La pequeña del CEO

ASUMIENDO LA RESPONSABILIDAD

Dimitri está por salir de casa y subir al coche cuando la ve que está en el jardín de la casa, la ve oliendo las flores y mirando los animales voladores que son atraídos por los árboles y las flores. Sonríe al ver lo feliz que se ve la pequeña. Se sube al coche y le dice al conductor que se ponga en marcha, no puede pensar en otra cosa que no sea en que hará con la chica, no sabe nada de ella para tomar decisiones sobre su destino.

Al entrar en su oficina, inmediatamente puso a trabajar a su secretaria, una mujer de cuarenta años, muy bien conservada. El hombre sabe que es un mujeriego de primera, por eso no suele tener mujeres atractivas trabajando cerca de él, no le gusta mezclar el placer con el trabajo. A los pocos minutos entra Harper.

—Hola, Dimitri, disculpa la tardanza, pero el tráfico es complicado a esta hora del día.

—Harper, siéntate, es un gusto verte, es que te hice venir porque tengo un dilema, que necesito de tu asesoría.

—Referente a la empresa y los negocios.

— ¡No! Es algo personal, bueno te contaré desde el principio. Para que comprendas mi situación.

Dimitri le contó cómo atropelló a una adolescente, que al parecer se escapó de orfanatorio, y le contó los detalles de cómo era el estado de ella. Ahora se siente comprometido en ayudarla. Sin embargo, no quiere meterse en problemas legales con nadie.

— ¡Vaya! Eso si es intenso, amigo, bueno, hay dos opciones, de las que la joven podría ser libre de esas personas. Una de ellas es que la adoptes como hija. Es un trámite que te puedo ayudar a tener el control legal de ella.

— ¡Estás loco! Yo nunca la miraría como una hija, vaya solución la que me das, además yo tengo veinticinco años, soy un papacito, no un papá, ¡solamente esto me faltaba! —Dimitri se siente ofendido. Harper se ríe a carcajadas.

—Te entiendo, he herido tu ego, y la otra es que te cases con ella. Algo que no lo veo prudente, porque me has dicho que es una menor de edad. Pero como es para ayudarla con los documentos legales, es otra alternativa que tienes.

—¡Vaya! Qué clase de abogado eres, sinceramente eres un abogado inútil, mira las soluciones que me das, ahora quieres que sea un, asalta cuna, es una chica que no es atractiva físicamente, ¡por Dios! Estamos hablando de una pequeña… —Dimitri se pone de pie y se detiene frente a su ventanal.

— Tranquilo, no te frustres, lo que te quiero decir, es que te puedo casar, solamente como trámite para que ella reciba un apellido en su documentación, para que ella tome tu apellido. Amigo, sé que la quieres ayudar, pero son las únicas maneras legales en las que puedes darle la libertad que ella quiere, cuando cumpla los dieciocho años, si no te gusta, te divorcias y la dejas libres, ella podrá defenderse, ante la sociedad, podrá estudiar, esa es la manera más lógica de hacerlo, medítalo bien, son formas legales. No es que estés obligado a hacerlo.

—¡¡¡Ah!!! Si lo pones de esa manera esa opción me gusta, aunque no te negaré, esa chica me intriga mucho. Hay algo que no me cuadra en todo esto, pero eso lo investigaré más adelante, ahora lo que quiero, es que llegues a mi casa para hablar con ella, a ver si le parece, porque la están buscando esas personas, y si la encuentran no podré hacer nada por ella.

—Entiendo, a las ocho, llegó a tu casa, amigo.

Dimitri y Harper se despidieron, él continuó con sus pendientes, no le parece mucho lo del casamiento, aunque es más lógico que hacerla su hija, siendo papá, eso sería hundirse de por vida, que dirán su familia cuando les diga que es papá, se hace las cruces con nada más, meditarlo.

Cuando llegó a la casa, entrando la noche, no encuentro a nadie en la sala y ni en la cocina, subió las escaleras y dejo su maletín en el despacho, camino hacia la habitación de Mena, para su admiración, miro a todos sus empleados conviviendo con la alegre chica se quedó observando un momento… hasta.

— ¿Qué está pasando aquí?

