—Los hombres son unos imbéciles —declara mi amiga Fanny mientras estoy arreglándome para mi cena con Derek. —¿Al fin mandaste por un caño a Alfonso? —inquiero curiosa —Alfonso me mando por un caño a mi—la miro con los ojos abiertos —Me dijo que ya no me amaba y que me veía como a una hermana—me mira incrédula—No creo que te folles a tu hermana como eme follaba a mi—dice con ironía. —Eso es asqueroso —murmuro. Dejo el labial en mi tocador y me siento a su lado en la cama—perdona que te lo diga, pero se veía venir—ella pone mala cara— Fanny. El hombre no te trataba como merecías. Quizás es una señal para abrirte a nuevos horizontes—digo con el mejor tacto posible—sé que estas herida. Bufa. —No es eso. Lo que me cabrea es que él fue quien me mando al carajo—oculto mi sonrisa al ver la

