Gema no podía creer como todo había cambiando de un momento para otro. Se dejó caer pesadamente en el sofá, sintiendo que el aire se le escapaba de los pulmones. Todos sus proyectos de vida, los que había trazado de manera minuciosa se acababan de ir al carajo. Todo se desmoronaba frente a sus ojos y no había nada que ella pudiera hacer para evitarlo. ¡Maldita Dafne Malraux y maldito sea James Blake! La desesperación comenzó a superarla, estaba perdiendo a James y no sabía cómo evitarlo. Había recurrido al truco sucio del supuesto embarazo, sabía que había sido una acción desesperada, ¿pero que más podía hacer? Ahora había caído en su propia trampa, James en unos días descubriría la verdad y no estaba dispuesta a vivir la humillación en la clínica. De pronto, un miedo bastante insano se