Todos hacen silencio, se asustan al verlo de pie bajo el marco de la puerta, uno por uno sale del dormitorio disculpándose, hasta solo quedar Fausta y la pequeña y también mi amiga, la decoradora Aurora, de repente ve que la habitación ha cobrado vida, en una pared hay un precioso jardín parecido al de la casa, el sol ocultándose. En la pared que está cerca de la cama, hay una especie de enredadera dibujada con varias especies de pájaros, se ve preciosa la habitación, la niña me saca de mi admiración…

— Le gusta, señor. A todos en la casa les ha gustado, ella es una gran dibujante, ha hecho lo que le pedí, miré qué bonito.

— Está bien bonito, deja de decirme, señor, mi nombre es Dimitri, así llámame de ahora en adelante ni que fuera tan viejo…

—Como diga, señor… Dimitri, ¡Perdón! —todos sonríen ante su torpeza.

—Buen trabajo Aurora.

—Viejo cascarrabias, te ensañas con esa pequeña. Como ves esto salió de la imaginación de ella. Tienes mucho que contarme…

—Bueno, vamos a mi despacho, tu chiquilla disfruta tu espacio.

—Gracias, Dimitri. —ella siente que ese es su sitio. Rápidamente, se está adaptando al paraíso.

Aurora sonríe al ver el cambio de su amigo, era difícil verlo sonreír, pero esa chiquilla lo hacía reír continuamente. Entran en el despacho, Dimitri sirve dos copas con su mejor vino, le da una copa a su amiga.

—¿Quién esa chica?

—Aún no lo sé.

—¿Qué dices? Pensé que era algún familiar tuyo…

—No, hace unos días la atropellé y le traje conmigo a casa.

—¡Eso es de locos!, sus familiares la han de estar buscando.

—Es huérfana, vivía en un orfanato de esta localidad, la tengo en investigación. —Dimitri le contó de cómo encontró a la joven y sus condiciones, y de que se estaba recuperando bajo vigilancia médica, cuando ella se fue, él quedó meditando de cómo su vida ha cambiado.

Dimitri vive en una casa grande y lujosa con una enorme piscina en un costado de la casa. Él vive rodeado de todas las comodidades que el dinero puede proporcionarle, a pesar de tenerlo toda su vida era solitaria, ya que las mujeres van y vienen en su vida, sin ninguna que lo hay flechado. Antes la mansión era fría y sin vida, ahora se siente más cálida, Jimena al principio era asustadiza, pero según se adaptaba a su entorno, ella disfruta más la libertad.

Ahora su vida cotidiana ha dado un vuelco, ya que, con la llegada de Mena a su mansión, se escuchan risas y revuelos, por el hecho de que ella experimenta cosas que desconoce por la calamidad en donde vivía. Todo le llama la atención, todo es juguete nuevo, su vida es plena en esa casa. Dimitri está con ella sentados en la sala, Harper, mira detenidamente a la pequeña que ha llegado como una tormenta a la vida de su amigo.

—Hola, Mena, soy Harper, amigo y abogado de la familia Petrova.

—¡Hola! ¿Yo también soy tu amiga? —ella lo ve con atención esperando que él diga que sí.

—Desde luego, somos amigos también. —Harper mira a Dimitri, la chica es dulce y expresiva.

—Mena te he llamado aquí, para decirte que yo tome una decisión sobre tu situación, pero necesito saber si tú estás de acuerdo, ¿entiendes eso?

—Yo comprendo… lo único que pido es que no me regreses al orfanato por favor. Yo soy feliz aquí…

Jimena estaba descubriendo un mundo que jamás había conocido, disfrutaba de todo lo que había en la mansión, no quería regresar a ese infierno del cual por fin logro huir. Sus ojos se cristalizan suplicándole que la dejara quedarse con él.

—No Mena, tú ahí no volverás nunca, lo que Dimitri quiere decir es que él te quiere dar su apellido para que puedas ser parte de su familia, de esa manera brindarte estudios y otros derechos más, solamente que…

—¡¡Eso es verdad!! —Interrumpió ella con emoción— ¡Muchas gracias, Dimitri! —su emoción la hizo llorar, ahora sentía tranquilidad y paz mental.

—Tranquila, ya no tienes que temer a nada, ahora me tienes a mí, solamente te irás si tú lo deseas hacerlo.

—Yo jamás me iré, siempre quiero estar aquí… me gustaría estudiar, he escuchado de eso en el orfanato, la mayoría sabia leer y escribir, siempre lo deseé.

—Entonces te explicaré el trámite. —tienen que tener paciencia con ella, porque era imposible que con su nulo nivel académico comprendiera cosas legales.