Salir a correr me sentó bien. Pude despejar la mente y establecer una nueva mentalidad. Si Louise quería un respiro de todo esto, la apoyaría. ¿Ser su compañera de armas en la guerra contra... eh... la polla? Sí, ser tacaño no siempre fue mi fuerte, pero la intención era evidente. Entonces, cuando vi a Louise regresar de casa de Tony tan nerviosa, en lugar de insistir en que lo sucedido calmara mis propias necesidades, le pregunté qué le pasaba. "Tony se portaba como un idiota", explicó Louise, colgando su abrigo de nuevo en la pared. "Se estaba poniendo un poco susceptible". Fruncí el ceño. "¿Estás bien?", pregunté un poco preocupado. "¿Quieres que le dé una paliza? Le daría una paliza a ese chico sin problema", dije, medio en broma. —Je, lo dudo —respondió Louise, besándome la mejill

