hacer.
Salí del baño luego de lavarme la cara y enjuagarme la boca. Me revise los dientes y estos seguían viéndose normales.
Me reí de mis propios pensamientos. ¿Qué esperaba? ¿Ver colmillos de vampiro?
Ja, bufé para mi misma
El tenía mis cosas en la mano, ya se había desecho de la bolsa y de la caja de petri con la sanguijuela destripada.
Miré el reloj, eran las 9:00 de la noche, lo que significaba que me había quedado inconsciente por más de una hora.
Afortunadamente ya no había pendientes para nuestro turno. A los pocos minutos llegó el químico de relevo para la guardia nocturna. Debía ser difícil ser el único trabajando allí de noche.
Salí del hospital al lado de Nathan y fuimos hasta su auto aparcado en el estacionamiento del hospital. Era un Aveo 2016 n***o bastante bien conservado.
Me indicó subir del lado del copiloto y obedecí colocándome el cinturón de seguridad.
Condujo en silencio, lo que resultaba algo incómodo. Pero supongo que no quería seguir hablando hasta llegar a su casa donde aguardaban esas otras misteriosas personas.
Finalmente después de casi 40 minutos conduciendo, llegamos a un suburbio bastante lujoso, enarqué una ceja al ver el vecindario.
¿El salario de un hematólogo podía costear eso?
Nos detuvimos frente a una casa bastante grande de dos plantas, con portón de reja negra, desde afuera podía verse una fuente.
Entramos al garaje y después de estacionarse me indicó que podía bajar del auto.
— Hemos llegado.
Me condujo hasta la puerta y abrió.
Entonces vi que había tres personas más en la sala de estar.
— Bienvenida a casa— Dijo Nathan con una sonrisa
— Gracias— Dije dudosa.
Su casa era enorme, tenía una cocina de concepto abierto y una sala amplia.
Donde había tres personas sentadas, de las cuales conocía a dos de ellas.
— !¿Ustedes?¡— Grité