Harry tuvo la decencia de permitirle sacarse el vestido de novia, dejándole sobre la cama una simple bata de encaje color roja. Para su gusto, una prenda demasiado vulgar que dejaba su cuerpo completamente expuesto a las miradas ajenas, agradecía que solo estuvieran ellos dos en tan inmensa casa. Se quedó en ropa interior para luego cubrirse con la bata, se acercó al tocador y maquilló un poco su rostro, se le notaba más pálida de lo habitual y ojerosa, sin mencionar la mancha rojiza que comenzaba a tornarse violeta después del golpe que su ahora esposo le dió. Una vez su rostro estuvo maquillado pintó sus labios de carmín, ya lista abandonó la habitación y se encaminó con una postura elegante hasta la sala, donde su esposo la esperaba para leerle el contrato. Grande fue su sorpresa al ve

